Hemos leído las indicaciones que se daban a las madres recientes en 1978 y ahora entendemos a nuestras madres
Lactancia

Hemos leído las indicaciones que se daban a las madres recientes en 1978 y ahora entendemos a nuestras madres

Hace un par de años escribí una entrada explicando que era una pena que la mayoría de nuestras madres no pudieran ayudar ahora con los problemas de lactancia, ya fuera porque ellas no los tuvieron (que sus lactancias fueran exitosas y no aprendieran a resolver problemas que no tuvieron), ya fuera porque muchas dieron más biberón que teta y por eso tampoco descubrieron las soluciones al respecto.

El caso es que, por una u otra razón, son muchos los consejos que nos dan hoy en día nuestras madres que no nos parecen muy adecuados ni acertados y ahora sabemos mejor por qué: hemos leído las indicaciones que se daban a las madres recientes en 1978 y ahora entendemos por qué nos dan los consejos que nos dan.

La alimentación del bebé en 1978

Las hojas que os vamos a mostrar se entregaron en el año 1978, en Castilla y León, a una mujer que acababa de tener a su bebé. Es difícil decir que lo que se le dijo a esta madre es lo que se decía a todas las madres, porque eso ni siquiera ocurre ahora. Ni los pediatras dicen todos lo mismo si los comparamos por comunidades autónomas, ni dicen lo mismo si los comparamos en una misma ciudad, ni dicen lo mismo si los comparamos dentro de un mismo centro de salud, ni de hecho dicen lo mismo si comparamos al pediatra de un consultorio por la mañana y al que está sentado en el mismo consultorio por la tarde.

Por eso, aunque sirve como muestra curiosa de aquellos tiempos, no me atrevo a decir que esto es lo que se decía a todas las madres en esa época, aunque sí me atrevo a decir que seguro que se le decía a una gran mayoría, sobre todo si tenemos en cuenta que aún ahora hay pediatras que entregan hojas que no difieren demasiado de estas, y han pasado casi 40 años.

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Alimentación recomendada: Materna (ver instrucciones en el dorso) si se queda con hambre, darle después del pecho, NATIVA, preparada en 35 cc de agua hervida, le ponen una medida rasa de Nativa, cuando necesiten aumentar, le ponen en 70 cc de agua hervida dos medidas, etc.

La alimentación recomendada para el bebé era la leche materna, pero no parecía haber mucha ayuda en caso de que hubiera problemas. En vez de decir algo como "Si se queda con hambre, acudir de nuevo para revisar la toma del bebé al pecho", las madres se llevaban el mensaje de que, si el bebé lloraba, debían darle leche artificial, de manera que la principal solución para un problema de lactancia era asumir que el problema era irresoluble y que en consecuencia había que pasar a la fórmula para lactantes.

Más sobre la lactancia materna en aquella época

Para la lactancia, se entregaba a las mujeres varias normas que debían seguir y que, con lo que ahora sabemos, podemos afirmar que ayudaban probablemente a que muchas de las lactancias fracasasen. Como además se incluía la solución, que era dar leche artificial, ya sabemos por qué la mayoría de bebés de aquella época acabamos tomando biberón.

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Las tomas de pecho debían ser cada tres horas o más, y la tendencia debía ser la de alargar aún más el tiempo para llegar a amamantar cada cuatro horas. Teniendo en cuenta que hoy en día se considera que el mejor modo de dar el pecho a un bebé es a demanda, y que esto quiere decir que un bebé puede hacer tomas cada hora, a veces a la media hora, a veces a las dos, pero raramente cada tres o cuatro, está claro que hablaban de una pauta de mínimos que provocaba que la mayor parte de bebés pasaran mucha hambre.

Súmale que por las noches debían dormir 5 a 6 horas, tras un día completo en que apenas habían podido comer, y ya tenías a los bebés prácticamente desnutridos y llorando demasiado a menudo como para ser considerados correctamente alimentados.

Además, las mujeres debían lavarse los pechos con agua hervida antes de amamantar al bebé, de modo que se agregaban situaciones relativamente molestas y obligaciones innecesarias, por aquello de "ahora le toca dar de mamar, pero estoy en medio de la calle y no puedo darle hasta que llegue a casa y me lave las mamas".

Entonces, con el niño llorando, más hambriento que un ratón en una iglesia, la madre lo ponía finalmente al pecho y empezaba a contar los 10 minutos tras los cuales debía separarlo del pecho para pasar a calmarlo como buenamente pudiera, probablemente convencida de que ya había comido suficiente y lloraba por otro motivo, o que su leche simplemente no era buena y el niño se quedaba con hambre.

Con excepción de algún bebé experto en comer mucho en poco tiempo, la mayoría de bebés difícilmente lograrían con semejantes pautas aumentar los 175 gramos de peso que marcaban, así que para ellos, dado que "eso indica que el niño no toma lo suficiente", estaba la solución de la lactancia mixta.

Otros extraños consejos de la época

Por si fuera poco, al mes de vida la cosa se complicaba un poco más, porque se empezaba a dar en ayunas una cucharada sopera de zumo de naranja, mezclado con agua y endulzado con media cucharadita de azúcar, y luego esperar unos 15-20 minutos, aunque tuviera hambre, a darle el pecho o el biberón.

Ahora sabemos que lo ideal es que un bebé no tome nada que no sea leche hasta al menos los 4 meses de vida, aunque lo recomendable según las últimas guías es que esto no suceda hasta los seis meses de vida (sólo leche hasta los seis meses, y a partir de entonces alimentación complementaria), en el momento en que esté preparado para comer nuevos alimentos (y sabemos además, que el azúcar no es demasiado recomendable como alimento, de modo que es mejor no añadirlo sin necesidad).

Pero lo de la comida no era todo. Debían bañarnos todos los días, antes de las comidas, a una temperatura de 30 a 32 grados. Ahora se recomienda que el agua esté un poco más caliente y que el baño no sea diario (aunque esto tampoco es para tirarse de los pelos).

Además, recomendaban que nos pusieran a dormir boca abajo porque por entonces se consideraba que era la posición más segura, cuando ahora esa posición está totalmente contraindicada. Como bien sabéis, los bebés deberían dormir boca arriba (de espaldas al colchón) con la cabeza ladeada, ya que de ese modo el riesgo es bastante menor.

Curioso, ¿verdad?

PS: Gracias a Vega por pasarme las imágenes de las instrucciones que le dieron a su suegra en su día.

Foto | iStock
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