Romper con una amistad es igual o peor que con una pareja aunque esté mal visto decirlo: así se afronta el duelo silenciado

Romper con una amistad es igual o peor que con una pareja aunque esté mal visto decirlo: así se afronta el duelo silenciado
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Cuando hablamos de duelos en las relaciones, rápidamente nos viene a la cabeza el duelo por una ruptura con una pareja. Es un duelo conocido. Sin embargo, no es, ni mucho menos, el único. Hay un duelo que también vivimos, aunque lo hacemos en silencio porque de él poco se habla.

Y es el duelo por una amistad que se rompe. ¿Qué ocurre cuando una amistad que creíamos para siempre, se rompe? ¿O cuando no sabemos si vale la pena seguir invirtiendo en una amistad? Todo esto también se debe recolocar emocionalmente. Reflexionamos sobre cómo podemos abordar este duelo silenciado a través de ejemplos ilustrativos.

Perder una amistad es un duelo de una parte de nuestra historia

Las amistades profundas se construyen sobre años de experiencias compartidas, confidencias y apoyo mutuo. A menudo, nuestros amigos nos conocen mejor que cualquier otra persona, incluidas nuestras parejas. Compartimos con ellos éxitos y alegrías, pero también inseguridades y temores más profundos.

Qué ocurre, que cuando una amistad se rompe, perdemos no solo a una persona, sino también una parte significativa de nuestra historia y de nosotros mismos. Y esto significa empezar un duelo, no solo por esa amistad que ya no es, sino por el vínculo que se rompe o se transforma, y por esa parte de nuestra historia que terminó (por ejemplo nuestra infancia, adolescencia...).

Este duelo no es solo por esa amistad que ya no es, sino por el vínculo que se rompe o se transforma, y por esa parte de nuestra historia que terminó.

Un ejemplo ilustrativo: el caso de Marta y Ana

Vayamos con un ejemplo ficticio para ilustrar todo esto. Marta y Ana eran amigas inseparables desde la infancia. Pasaron juntas por la adolescencia, la universidad y los primeros años de su vida adulta. Compartieron risas, lágrimas y secretos que nadie más conocía.

Cuando una discusión aparentemente trivial sobre trabajo se convirtió en una ruptura irreparable, ambas sintieron una pérdida profunda. Para Marta, la ausencia de Ana era como perder una parte de su identidad. Pero cuando intentaba hablar de su dolor, a menudo se encontraba con respuestas que minimizaban su sufrimiento: "Es solo una amiga, ya encontrarás otra".

¿Por qué duele tanto perder una amistad?

Las amistades cumplen muchas funciones en nuestra vida a nivel emocional; entre ellas, forman parte de nuestro sistema de apoyo emocional. A menudo recurrimos a nuestros amigos en momentos de necesidad, buscando consuelo y consejo, y no únicamente para disfrutar y compartir (que también).

Y perder esta fuente de apoyo puede hacer que nos sintamos vulnerables y tristes. Además, a diferencia de las rupturas amorosas, la pérdida de una amistad a menudo carece de rituales o espacios sociales para procesar el duelo, lo que agrava la sensación de soledad y de incomprensión.

Otro ejemplo sobre el duelo por amistad: Carlos y Pedro

Carlos y Pedro se conocieron en la universidad y rápidamente se convirtieron en mejores amigos. Su amistad era tan fuerte que sus familias también se volvieron cercanas. Sin embargo, cuando Pedro se mudó a otra ciudad y empezó a cambiar de intereses, su relación empezó a deteriorarse.

Carlos sintió la distancia crecer y, finalmente, cuando Pedro dejó de responder a sus mensajes, supo que había perdido a su mejor amigo. Sin el lenguaje y los rituales que acompañan una ruptura amorosa, y que en este caso no están, Carlos luchó por encontrar una manera de expresar su dolor, aunque no le fue fácil. Entonces... ¿cómo procesar este tipo de pérdidas?

Cómo afrontar este duelo silenciado

1. Reconocer la pérdida sin invalidarla

El primer paso para sanar es reconocer que la pérdida de una amistad es significativa y dolorosa. Permítete sentir y expresar tu dolor sin minimizarlo (aunque tal vez sientas que la gente de tu alrededor, no te comprende). Pero recuerda que es normal y válido llorar por una amistad perdida.

2. Hablar sobre ello, desahogarse

Mira a tu alrededor... tal vez pueda haber alguien en quien confíes para hablar sobre tu pérdida e ir poco a poco elaborándola. Puede ser otro amigo, un familiar o un terapeuta. Hablar sobre tu dolor puede ayudarte a aliviar el sentimiento de aislamiento, validarte en tu experiencia y recolocar lo que estás sintiendo.

3. Escribir tus sentimientos, expresarte

No siempre encontramos a alguien con quien hablar sobre el tema. Por ello, otra opción es escribir sobre tu amistad y lo que significaba para ti, algo que puede ser una forma catártica de procesar el duelo.

Puedes escribir cartas que nunca enviarás, recordando los buenos momentos y también los motivos de la ruptura, o incluso una carta de despedida (para después realizar un ritual con ella; quemarla, romperla, guardarla en una caja...).

4. Crear rituales de despedida simbólicos para ti

En relación al último punto, y cómo decíamos, aunque no haya rituales sociales para la pérdida de una amistad, puedes crear los tuyos propios. Puede ser algo simbólico, como plantar un árbol en honor a tu amistad o hacer una caja de recuerdos con fotos y cartas.

5. Cuidarte a ti mismo a través de las rutinas

El duelo puede ser emocional y físicamente agotador, por lo que, asegúrate de cuidar tu bienestar general. Trata de comer bien, de dormir lo suficiente y de mantenerte activo. Además, hay actividades que te pueden ayudar a drenar emociones, como la meditación o el yoga.

6. Reflexionar y aprender, si se puede

Con el tiempo, reflexiona sobre lo que aprendiste de esta amistad y cómo te ha ayudado a crecer. A veces, las rupturas pueden enseñarnos lecciones valiosas sobre nosotros mismos y sobre nuestras necesidades en las relaciones. Sin embargo, si no encuentras aprendizajes en ellas, tampoco pasa nada (a veces simplemente fue una mala experiencia, y ya); no toda vivencia conlleva un aprendizaje.

Los rituales para cerrar etapas: el caso de Sofía

Y acabemos con otro ejemplo. Sofía perdió a su amiga de la infancia, Emma, después de una serie de malentendidos. Al principio, Sofía se sintió muy sola. Sin embargo, al reconocer su dolor, hablar con un terapeuta y escribir sobre sus sentimientos, comenzó a sanar.

Sofía también creó un pequeño ritual, escribiendo una carta con lo que sintió que no pudo decirle a Emma, y quemándola después con su canción favorita. Este acto aparentemente sencillo le permitió cerrar una etapa importante para ella.

Foto | Portada (Película Bride Wars, 2009)

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