Comer en el colegio: ¿qué deberíamos esperar de los comedores escolares?
Nutrición Infantil

Comer en el colegio: ¿qué deberíamos esperar de los comedores escolares?

Los niños empiezan a quedarse a comer en el colegio y lo harán durante el resto del curso. Nueve meses al año, cinco comidas a la semana: ¿cómo deberían ser los comedores escolares? ¿Qué deberíamos esperar los padres de este espacio?

Básicamente, un comedor escolar debería ofrecer el mismo menú que en casa, con todas las características que hacen de la comida un hábito saludable. Que sea un menú equilibrado, variado, adaptado a las necesidades de cada edad... Pero también algo que en ocasiones se olvida (por no decir casi siempre): que la hora de la comida sea agradable, que no haya prisas, que se pueda conversar... Y es que el comedor escolar es un servicio complementario de carácter educativo que ofrecen los centros.

Tengamos en cuenta que es necesaria una alimentación y nutrición correcta durante la edad escolar, lo cual permitirá a los niños crecer con salud. Y, al mismo tiempo, aquí han de adquirir una educación nutricional complementaria a la que les demos en casa, en familia. Porque en la infancia cuando se dan forma a los hábitos alimentarios que se mantendrán durante toda la vida.

Menús en el comedor escolar

El mejor modo de lograr un estado nutricional adecuado es incorporar una amplia variedad de alimentos en nuestra dieta diaria, incorporando en la comida alimentos de los diferentes grupos de la pirámide. Tengamos en cuenta que la comida del mediodía supone la ingesta del 30-35% del aporte energético diario, con aporte de un volumen considerable de nutrientes.

La malnutrición, tanto por déficit (desnutrición) o por exceso (sobrepeso y obesidad), puede tener resultados perjudiciales a corto y largo plazo, por lo que hay que adecuar los menús escolares.

Según la "Guía de alimentación saludable" de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), la estructura y planificación de los menús en la escuela debe ser: suficiente, variada, adaptada a las características y necesidades de los comedores, y también agradable.

La comida puede estar compuesta por:

  • Arroz, pastas, patatas o legumbres: una ración.
  • Ensalada o verduras: una ración o guarnición.
  • Carne o pescado o huevo alternativamente: una ración.
  • Pan: una pieza.
  • Fruta: una pieza (y alcanzaríamos cinco raciones de fruta y verdura diarias durante el resto del día).
  • Agua, que debería ser la única bebida en las comidas.

Además, se recomienda potenciar la variedad y la identidad gastronómica autóctonas de cada zona, y los aspectos culturales de la alimentación, así como adecuar las preparaciones a los alimentos de temporada y a la época del año.

Respecto a la frecuencia de consumo de alimentos, la SENC recomienda, de manera aproximada, la siguiente:

  • En primeros platos: 1 vez legumbre, 1 vez verdura (cruda, cocida o en forma de puré), 1 vez pasta, 1 vez arroz, 1 vez patatas.

  • En los segundos platos: 1 vez pescado, 1 vez huevo y el resto, diferentes tipos de carne, dando prioridad en las guarniciones a preparaciones de verdura fresca.

Se aconseja evitar las combinaciones de primer y segundo plato de difícil aceptación (de primero verdura y de segundo pescado) y adecuar las combinaciones de primer y segundo plato de manera que no resulten ni demasiado ligeras, ni demasiado densas.

Cuatro de los cinco postres de la semana deberían basarse en fruta, preferiblemente fresca, reservando un día para postres lácteos (yogur, cuajada, queso fresco, helado) o postres dulces.

El comedor debería tener menús sin gluten y aptos para las diferentes alergias alimentarias o dietas. Y finalmente, como en casa, recordemos que aportar variedad de sabores, olores, formas y consistencias despierta el interés de los niños y estimula su apetito.

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El comedor como un espacio educativo

Además de proporcionar una comida de calidad tanto desde el punto de vista nutricional, como bajo criterios higiénicos, hay que promocionar hábitos higiénicos alimentarios y de comportamiento adecuados, así como los aspectos sociales y convivenciales de las comidas. Al alumnado se le puede educar en el respeto y la convivencia, en la responsabilidad... lo cual contribuye al desarrollo de su personalidad.

La educación nutricional exige de los padres y docentes paciencia, dedicación y respeto por las características de los niños, ya que no siempre estarán con el mejor de los apetitos o serán reticentes a tomar determinados alimentos.

Algunos colegios ya están impulsando esta manera de entender la hora del comedor, sin prohibir a los niños hablar (manteniendo un tono adecuado) y dándoles más tiempo si es necesario... En ciertas comunidades se establece la duración mínima de las comidas de cada turno en 30 minutos. Y es que no es bueno (ni nos gusta) comer con prisas...

Los más pequeños necesitarán ayuda en ocasiones si la comida no está troceada (la carne, una fruta...) y en estos casos no solo sería tarea de los monitores: los alumnos mayores podrían ayudarles en una colaboración e interacción muy rica para ambas edades.

En ocasiones se celebran jornadas gastronómicas especiales, dedicadas a otros países y culturas, lo cual no sólo diversifica el gusto sino que les enseña a aceptar y respetar a lo "diferente", muchas veces con un alumnado que es ejemplo de multiculturalidad.

También se busca que el espacio físico del comedor sea agradable, que permita disfrutar del momento de la comida en un ambiente relajado. Un espacio bien iluminado, ventilado, que esté a una buena temperatura, que incluya mensajes educativos...

Al fin y al cabo, además de cumplir una función básica de alimentación y nutrición, el comedor escolar desempeña una destacada función social y educativa, de modo que no puede ser un lugar simplemente donde a los alumnos se les da de comer. No olvidemos que esta vertiente educativa no acaba en el colegio sino que empieza en la familia. Habremos de proporcionar a los niños un desayuno saludable, así como el almuerzo, la merienda, cena...

Bueno, tal vez sea este un comedor ideal, utópico, pero nos encanta soñar y dar voz a esas características que deberían tener los comedores escolares, ya que nuestros hijos van a hacer allí la mayor parte de las comidas a lo largo del año. Muchos días, muchas horas, muchos alimentos... ¡No es una cuestión trivial!

Fotos | iStock
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