Cada año nacen en España entre 1.000 y 1.100 bebés prematuros antes de la semana 28

Cada año nacen en España entre 1.000 y 1.100 bebés prematuros antes de la semana 28
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Cada 17 de noviembre se celebra en todo el mundo el Día del Prematuro. Con este motivo, la Sociedad Española de Neonatología (SeNeo) analiza el cambio en el perfil de los bebés nacidos prematuros en nuestro país, las causas de la prematuridad en España, e insiste en la importancia de las medidas de prevención y una estrategia nacional de cuidados para su correcta salud y supervivencia.

En la actualidad, estamos asistiendo a un descenso preocupante de la natalidad en nuestro país, un descenso que obedece a múltiples causas y que no se acompaña de un descenso de la prematuridad, manteniéndose en un porcentaje próximo al siete por ciento de nacidos prematuros; es decir, aquellos bebés que nacen antes de la 37 semana de gestación.

El mayor número de bebés prematuros nacen entre las semanas 32 y 37.

A este problema, se suma un cambio en el perfil de los prematuros, al aumentar cada vez más la supervivencia de aquellos bebés que nacen con menos de 28 semanas, o menos de 1000 gramos.

Es en esta población donde se concentra el mayor riesgo de problemas a medio y largo plazo. “Para ellos tenemos que tener una estrategia a nivel nacional de cuidados que no sólo tienen que aplicarse desde el mismo momento del nacimiento, sino después durante su estancia hospitalaria, y más aún cuando estos pequeños se van del hospital y se incorporan a la vida familiar”, explica el Dr. Manuel Sánchez Luna, presidente de la Sociedad Española de Neonatología.

Las causas de la prematuridad

prematuros

Las causas de la prematuridad son múltiples, algunas de ellas relacionadas con problemas agudos durante la gestación, enfermedades maternas o trastornos anatómicos.

Sin embargo, cada vez más, y sobre todo en los últimos años se observa un progresivo aumento de la prematuridad asociado al retraso de la edad materna a la gestación -que en España ha alcanzado ya los 32 años de media para el primer hijo-, la necesidad de acudir a técnicas de reproducción asistida y los problemas asociados a éstas como son las gestaciones múltiples.

Algunos de estos factores se han ido corrigiendo hace poco, como es precisamente la tasa de gemelaridad, pero otros factores como el retraso de la edad de las madres a la gestación cada vez está más pronunciado.

Además, las propias condiciones biológicas de las parejas que precisan técnicas de reproducción asistida hace que aumente el riesgo de prematuridad. Se calcula que las técnicas de reproducción asistida se asocian a un aumento de hasta tres veces el riesgo de tener un hijo con un peso inferior a los 1500 gramos al nacer.

El impacto de la prematuridad

El impacto de la prematuridad es grande, tanto desde el punto de vista sanitario como socioeconómico. El mayor número de recién nacidos prematuros afecta a los nacidos entre las  semanas 32 y 37, sin embargo son fundamentalmente los nacidos antes de la semana 28 (con menos de 1000 gramos al nacer) los que precisan un cuidado mucho más especializado y que además presentan un mayor riesgo de complicaciones. Cada año en nuestro país nacen entre 1.000 y 1.100 bebés antes de la semana 28.

La “prematuridad extrema” es la de aquellos niños que nacen en el límite de la viabilidad,  entre la semana 22 y la semana 25. Lo hacen en un momento demasiado precoz en lo que es su desarrollo, en una situación muy limitante para sobrevivir fuera del útero de la madre.

En este grupo, los problemas más frecuentes son: los respiratorios crónicos; la displasia broncopulmonar; los neurológicos, donde ha habido algún riesgo para el desarrollo normal del  cerebro; lesiones cerebrales por el propio parto prematuro o por las circunstancias alrededor del nacimiento prematuro. Con menos frecuencia: problemas de infección, debido a que estos  niños tienen la inmunidad muy comprometida y se defienden muy mal de las infecciones,  problemas metabólicos y problemas digestivos.

prematuro

Los problemas de los “prematuros más tardíos”, los que nacen más cerca de las 37 semanas de gestación, son diferentes. Están más relacionados con la adaptación al nacimiento. No suelen dejar secuelas y, en general, en la mayoría de los casos, se superan bien. El equilibrio para conseguir la mejor supervivencia con menor número de secuelas está en que estos niños  nazcan en centros donde la medicina neonatal esté muy avanzada.

Lo primero que tenemos que hacer, cuando nacemos, es respirar con los pulmones. Por  eso, tradicionalmente se ha creído que la supervivencia depende del grado de desarrollo  pulmonar. Es algo obvio. Pero no se nos puede olvidar que es fundamental que el desarrollo  cerebral sea el adecuado. Al igual que el de los riñones, el de los sistemas metabólicos y el de los  sistemas inmunológicos. Si un bebé, cuando nace, es tan inmaduro que es incapaz de respirar, su cerebro es igual de inmaduro. Lo es su riñón, lo es su páncreas, lo es su hígado. Los  profesionales de la neonatología tienen como objetivo en esos casos madurar al feto, no sólo los pulmones, administrando a la madre corticosteroides antes del nacimiento. Eso reduce el  riesgo de hemorragia intracraneal, aumenta la supervivencia de los niños prematuros y prepara  al feto a una situación de estrés intensa que es el nacimiento muy prematuro”, argumenta el presidente de la SeNeo, Manuel Sánchez Luna.

Con todo, se ha avanzado mucho en el manejo respiratorio de los niños prematuros, en la prevención de la infección; se han reducido las secuelas neurológicas y se ha innovado en  aspectos nutricionales.

Los problemas, sin embargo, no cesan cuando se van de alta a sus casas, sino que sigue un largo proceso de cuidados y atención especializada tras el alta, complejo y muy costoso que incluye en la mayoría de los casos terapia ocupacional, fisioterapia y estimulación precoz, controles metabólicos y nutricionales y controles e inmunizaciones para la prevención de los  problemas infecciosos respiratorios habituales.

La garantía del éxito del cuidado de estos pacientes tan frágiles pasa por el  reconocimiento de la especialidad de la Neonatología y la consiguiente organización de la asistencia neonatal en los centros que cuenten con las unidades adecuadas con personal acreditado y recursos suficientes.

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