Niños que se arrancan el pelo de forma compulsiva: hablamos de la tricotilomanía
Salud infantil

Niños que se arrancan el pelo de forma compulsiva: hablamos de la tricotilomanía

La tricotilomanía es un trastorno que consiste en arrancarse el pelo de la cabeza, las cejas o las pestañas de forma compulsiva. En la mayoría de los casos, la situación es leve y fácilmente manejable, pero en otros puede requerir de un tratamiento especializado.

Te explicamos en qué consiste esta extraña patología propia de la infancia y adolescencia, los motivos por los que puede presentarse y las claves para proceder al respecto.

¿Qué es la tricotilomanía y a quién afecta?

La tricotilomanía es un trastorno que se caracteriza por la necesidad de arrancarse el pelo de manera compulsiva, porque hacerlo provoca una sensación de bienestar o liberación.

Se calcula que un cuatro por ciento de la población sufre tricotilomanía, siendo los niños y adolescentes los principales afectados, y muy rara vez los adultos.

Según leemos en la web Familia y Salud, de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, este trastorno -más propio de las niñas que de los niños-, llega a afectar a un 2% de los menores en etapa escolar, aunque es a partir de los diez años, y especialmente en la adolescencia, cuando más casos se registran.

Atendiendo al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, de la Asociación Americana de Psiquiatría, deben darse una serie de factores para que podamos hablar de tricotilomanía:

  • Aparición de lesiones en el cuero cabelludo y pérdida visible de cabello (calvas más o menos grandes, entradas...). También pueden presentarse calvas en las cejas o en las pestañas.

  • Antes de arrancarse el pelo, la persona experimenta una situación de tensión que se alivia cuando se realiza el comportamiento.

  • No existe ningún otro problema médico que provoque la calvicie, como por ejemplo, tiña capilar, nevus sebáceo o alopecia por falta de nutrientes o de hormonas.

¿Por qué se produce?

Las causas de la tricotilomanía no están claras, pero al igual que muchos trastornos complejos puede deberse a una combinación de factores genéticos (es decir, hay un mayor riesgo si en la familia hay antecedentes cercanos) y factores ambientales (estrés, ansiedad, depresión, aburrimiento...).

Este trastorno se acompaña de emociones negativas y positivas:

  • Emociones negativas: el niño está pasando por un momento de nervios o estrés que le lleva a realizar esta acción. También puede darse como un mecanismo de defensa a la hora adaptarse a una situación incómoda, o lidiar con la falta de motivación, el aburrimiento o la fatiga.
  • Emociones positivas: arrancarse el pelo es para el niño una medida de alivio y bienestar, por lo que repetirá esta acción como forma de mantener estos sentimientos positivos.

Puede ocurrir que la acción de tirarse del pelo acabe haciéndose de manera automática, es decir que no esté provocada por ninguna causa o emoción. De este modo, es frecuente ver al niño tirándose del cabello mientras mira la televisión, lee o permanece tumbado sin hacer nada.

¿Qué riesgos conlleva?

Tricotilomania

Daños físicos

Cuando el niño se arranca el pelo de la cabeza, el daño es visible. Aparecen heridas y cicatrices en el cuero cabelludo, y pelos de diferentes longitudes. Algunas zonas se quedan completamente calvas, y el crecimiento del cabello puede verse afectado.

También puede ocurrir que el niño muerda o ingiera el cabello que se ha arrancado, pudiendo ocasionarle a la larga problemas digestivos como vómitos, obstrucción intestinal u otros problemas más graves.

Problemas emocionales

Por lo general, las personas que sufren de tricotilomanía se sienten avergonzadas por su conducta, no suelen hablar de ello y tienden a ocultar el problema. Esto puede afectar negativamente a su autoestima, y provocar otros problemas asociados como la depresión.

Problemas sociales

Cuando el niño se da cuenta de las lesiones y pérdida de cabello, cejas o pestañas, derivado de su conducta, es probable que quiera evitar actividades sociales al sentirse inseguro por su aspecto. Tristemente, también podrían convertirse en objeto de burlas por parte de sus compañeros.

¿Cómo proceder al respecto?

tricotilomania

Si percibimos este tipo de comportamiento en nuestro hijo y comenzamos a apreciar una pérdida clara de cabello, debemos consultarlo con el pediatra, quien le realizará una exploración física para determinar la causa del problema.

Si el médico considera que se trata de un trastorno de tricotilomanía, lo más probable es que os recomiende acudir a la unidad de Salud Mental Infantojuvenil.

El tratamiento más común suele ser la terapia psicológica, en la que un experto trabajará con el niño de la siguiente forma:

  • Primero, le ayudará a darse cuenta de que se está arrancando el pelo, pues recordemos que esta conducta es inconsciente.

  • Segundo, le ayudará a identificar las causas que desencadenan la acción.

  • Y una vez identificadas estas causas, le enseñará a lidiar con los sentimientos que le provocan mediante el uso de alternativas más adecuadas.

En algunas ocasiones podría hacer falta un antidepresivo o relajante que disminuya el nivel de andiedad del niño para poder trabajar mejor.

Es importante tener en cuenta que sin ayuda experta o tratamiento adecuado, esta patología podría empeorar con la edad, a pesar de que haya momentos en los que tengamos la sensación de que el niño mejora.

¿Y qué podemos hacer los padres?

Si nuestro hijo está en tratamiento por tricotilomanía, lo más probable es que el especialista que le trata nos de también unas pautas para trabajar con él, pero además podemos ayudar desde casa con estos sencillos consejos:

  • Informar a la familia y amigos cercanos sobre este trastorno, para evitar que se produzcan comentarios incómodos hacia el niño por una falta de conocimiento.

  • Informar a los profesores y pedir su ayuda, pues el niño pasa una gran parte de su tiempo en el colegio.

  • Apoyar a nuestro hijo, empatizar con él, darle confianza y seguridad, y animarle a hablar con nosotros de este tema siempre que lo necesite.

  • No juzgar, ni gritarle ni castigar su conducta. Ser compresivos, pacientes y flexibles con su comportamiento.

  • Consultar con el médico o el psicólogo si tenemos alguna duda sobre cómo proceder ante esta circunstancia en algún determinado momento.

Fotos | iStock

Más información | Mayo Clinic

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