Las etiquetas en la adolescencia: así afectan lo que creen de sí mismos

Las etiquetas en la adolescencia: así afectan lo que creen de sí mismos
Sin comentarios

Marta tiene 14 años. En casa, su madre la llama “la despistada”. En clase, es “la que no se esfuerza”. En su grupo, “la dramática”. ¿Qué crees que empieza a pensar Marta de sí misma?

Las etiquetas no son solo palabras: son espejos en los que los adolescentes se observan y a través de los cuales se definen. Y cuando esas etiquetas se repiten, se convierten en identidades para ellos. ¿Cómo les afectan y cómo actuar?

Esto dice la ciencia sobre las etiquetas

Un estudio reciente publicado en el Journal of Health and Social Behavior (Harari, Oselin & Link, 2023) analizó cómo el autolabeling —es decir, cuando los adolescentes adoptan etiquetas como “tengo un problema mental”— afecta su autoestima.

El estudio siguió a 427 estudiantes de secundaria durante dos años y encontró que aquellos que adoptaron etiquetas negativas experimentaron una disminución en su autoestima, mientras que quienes abandonaron esas etiquetas mostraron mejoras en su bienestar emocional.

Un estudio mostró que los adolescentes que adoptaron etiquetas negativas experimentaron una disminución en su autoestima.

Otro estudio, publicado en Creativity Research Journal, examinó cómo las etiquetas de “delincuente” afectaban el autoconcepto de los adolescentes.

Los resultados mostraron que los adolescentes etiquetados negativamente tenían una autoevaluación más baja en comparación con aquellos que no habían sido etiquetados, incluso si ambos grupos exhibían comportamientos similares.

Y esto puede extrapolarse a otro tipo de etiquetas, cualquiera en la que pensemos que tenga una connotación negativa; "vago", "pasota", "dramático"... Todo tiene un impacto, aunque lo digamos con buena intención.

Por qué las etiquetas impactan tanto en la adolescencia

La adolescencia es una etapa clave para la formación de la identidad. Los adolescentes buscan comprender quiénes son y cómo encajan en el mundo.

Cuando se les asignan etiquetas, especialmente negativas, estas pueden limitar su percepción de sí mismos y restringir su desarrollo personal.

Además, los adolescentes tienden a internalizar las expectativas que otros tienen de ellos. Si constantemente se les dice que son “problemáticos” o “perezosos”, es probable que comiencen a comportarse de acuerdo con esas expectativas, creando un ciclo difícil de romper.

  • Un ejemplo:

Javier, de 15 años, siempre ha sido curioso y cuestionador. Sin embargo, en la escuela, sus profesores lo etiquetan como “rebelde” y “conflictivo”.

Con el tiempo, Javier empieza a asumir ese rol, mostrando desinterés por las clases y desafiando la autoridad, no porque esa sea su naturaleza, sino porque ha internalizado esas etiquetas. La realidad no siempre es tan "directa", porque hay otros factores que influyen, pero puede ocurrir.

Cómo evitar las etiquetas dañinas

Hay algunas estrategias que nos ayudarán a evitar este tipo de etiquetas (más allá de no ponerlas):

  • Comunicarse de forma abierta: Escuchar activamente a los adolescentes y validar sus emociones sin juzgarlos.
  • Centrarse en comportamientos, no en identidades: En lugar de decir “eres desordenado”, optar por “he notado que tu habitación está desordenada”. O en lugar de decir "eres impuntual", podemos decir "has hecho tarde a la cita".
  • Promover la autoexploración: Animar a los adolescentes a descubrir sus intereses y pasiones, permitiéndoles definir su identidad por sí mismos.
  • Educar sobre el impacto de las etiquetas: Enseñar a los adolescentes a reconocer y cuestionar las etiquetas que se les asignan.

Lógicamente, por decir de vez en cuando a un adolescente "eres así o asá", no internalizará las etiquetas, y tampoco debemos autoflagearnos por eso; aquí hablamos de cuando lo hacemos constantemente y con una connotación negativa (aunque lo digamos de broma o con buena fe). Se trata de tomar consciencia, de ser responsables y de valorar el impacto de nuestras palabras.

Foto | Portada (Freepik)

Temas
Inicio