La mayoría de las mujeres sufren dolor de espalda durante alguna de las etapas del embarazo. Se trata de una de las molestias más típicas del tercer trimestre: el dolor en la parte inferior de la columna, ya que esta zona de la espalda llega a variar hasta en 28 grados su curvatura para compensar el aumento del peso de la región abdominal y mantener estable el centro de gravedad.
De modo que la espalda de la embarazada va experimentando en los últimos meses de gestación una adaptación progresiva a su nuevo estado, aparece la lordosis lumbar, una curvatura en la zona baja de la espalda que desaparecerá tras el parto.
Son frecuentes los estudios de los casos de dolor de espalda en el embarazo, ya que supone una disminución importante en el bienestar y calidad de vida de la mujer. La teoría más extendida señala que son los cambios posturales caracterizados por un aumento de la lordosis lumbar los que más pueden contribuir al desarrollo de dolor lumbar.
La mayor parte del peso ganado por la embarazada está concentrado en la parte inferior de la pelvis junto con el aumento de volumen abdominal. Por esto se produciría una tendencia a inclinar el cuerpo hacia delante, lo cual la embarazada tiende a compensar inconscientemente con una posición hacia atrás de la parte superior del cuerpo por sobre la pelvis, restaurando su centro de gravedad, pero aumentando la lordosis del segmento lumbar.
Un estudio antropológico de la Universidad de Texas en Austin (Estados Unidos), publicado en la revista científica “Nature” revela que sin este cambio el embarazo supondría una carga mucho mayor para los músculos de la espalda.
Los investigadores han descubierto cómo la curvatura lumbar va aumentando merced a que las articulaciones de la mujer son más largas que las de los hombres y a que intervienen tres vértebras en ese lugar. La naturaleza es sabia, y el cuerpo de la mujer se prepara para estos cambios, pero aún así el dolor de espalda llega con frecuencia, veamos por qué.
Prevenir y aliviar el dolor de espalda durante el embarazo
A pesar de este proceso fisiológico de adaptación, las molestias en la espalda se producen muy a menudo cuando la tripa está muy abultada porque sigue suponiendo una gran carga para los músculos lumbares.
Entre los factores que contribuyen a que esto ocurra se encuentran la relajación de los músculos abdominales, la falta de potencia de los glúteos, el aumento de peso y el sedentarismo. Lo mejor que la mujer embarazada puede hacer para evitarlo es no tener sobrepeso, hacer ejercicios habitualmente (junto a los estiramientos de columna), no llevar zapatos de tacón alto, no cargar peso e intentar adoptar las posturas adecuadas.
En este sentido, es importante sentarse adecuadamente, con la espalda recta y apoyada (podemos ayudarnos de cojines), acostarse de lado especialmente sobre el costado izquierdo), levantarse y sentarse lentamente y con cuidado para evitar malos movimientos, tirones…
También pueden aparecer dolores de espalda después del parto, especialmente si el esfuerzo muscular ha sido muy grande, si hay una dilatación excesiva de la pelvis o si se produce una luxación del coxis.
En el caso del dolor de espalda postparto, aunque sea complicado, la mejor recomendación es el descanso, dar tiempo al cuerpo para recuperarse del tremendo esfuerzo realizado. Además nos aliviarán las duchas calientes, adoptar una postura correcta durante el amamantamiento y utilizar faja si es necesario.
En cualquier caso, en el posparto el dolor desaparece en el 93% de los casos en los primeros tres meses, el 7% de los casos restantes tienen un alto riesgo de dolor lumbar prolongado.
Características del dolor de espalda
Las características del dolor varían en cada caso, de intensidad, localización… pero veamos cuáles son los casos más comunes. Los síntomas son frecuentemente moderados, aunque también pueden ser severos e incapacitantes.
Frecuentemente la aparición del dolor ocurre alrededor de la semana 18 de embarazo y la máxima intensidad se observaría entre la semana 24 a 36. El dolor durante el primer trimestre de embarazo puede ser un predictor fuerte de dolor en el tercero.
La localización del dolor es frecuente en la región sacra y glútea, aunque esta puede cambiar durante el curso del embarazo. Se describen como dolores “intensos”, “secos”, “profundos”… y algunos pueden resultar incapacitantes, esto es, impedir a la mujer realizar sus actividades cotidianas, incluso caminar.
El dolor posparto es de menor intensidad que el dolor presente durante el embarazo, y se ha observado que el dolor pélvico es de mayor intensidad que el lumbar durante el embarazo y se invierte la situación después del parto.
Cuando las molestias de dolor de espalda durante el embarazo nos impiden llevar un ritmo de vida normal hay que consultar al especialista por si necesitamos un medicamento y, en la medida de lo posible, buscar una postura cómoda de descanso que alivie el dolor. La fisioterapia y determinadas técnicas de relajación pueden ser eficaces para aliviarlo.
Foto | Bhumika.B en Flickr-CC
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