Por qué muchos niños no se cogen bien al pecho

Por qué muchos niños no se cogen bien al pecho
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Cuando un bebé nace la mayor parte de las mujeres tratan de dar el pecho a sus hijos y, a pesar de que la mayoría sale del Hospital amamantando a sus hijos (el 80%), hay un amplio porcentaje de niños que se van a casa tomando leche artificial porque no se ha conseguido que mamen correctamente.

Hay incluso madres del citado 80% que cuando llegan a casa acaban recurriendo a la leche artificial porque tienen la sensación de que sus bebés se quedan con hambre, porque les duele mucho dar el pecho o porque ya salieron del hospital con lactancia mixta y sus bebés cada vez quieren más biberón y menos pecho.

Ante tales situaciones flota en el ambiente la sensación de que dar de mamar es algo muy complicado que sólo está al alcance de unas privilegiadas y que la culpa de la falta de éxito es o la escasez de leche de la madre (ya se ha demostrado que es altamente improbable, aunque no imposible), o la mala técnica de succión, que hace que el bebé no extraiga de manera correcta la leche, que llore mucho, no gane peso y que haga daño a la madre cuando mama.

Ahí es donde uno se pregunta: “si la lactancia es algo natural y la técnica y el funcionamiento ha evolucionado junto con nuestra especie, ¿cómo es posible que haya tantos niños que se cojan mal al pecho?”. De hecho, si el resto de animales mamíferos no cuentan con biberones ni con asesoras de lactancia, ¿por qué a ellos sí les funcionan las lactancias?

Que no os separen

Una vez más hay que buscar la explicación a algunos de los problemas de los bebés en el momento de nacer y en los protocolos hospitalarios. Si desde hace unos años se insiste mucho en que el bebé sano permanezca en el abdomen y el pecho de su madre nada más nacer durante al menos una hora (o hasta que haga la primera toma) es por varias razones y una de ellas es que el éxito de la lactancia depende mucho de ese momento.

En 1990 se llevó a cabo un estudio en Suecia en el que se decidió observar a dos grupos de niños recién nacidos. Unos estaban en contacto continuo con la madre desde el mismo momento en que nacían y los otros eran separados temporalmente.

Los investigadores observaron que los niños del grupo que permaneció en contacto continuo con la madre empezaban a moverse hacia los veinte minutos, llegando a reptar hacia el pecho y succionando por sí mismos. Entre los cuarenta y los noventa minutos después de haber nacido el 63% de los niños del grupo que no habían sido separados de sus madres ni para lavarlos, ni para vestirlos ni para nada, logró cogerse al pecho por sí solo (en dicho estudio se evaluó también el efecto de la analgesia en la madre a la hora de amamantar, y parte de las madres de este grupo había parido bajo los efectos de la petidina, sin la cual se habría logrado un porcentaje de éxito superior).

Al observar a los niños del grupo que sí se habían separado de sus madres se evidenció que los niños tenían muchas más dificultades al tratar de cogerse al pecho, ya que tan solo un 20% de los niños lo consiguió (de nuevo si no hubiera habido madres anestesiadas los resultados habrían sido algo mejores), que muestra una grandísima diferencia en el éxito de la lactancia según se lleve a cabo un acto protocolario u otro.

Cómo los separaron

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Los niños del primer grupo permanecieron en el abdomen de sus madres durante una o dos horas, según el niño, que fue el tiempo que tardaron en hacer la primera toma.

Los niños del segundo grupo, los que fueron separados, estuvieron 20 minutos en el abdomen de su madre nada más nacer, tras los cuales los lavaron, pesaron, les administraron colirio y todas aquellas técnicas que se llevan a cabo con los recién nacidos y seguidamente volvieron a ser puestos (más o menos a los cuarenta minutos de haber nacido) desnudos en el pecho de la madre.

Esa pequeña separación de unos 20 minutos, que ni siquiera se llevó a cabo nada más nacer, fue suficiente para que el porcentaje de éxito bajara de un 63% a un mísero 20%.

Ante esta situación seguro que todos entendemos por qué en España hay tantos niños que no acaban de cogerse bien al pecho. Cuando uno lee “los niños fueron separados de sus madres” piensa en los procedimientos que tantas veces hemos visto o sufrido cuando el bebé, nada más nacer, es separado para ser limpiado, pesado, medido, medicado y vestido, llegando a los brazos de su madre pasada media hora, una hora, dos horas o incluso más.

Si en Suecia sólo eran 20 minutos, si todo sucedía cuando el bebé ya había permanecido en contacto con su madre y si luego volvían desnudos a contactar con el cuerpo de su madre y ello ya era motivo de fracaso en el comienzo de la lactancia, ¿cómo podemos pretender que los bebés salgan mamando con éxito de aquellos hospitales cuyos protocolos sostienen que al bebé hay que evaluarlo cuanto antes?

La impronta oral

¿Quiere decir este estudio que todos los niños que no se cogieron al pecho acabaron por mamar mal?, os preguntaréis. La realidad es que, evidentemtente, esto no es así. Aunque no haya una primera toma satisfactoria se puede conseguir una lactancia exclusiva o prolongada, que una cosa no tiene por qué quitar la otra, sin embargo debemos decir que para lograrlo hay que superar el primer escollo (la separación) que, curiosamente, no suele estar relacionado con un problema de la madre o el hijo, sino con unas prácticas que en la mayoría de las ocasiones pueden esperar.

Cuando los bebés nacen están dispuestos a mamar y lo ideal es aprovechar esta característica de los recién nacidos para que conozcan el pecho de su madre y para que empiecen a succionar. Si nos saltamos ese momento es posible que el cansancio haga acto de presencia y los bebés lleguen a dormirse, saltándose una primera toma que sirve de impronta oral (los bebés tienden a “memorizar” lo que les entra en la boca por primera vez para ver cómo tiene que hacer para comer y succionar) a riesgo de que otra cosa (un chupete, un biberón, un dedito, una sonda,...) entre por sus bocas y los bebés traten de hacer su esquema de succión en base a aquello que ha sustituido al pecho en un primer contacto, con el riesgo implícito de que luego no se cojan bien al pecho.

Es por esta razón que lo ideal es que los recién nacidos sean tratados como los bebés del grupo del estudio que no fueron separados de sus madres. De este modo iniciarán la lactancia ellos mismos y el porcentaje de éxito, al no haber elementos que les confundan, será mucho mayor.

Fotos | Sebribeiro y Sebribeiro en Flickr
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