La tos es de los síntomas más molestos que pueden sufrir los niños cuando están acatarrados o con alguna infección respiratoria. Las noches en vela que hemos pasado los padres por culpa de la tos son imposibles de contar, sin hablar de la impotencia que nos da querer ayudar a nuestro hijo que no para de toser, y no encontrar solución.
Habrá que llevar al niño al médico para que lo revise y paute un tratamiento a seguir. Pero más allá del jarabe que el pediatra pueda pautar (muchas veces no lo suelen recomendar), vale la pena saber cuándo hacer algo y cuándo no, y tener en cuenta que hay algunos remedios naturales para la tos que nos pueden ser útiles.
A grandes rasgos podemos hablar de dos tipos de tos:
- Tos seca: cuando no mueve el moco ni expulsa nada. Sucede porque hay una inflamación en las vías respiratorias y el cuerpo cree que hay algo que expulsar. Es una tos molesta que, al no ser eficaz, sí podría intentar paliarse o disminuirse de algún modo.
- Tos con flema o productiva: no hay mucho que se puede hacer excepto un mucolítico para expulsar el moco -si el médico lo prescribe-, y algunos remedios caseros como baños de vapor o lavados nasales para ablandar el moco y que fluya.
Remedios naturales para la tos que funcionan
Lavados nasales
El lavado nasal con suero parece aliviar los síntomas del catarro, ya que elimina temporalmente los mocos y descongestiona. Pero puede ser algo molesto para el bebé que le haga llorar, y así genere más moco, así que hay que hacerlo de forma suave siguiendo estas indicaciones.
Se pueden hacer las veces que el niño lo necesite siendo especialmente útil antes de comer y de dormir, para que lo haga con las vías despejadas.
Miel
En 2018, la Cochrane hizo una revisión sistemática donde se confirmó que la miel parecía aliviar la tos y no tenía efectos adversos.
De hecho, la Academia Americana de Pediatría y la OMS sugieren la miel como posible tratamiento de la tos nocturna: 2.5-5ml de miel directamente o diluida en algún líquido. Eso sí: siempre en niños mayores de un año (los menores de un año no deben tomar miel por el riesgo de botulismo).
Baños de vapor
Abrir la ducha caliente para que haga vapor y meter al niño en el baño con la puerta cerrada para que respire ese vaho es una buena medida para reblandecer la mucosidad de las vías respiratorias.
También podéis hacerlo durante el baño del niño, con él o ella dentro de la bañera, pero siempre regulando la temperatura del agua para que no se queme. En este caso no podremos ponerla tan caliente, pero igualmente le vendrá bien el vapor que se genera.
Otra opción son los vahos, que podemos hacerlos colocando agua caliente en un bol grande y que el niño respire unos minutos cubriendo la parte posterior de la cabeza con una toalla. Pero esto es más peligroso en niños pequeños por el riesgo de quemaduras. Se puede añadir al agua unas gotitas de aceites esenciales, como el eucalipto o el romero que ayudan a mejorar la congestión.
Pastillas para chupar
Aunque no hay mucha evidencia científica en niños, la Academia Americana de Pediatría manifiesta que las pastillas para chupar pueden aliviar la tos y la irritación de garganta y no parecen ser perjudiciales (salvo el aporte de azúcar, si llevan) siempre que se den en niños mayores de cinco años para evitar el atragantamiento.
Cebolla cortada
Dicen las creencias populares que su beneficio es por la inhalación de vapores que contienen sustancias terapéuticas. Lo cierto es que no existem estudios científicos que lo corroboren (o lo desmientan).
Pero tampoco es dañino para el niño, más allá del olor que deje en la habitación y siempre que no sustituya a otros tratamientos médicos que pueda pautar el médico.
Humidificadores, ¿sí o no?
El ambiente seco puede dificultar que fluya el moco, y en esos casos, el humidificador puede ser de ayuda para aumentar la humedad, que debería estar entre el 40 y el 60%. Sin embargo, aunque en teoría a mayor humedad, más fluidos son los mocos, no parece que humidificar de más el ambiente mejore los síntomas catarrales.
Hay que tener en cuenta que los humificadores no están exentos de riesgos (quemaduras, infecciones), hay que mantenerlos limpios, y en algunos casos como el asma o las neumonías pueden ser contraproducentes.