El síndrome del emperador o hijos que maltratan a sus padres

El síndrome del emperador o hijos que maltratan a sus padres
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Muchas veces hablamos del maltrato físico y emocional a los hijos y sus graves consecuencias, pero hoy queremos aproximarnos a otro modo de violencia que se da en el sentido contrario. No me gusta la denominación “síndrome del emperador”, como se conocen estos hechos y por eso he querido completar el título con el más explicativo “hijos que maltratan a sus padres“.

¿Qué puede suceder para que un hijo maltrate a sus padres, especialmente a su madre? Se trata de niños que desde pequeños insultan a los padres, los controlan con sus exigencias, sin atender a normas ni límites. Cuando crecen, los casos más graves pueden llegar a la agresión física.

Yo he conocido un par de casos de preadolescentes que seguían este comportamiento, y la impresión era que cada uno tenía problemas de origen diferente, unos familiares y contextuales y otros genéticos y/o psicológicos.

Algunos expertos comparten la teoría de que los niños que maltratan a sus padres lo hacen como consecuencia de carencias educativas, pero parece ser que los factores educativos no explican todos los casos. Veamos por qué se caracteriza un niño violento con sus padres para entenderlos mejor:

  • Elevada insensibilidad emocional. El elemento esencial del “síndrome del emperador” es la ausencia de conciencia. Son niños que genéticamente tienen mayor dificultad para percibir las emociones y hacer distinciones morales o éticas.
  • No tienen un sentimiento de vinculación moral o emocional, ni con sus padres ni con otras personas o instituciones. En estas características suele haber trastornos psicológicos implicados.
  • No responden a las pautas educativas ni aprenden de los errores.
  • Focalización elevada en metas egocéntricas, busca su propio beneficio sin atender a las necesidades o peticiones de los demás.
  • Baja empatía y dificultad para desarrollar sentimientos de culpa.
  • Ausencia de apego a los padres y adultos.
  • Conductas habituales de desafío, mentiras e incluso actos crueles hacia hermanos y amistades.

gritando

Posibles razones para que un hijo maltrate a sus padres

Hasta hace poco los únicos responsables que se buscaba para este fenómeno de violencia familiar eran los padres, pero en la actualidad los expertos señalan junto a las causas familiares y sociales, otras causas genéticas que ayudan al desarrollo de este síndrome.

La falta de afectividad suele estar entre las causas principales del “síndrome del emperador”: se da cuando hay un abandono de las funciones familiares, la sobreprotección y sobre exigencia simultáneas, los hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo, la ausencia de autoridad, la permisividad y, sobre todo, la falta de elementos afectivos.

Sin embargo, hay especialistas que señalan que estos aspectos familiares o ambientales no son suficientes para explicar este fenómeno. La violencia necesita alguna causa más para aflorar, y suele hacerlo en la adolescencia como consecuencia de un deterioro personal, de una falta de educación emocional que cada vez se revela más importante.

Estos niños son incapaces de desarrollar emociones como la empatía, el amor o la compasión, lo que se traduce en dificultad para mostrar arrepentimiento por las malas acciones (en realidad, no saben que están haciendo una mala acción). Y aquí ya hablamos de causas biológicas. No se trata de niños que en algún momento perdieron la capacidad de ser empáticos, sino que nunca tuvieron esa capacidad.

Por otro lado, podrían tenerse en cuenta ciertas causas sociológicas, en un entorno en el que se desprestigia el sentimiento de culpa y se alienta el consumismo, la gratificación inmediata y el hedonismo (valgan como ejemplo los concursos y reallitys de televisión en los que no son válidos factores como el esfuerzo, la inteligencia o la empatía para triunfar).

¿Qué podemos hacer para prevenir la violencia de nuestros hijos

Vemos que no todos los factores son controlables y en ocasiones existen causas biológicas asociadas a determinados trastornos psicológicos que hacen que un niño maltrate a sus padres.

Pero si hay algo en nuestra mano para evitar el maltrato de los hijos (y voy más allá, para evitar el maltrato a sus compañeros, para excluir la violencia como un modo de relación con el entorno), destacaríamos los puntos siguientes:

  • No ser violentos con ellos. No pegar a nuestros hijos ni aplicar con ellos ninguna forma de maltrato es fundamental para que ellos no vean el maltrato como una forma habitual de relacionarse. Una de las consecuencias de los azotes es esa normalización de la violencia.
  • Eduquémoslos en las emociones. Recordemos que la educación emocional está entre las bases para que los niños de hoy sean adultos capaces y felices. La disminución de la violencia y el altruismo están vinculados al aprendizaje emocional. Y para ello es clave enseñar al niño a gestionar sus emociones.
  • En relación al punto anterior, es importante compartir con ellos sentimientos y preocupaciones, comunicarnos intensamente, buscar intereses comunes…
  • Expliquémosles las razones morales y prácticas que supone su mala acción. Por muy pequeños que sean, aun cuando pensemos que no van a entendernos, es importante hablar con ellos una y otra vez sobre estos temas.
  • Enseñémosles autocontrol, la capacidad de esfuerzo, la necesidad de los errores para aprender, herramientas para la canalización de los conflictos…
  • Debemos ser claros en los valores y las normas, explicadas, para que no se sientan desorientados o inseguros y tengan puntos claros de referencia, al tiempo que respetamos su forma de hacer las cosas dentro de lo acordado. Hay que hablar con ellos para explicarles cuáles son sus deberes o papel en las tareas de la casa, porque ellos también son importantes en ello.
  • Para llevar a cabo todos los puntos anteriores necesitamos dedicarle tiempo a nuestros hijos.

La violencia, física o psicológica, de niños y adolescentes hacia sus padres tiene una incidencia cada vez mayor tanto en las familias tradicionales como en las monoparentales (más elevadas todavía). Y lo que conocemos tal vez sólo sea la punta del iceberg, porque muchos padres no denuncian estos hechos.

Fotos | wsilver y mdanys en Flickr
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