Criar sin azotes: Comunicación positiva (V)

Criar sin azotes: Comunicación positiva (V)
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Muchos de nosotros repetimos las pautas de crianza que recibimos de nuestros padres. Seguros de que lo hicieron lo mejor que supieron no nos atrevemos a enfrentar la idea de que podemos hacerlo de otro modo. Pero es posible hacerlo y la herramienta que nos ofrece la comunicación en positivo puede ayudarnos.

Cambiar la manera de criar es posible

Si fuimos criados con cachetes o castigos, con palabras duras o despectivas, con desapego, no conocemos otro modo de criar. Incluso el entorno nos dice que los niños se malcrían si no se es firme y se les pone en su sitio desde chiquitines, dejándolos llorar o no atendiéndolos si nos piden ser tomados en brazos.

También nos dicen muchos de nuestros conocidos que no pasa nada si les damos un cachete o un pescozón, que a ellos se los dieron y no salieron tan mal. Tampoco nosotros salimos tan mal, pensamos.

Pero nuestros hijos no tienen que recibir golpes de quienes los amamos tanto, no es necesario. Y tampoco necesitan que sus deseos de abrazos, mimos, besos y compañía sean frustrados, sino que precisamente, como necesidades que son, en importante atenderlas.

Cuando nos desobedezcan o tengan conductas peligrosas o agresivas debemos aprender a enfrentarnos a ellas como manifestaciones de una necesidad no cubierta y ahondar en ello, aprendiendo a interpretar las señales y a aceptar que hay poderosas razones del corazón que no se pueden negar.

Puesto que hablamos de usar la comunicación en positivo para lograr una crianza más respetuosa con los niños y con nosotros mismos, es importante mantener esa idea clara, las necesidades emocionales deben ser atendidas y los actos son intentos de que esas necesidades sean cubiertas.

Me gusta que mis amigos me dejen con la palabra en la boca

Me gusta que mis amigos me dejen con la palabra en la boca o en el teclado cuando hablamos por teléfono o por el chat porque sus hijos los reclaman. No hace falta que se despidan, solo con que digan “adiós mi hijo llama”, ya me siento más que abrazada y atendida. Y no me gusta cuando escucho al niño reclamar y a ellos mandarle callar. Me encanta saber que los atienden a ellos por encima de todo. Se entonces que los escogí bien.

Como decía antes, los adultos parecemos a veces niños reclamando la atención de mamá muchos años después y buscando a esa mamá ausente de la primera infancia en otros y en cosas. Pero ya nadie ni nada puede llenarnos y nos relacionamos con avidez y celos con los demás, acumulando cosas, experiencias, adrenalina y distracciones para desconectarnos un poco de la realidad.

La felicidad nos espera

Entonces, cuando llega el niño, nuestras necesidades se enfrentan a las de ellos, y nos agobiamos y queremos despegarnos para recuperar actividades que, bien miradas, no son esenciales ni necesarias, ni, a la larga, nos reconcilian con la felicidad.

Pero estamos lastrados, incapaces de entregarnos plenamente al niño y a su necesidad inmensa de nosotros. Al lograr entregarnos al bebé nos sentimos sanados, aunque el proceso puede resultar complicado y doloroso.

Luego, hecho esto, la comunicación con nuestros hijos llega a ser la parte más importante de nuestra felicidad, pero precisa una ejercitación, para aprender a atenderlos sin impaciencia ni gestos negativos.

Seguiremos profundizando en esto para aprender a reconocer lo que manifiestan las acciones de los niños y como responder a sus demandas desde la positividad.

Ni etiquetas, ni gritos, ni fuerza física

Con la comunicación positiva ya no vamos a etiquetar al niño negativamente, ni, por supuesto, vamos a amenazarlo con dejar que quererlo o con pegarle si no nos obedece.

Resistirnos a usar la fuerza física o el grito cuando un niño pequeño no obedece es complicado, es algo que nos brota de dentro inconscientemente, y que solo podremos enfrentar desde el convencimiento de que los gritos o lloros del niño no son intentos de manipularnos, sino llamadas para que atendamos su necesidad primaria de ser tocado, abrazado, mirado y escuchado.

Debemos ponernos en el lugar del niño, con empatía, y entender en lo posible lo que siente y de donde brotan sus demandas, encontrándonos con sus necesidades emocionales y aceptándolas como naturales.

Estas necesidades emocionales solo podremos cubrirlas nosotros ahora. Por ese motivo es tan importante aprender una comunicación positiva que permita que lleguemos a entender al niño y al niño, por nuestro ejemplo, a ser empático con nosotros y con todas las demás personas que encontrará en su camino vital.

La práctica

En el próximo tema veremos un ejemplo práctico de comunicación en positivo que espero que nos ayude a entender como podemos empezar a usarla con los niños. Será una situación por la que todos los padres hemos pasado o vamos a pasar y veremos como enfrentarla.

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