¿Cómo saber si mi hijo tiene un TOC?

Tener pensamientos que nos preocupan en determinados momentos es algo normal, también en los niños. Pero en algunas personas, los pensamientos intrusivos y preocupaciones se presentan de manera constante, llegando a afectar al funcionamiento de su vida diaria.

Esto puede ser señal de la existencia de un trastorno obsesivo compulsivo, también conocido como TOC.

Y en el caso de los niños, este tipo de pensamientos pueden llegar a ser muy molestos, hasta el punto de sentirse obligados a realizar conductas que no desean (las llamadas compulsiones), con la finalidad de dejar de tener estas preocupaciones, lo que les genera mucho malestar.

¿Crees que tu hijo podría tener un TOC? ¿Cómo averiguarlo? ¿Qué tratamientos existen para el TOC?

¿Qué es el TOC?

El TOC es un trastorno ansioso, en el cual la persona experimenta pensamientos intrusivos con ideas que en general conllevan a miedos.

Es lo que conocemos como obsesiones, y estas, a su vez, hacen que la persona recurra a determinadas conductas de manera repetitiva para aliviar ese miedo; a esto se lo conoce como compulsiones.

Los niños que tienen TOC pueden presentar obsesiones, compulsiones o ambos síntomas.

No es lo mismo tener TOC que tener manías

Pero también es importante que tengas en cuenta que el hecho de que un niño tenga algunos comportamientos repetitivos (como "rituales" o manías) o ciertos tipos de pensamientos, no necesariamente es señal de TOC.

Así, puede tratarse de manías; estas aparecen cuando hay niveles de ansiedad significativos, y los niños recurren a ellas normalmente para aliviar el estrés o la tensión.

Las manías en la infancia

Las manías se pueden presentar de diferentes maneras, siendo muy comunes el utilizar determinados platos o vasos para comer, querer que sus juguetes estén ordenados de cierta manera, no querer o poder dormir en su cama y preferir otra, etc.

Diferencias entre el TOC y las manías

La diferencia principal entre el TOC y las manías es que en estas últimas no hay ninguna preocupación ni angustia al no poder realizar determinadas conductas para aliviar los pensamientos.

Por otro lado, en el caso de TOC, aunque el niño intente evadir las compulsiones y las obsesiones, esto le resulta imposible.

De hecho, cuando un niño con TOC trata de ignorar lo que siente y lo que cree necesitar hacer para evitar el malestar, lo único que consigue es sentirse mal y los pensamientos se vuelven más repetitivos. También aumenta la necesidad de realizar las compulsiones.

El TOC en niños

En el caso de los niños, el TOC se experimenta a través de la preocupación constante de que algo malo va a suceder. Puede ser algo que los ponga en riesgo (o a los demás), el hecho de que algo les salga mal o de que no sea "lo correcto", etc.

En estos casos podemos notar que existen pensamientos (verbalizados por los niños) que los hacen sentir tristes o con miedo y que no pueden dejar de tenerlos.

También se puede presentar con conductas repetitivas o la necesidad de tener cierto orden particular con sus objetos o juguetes.

Causas del TOC

Las causas del TOC son desconocidas, si bien es cierto que su origen está asociado a importantes períodos de estrés o cambios.

Así, hasta el momento no se conoce a ciencia cierta los motivos por los cuales se desarrolla este trastorno, pero también se sospecha que tiene que ver con los neurotransmisores, los químicos que regulan el cerebro.

Síntomas del TOC en la infancia

Como hemos visto, cuando un niño tiene TOC, experimenta obsesiones o compulsiones, y en muchos casos, ambas.

Los síntomas, de hecho, son los mismos que en los adultos, aunque la temática de las obsesiones puede cambiar (por ejemplo, hacer referencia a aspectos del colegio, de juguetes, etc.).

Entre los síntomas que se pueden experimentar en el TOC se encuentran:

  • Pensamientos no deseados que tienen todo el tiempo; estos pensamientos los pueden vivir como imágenes que llegan a su mente y que son desagradables o que les hacen sentir angustia.
  • Repetir determinados pensamientos, como contar o decir palabras. Esto pueden hacerlo en silencio o sentir la necesidad de hacerlo en voz alta.
  • Sentir la necesidad de hacer algo de manera repetitiva, como por ejemplo ordenar los juguetes una y otra vez (o de una determinada manera), lavarse las manos, arreglar su ropa, etc.
“Imagina tus peores pensamientos como un ‘soundtrack’ sonando en tu mente 24/7, día tras día”.
-Adam Walker Cleveland-

¿Cómo puedo saber si mi hijo tiene TOC?

Muchas veces puede resultar complejo saber si un niño tiene TOC, porque a ellos se les puede hacer difícil explicar lo que les sucede.

Es preciso que como padres, educadores, terapeutas o cuidadores prestemos atención a su conducta y podamos evaluar si realiza determinados ‘rituales’.

Eso sí, siempre con la ayuda de un profesional, un psicólogo especializado en infancia, que pueda realizarle una buena evaluación.

Una vez hecha esta aclaración, vamos a darte algunos consejos para que tú mismo puedas intentar detectar ciertas conductas o síntomas en tu hijo.

Si aparecen rituales (compulsiones)...

Si nuestro hijo manifiesta estos rituales, por ejemplo, es posible que esté intentando, de esa manera, aliviar el estrés y la tensión que las obsesiones le producen.

Pero es posible que al preguntarle la razón por la cual hace eso, simplemente responda con un: ‘no sé’ o ‘porque sí’.

Indagar en sus causas

Si notas que tu niño realiza conductas repetitivas (por ejemplo, hacer las cosas de una determinada manera, contar siempre hasta cierto número, mirar mucho la comida del plato y "ordenarla" antes de llevársela a la boca...), trata de indagar un poco en los motivos para hacerlo.

En el TOC, es probable que él exprese sentir que tiene que hacer eso para evitar que algo malo suceda. Generalmente este temor no se encuentra fundamentado en un peligro real al cual esté expuesto.

Prestar atención a los síntomas

Así, es importante prestar atención a estos síntomas, y en caso de sospechar de la existencia del TOC, consultar con un especialista para llevar a cabo una evaluación que posteriormente lleve a un diagnóstico, y a partir de allí determinar el tratamiento correspondiente.

El diagnóstico de TOC en niños puede ser complejo, como lo indican en un artículo Vásquez, Ortiz, Rodríguez-Losada y  Jaramillo (1999), y es entonces cuando los padres y maestros pueden ayudar a determinar su presencia al relatar sus observaciones.

Tratamiento del TOC en la infancia

En la actualidad existen algunas alternativas de tratamiento para abordar el TOC en la infancia, tales como:

Terapia cognitivo conductual

La terapia cognitivo conductual ha demostrado tener un efecto positivo en los casos de niños con TOC, ayudándolos a controlar sus compulsiones y, eventualmente, permitiendo disipar los pensamientos obsesivos.

Concretamente, lo que se realiza es la exposición con prevención de respuesta (EPR), que consiste en no realizar la compulsión (el ritual) cuando aparece la obsesión (y así sistemáticamente hasta que desaparezcan las obsesiones).

También deberemos ayudar al niño a comprender que su conducta no está relacionada con eso que tanto teme (por ejemplo, si piensa "si no hago el ritual, algo malo pasará"), y que no pasará nada malo si deja de realizar las compulsiones.

Se trata de trabajar con esas creencias irracionales que van asociadas al TOC.

Ejercicio físico

La actividad física, principalmente aquella que está estrechamente ligada a la toma de consciencia del cuerpo y los pensamientos, como el yoga y las artes marciales, son de gran ayuda en el TOC como complemento a la terapia psicológica.

“Es como si tuvieras dos cerebros, uno racional y otro irracional. Y están constantemente discutiendo”.
-Emilie Ford-

Medicación

Finalmente, en algunos casos (sobre todo, en TOC muy graves), la terapia cognitivo conductual ayuda pero no es suficientemente efectiva, y es entonces cuando el uso de fármacos puede ser una opción para ayudar a restablecer la química del cerebro del niño y ayudarlo a aliviar los síntomas.

Eso sí, siempre se debe recurrir a esta opción después de probar la terapia psicológica, y ser cautos, siguiendo siempre las recomendaciones del profesional (en este caso, de un psiquiatra infantojuvenil).

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