A qué edad empezamos a tener recuerdos y por qué no recordamos cuando éramos bebés, según la ciencia

A qué edad empezamos a tener recuerdos y por qué no recordamos cuando éramos bebés, según la ciencia
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Si te preguntaran cuál es el primer recuerdo que tienes de tu vida, ¿qué contestarías? ¿Qué edad tenías en él? La psicología ha demostrado que los primeros recuerdos de la infancia son una parte importante del desarrollo psicológico, pero también son frágiles y susceptibles a la influencia externa.

Estos recuerdos tienen un papel esencial en la construcción de la identidad y personalidad, y en la narrativa personal de una persona, pero no siempre son recuerdos fiables y exactos (por diversas razones). Pero, ¿qué sabemos de estos primeros recuerdos? ¿Cómo se construyen, y a qué edad empezamos a recordar, según la psicología y la ciencia?

Amnesia infantil: no recordar los primeros episodios de vida

La amnesia infantil es la ausencia o escasez de recuerdos que guarda una persona adulta de sus primeros años de vida. Esto sucede hasta los 3 o 4 años de vida, que es cuando empezamos a tener recuerdos.

Y es que, según un estudio de la Universidad de Londres, elaborado por expertos de diferentes universidades, recordar episodios antes de los 3 o 4 años es muy improbable. Para la investigación se pidió a más de 6.000 personas de todas las edades que hicieran lo mismo; que dijeran cuál fue su primer recuerdo autobiográfico.

La amnesia infantil es la ausencia o escasez de recuerdos que guardamos de nuestros primeros años de vida. Solemos recordar a partir de los 3-4 años.

Por qué no recordamos cuando somos bebés

Pero, ¿por qué no recordamos cuando somos bebés? La razón exacta de esta amnesia no está completamente clara, pero se han propuesto varias teorías. Una de estas teorías tiene que ver con la falta de desarrollo de ciertas estructuras cerebrales responsables de la formación de recuerdos a largo plazo.

Por otro lado, un estudio de 2014 realizado con roedores, concluyó que el gran número de neuronas que se forman en los primeros años de vida, proceso conocido como "neurogénesis", al producirse en cerebros todavía pequeños, "anula" los procesos encargados de generar recuerdos.

En otras palabras, el tamaño del cerebro de un niño pequeño es aún limitado para el proceso de generar nuevas células y almacenar recuerdos a la vez, por lo que éste prioriza, sabiamente, lo primero.

Cuáles son los primeros recuerdos

Algunos psicólogos creen que los primeros recuerdos de la infancia están relacionados con la formación de la identidad. Los recuerdos que perduran suelen ser eventos significativos o emocionales que influyen en la autoimagen y la identidad de la persona.

Así, recordamos episodios importantes que han contribuido a que seamos de una forma u otra, como puede ser el verano en el pueblo donde hicimos los primeros amigos y socializamos.

Concretamente, la teoría de la narrativa personal sugiere que los primeros recuerdos ayudan a las personas a crear una narrativa personal coherente de sus vidas. De esta forma, los recuerdos tempranos a menudo son seleccionados y reconstruidos para encajar en la historia que una persona se cuenta a sí misma sobre quién es y cómo ha llegado a serlo.

Cómo se crean los recuerdos y por qué algunos son falsos

Un factor crucial en los recuerdos que tenemos de niños son las interacciones sociales. Y es que, la formación de recuerdos en la infancia temprana está fuertemente influenciada por estas.

Los padres, cuidadores y otros adultos desempeñan un papel fundamental en la construcción de la memoria de un niño, ya que a menudo le cuentan historias sobre su pasado y le ayudan a recordar eventos importantes.

Seguro que te ha pasado con tu familia, que un familiar te ha contado algo sobre cuando eras niño (por ejemplo, "cuando eras pequeño ibas en bicicleta por el pueblo y un día te caíste y..."), y de tanto escucharlo, el recuerdo se ha convertido en "real" en tu mente, parece que sea tuyo, que lo recuerdes de verdad.

Sin embargo, muchos recuerdos infantiles (sobre todo, si nos los han contado), pueden ser falsos. Así lo indica el primer estudio de Londres que hemos citado, que mostró que alrededor del 40% de las personas tenemos un primer recuerdo ficticio.

Pero hay otros factores que influyen en la creación de recuerdos tempranos falsos, como la sugestión y la imaginación. Así, a medida que los niños escuchan y recrean historias sobre su pasado, es posible que se mezclen elementos ficticios con la realidad.

La memoria: una reconstrucción, no una fotografía

Como hemos visto, hay muchos factores que influyen en los recuerdos infantiles, como el cerebro y su inmadurez, lo que nos cuentan y las emociones asociadas al recuerdo (si un episodio está asociado a una intensa emoción, es más fácil recordarlo que si se trata de un episodio "neutro" emocionalmente, es decir, que no nos hizo sentir nada).

Además, no olvidemos que la memoria no es una fotografía o un "registro" de un evento que sucedió, sino una construcción, una representación del "yo" en el pasado, y así lo defienden las teorías contemporáneas de la memoria, por ejemplo en este artículo publicado en Psychological Review.

Y es que la memoria sigue siendo, en muchos sentidos, una gran desconocida, pero por ello los estudiosos de la psicología y la ciencia siguen investigándola. Lo que está claro es que memoria, emoción e identidad van unidos, y que desde que somos pequeños nuestra mente registra eventos (aunque no los recordemos todos, porque una cosa es el registro del evento y otra, la evocación del mismo).

En definitiva, el hecho de que recordemos unos y no otros tiene que ver con el cerebro infantil, pero también, con el poder emocional de estos recuerdos y con lo que nos han contado que vivimos siendo niños.

Foto | Portada (Freepik)

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