La frase de tres palabras que nunca dice una persona con alta inteligencia emocional, según un influyente psicólogo de Harvard

La frase de tres palabras que nunca dice una persona con alta inteligencia emocional, según un influyente psicólogo de Harvard
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La inteligencia emocional consiste en una amplia gama de competencias y habilidades que nos permiten gestionar nuestras propias emociones, empatizar con los demás, entusiasmarnos y comprometernos con las cosas. En pocas palabras: consiste en gestionar las emociones de forma adecuada.

En otras ocasiones ya hemos hablado de las frases que podrían indicar una baja inteligencia emocional, pero de acuerdo con Adam Grant, psicólogo de Harvard y orador profesional, hay una frase de solo tres palabras que nunca dice una persona con alta inteligencia emocional.

"Me hiciste sentir"

En un episodio de su podcast titulado ReThinking, Grant habla con la psicóloga Susan David acerca de esta frase que muchas personas suelen decir. Grant explica que a pesar de no juzgar nunca las emociones de los demás, sí que tiene una opinión acerca de las personas que no se hacen responsables de ellas:

"Una señal de inteligencia emocional es abandonar la frase 'Me hiciste sentir'. Porque con ella estás dándole el control a otras personas sobre tus emociones, Nadie puede hacerte sentir nada", comenta, aclarando que con esto no se refiere a relaciones tóxicas o abusivas en las que una persona manipuladora la puede utilizar, sino a las relaciones cotidianas entre amigos, parejas o compañeros de trabajo. "No deberías atribuir tus sentimientos ordinarios a otras personas", explica.

Esto no quiere decir que somos inmunes a lo que puedan decir o hacer otras personas. La psicóloga David comenta que aunque es verdad que usar esta frase busca culpar a la otra persona por nuestras emociones, no podemos negar que el contexto y los demás sí nos impactan de alguna manera: "Decir que soy 100% responsable de todo lo que siento también es realmente desempoderador. Porque lo que hace es negar la realidad de que somos seres humanos en relación con otros."

Lo que explica Susan David es normal: si alguien de nuestro entorno hace algo que nos molesta, indigna o toca alguna fibra sensible, es normal que sintamos alguna emoción negativa. Pero de sentirlo a culpar a la otra persona por ese sentimiento hay una gran diferencia.

La solución: apropiarse de la emoción y analizarla

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Foto | Freestocksorg en Pexels

Es posible que si alguna vez la has utilizado ahora mismo cuestiones un poco tu nivel de inteligencia emocional, pero más que verlo como algo negativo, darnos cuenta de que la decimos es una excelente oportunidad para trabajar en ello. Grant y David comparten algunos consejos para hacerlo.

Primero, hacernos responsables de nuestras emociones y ver el sutil mensaje que nos están enviando:

"Creo que cuando las personas culpan a otros por sus emociones, se centran internamente en su propio estado mental en lugar de preguntarse por las acciones de la otra persona, que fueron inaceptables, que violaron mis valores. Creo que es mucho más razonable responsabilizar a las personas por sus acciones que por las emociones que causaron en mí", explica Grant. 

"Porque si te digo que no me gusta cómo me haces sentir, no hay nada que puedas hacer al respecto, ¿verdad? Ese es mi sentimiento. No puedes controlarlo. Mientras que si puedo identificar qué es lo problemático de tu comportamiento para mí, bueno, ahora puedes cambiar eso."

Por ejemplo, en lugar de decir "me hiciste enfadar" o "me hiciste sentir miserable", lo que deberíamos decir es "eso que hiciste me ha enfadado" o "eso que dijiste hace que me sienta miserable". De este modo, te apropias de la emoción sin culpar al otro y te centras en lo que realmente ocasionó ese malestar, que es la acción o el comportamiento de la otra persona.

Y es que como comentábamos previamente, no podemos ser totalmente inmunes emocionalmente a las acciones de otros, y en estos casos nuestra propia reacción podría ser un indicador o red flag de comportamientos y actitudes que no deberíamos de tolerar y del que no somos plenamente conscientes.

Por otro lado, habremos también de analizar la emoción. "Nadie controla lo que sientes, pero sí influyen en lo que sientes. Y depende de ti decidir cómo quieres sentirte al respecto", comenta Grant. En muchas ocasiones, nuestras emociones están tratando de decirnos algo sobre nosotros mismos, por lo que antes de reaccionar y culpar al otro, habremos de analizarlas:

"Y así, cuando observamos estas emociones difíciles decimos: "¿Qué está señalizando esta emoción?" [...] En otras palabras, ¿cuál es la función de esta emoción? ¿Qué me está indicando? ¿Qué me está diciendo sobre lo que es importante?", concluye David.

Foto de portada | Edmond Dantes en Pexels

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