¿Qué hacer si mi hijo aún no se ha adaptado al colegio?

¿Qué hacer si mi hijo aún no se ha adaptado al colegio?
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Los primeros días de colegio pueden ser duros para algunos niños. Pero la mayoría se adaptarán o se resignarán (según el caso) y la gran mayoría acudirán contentos, disfrutando de sus compañeros y de las activides. Sin embargo, no siempre es de este modo y hay niños que tardan mucho en adaptarse y otros, hay que decirlo, que pueden tardar años y hasta están los que nunca serán felices en el colegio.

Pensando en esos casos vamos a tratar de ayudaros a ver qué podéis hacer si vuestro hijo no se ha adaptado aún al colegio.

Consejos para favorecer la adaptación al colegio

Por supuesto, podemos seguir trabajando con estrategias que favorezcan la integración del niño en el cole, mediante juego simbólico, hablando mucho de la cuestión y también dando valor a los sentimientos negativos que el niño exprese.

Lo más importante es que un niño se sienta seguro, acompañado y respetado en sus ritmos personales, mucho más que cualquier rutina o actividad que se pueda realizar en un aula de infantil o en la guardería.

La realidad es que sea en la guardería, sea en el aula de infantil, los niños no todos comenzarán el curso con igual alegría, algunos estarán apáticos y otros no disfrutarán de la escuela (de la que les toque por lo menos).

La adaptación ideal

La escuela respetuosa debería permitir que los padres, siempre que ellos puedan, acompañaran a sus hijos en clase y tendría un horario flexible para que el niño solamente estuviera el tiempo que necesitara

Si el periodo de adaptación es respetuoso y amplio seguramente habrá muchos menos problemas y los niños harían el cambio de ambiente con más tranquilidad, pero normalmente es demasiado rígido e incluso hay quien se plantea si sería mejor quitarlo: que lloren todos ya que algunos no pueden ser acompañados por sus padres.

Es más, existen escuelas, pocas pero realmente maravillosas, que no prohiben a los padres la entrada y se permiten una política de puertas abiertas, lo que me parece una solución ideal.

Sin que eso suceda es complicado manejar lo cortos que son los periodos de adaptación, pero siempre se puede negociar a ver si se logra conseguir que nos dejen estar con los niños hasta que se sientan contentos en el nuevo entorno (y de paso valorar ese entorno nosotros personalmente).

Cuando el niño no disfruta del colegio

Cuando pasado un tiempo vemos claro que el niño no se adapta y no disfruta del cole la situación debemos valorarla con sinceridad y sin culpablizarnos ni culpar ni al niño ni a la escuela a prori. Hay que ser objetivos y también aceptar que no todas las personas disfrutamos de las mismas cosas.

Personalmente no soy partidaria de contarle al niño lo bien que lo tiene que pasar o los estupendos amiguitos que va a hacer con demasiada insistencia, pues podemos estar negando su derecho a pasarlo mal o a que la escuela no le guste. Creo que hay que dejarles que decidan por ellos mismos lo que sienten y piensan sobre esa experiencia, dándoles, eso si, la seguridad de que iremos a buscarlos y que vamos a defender sus derechos y necesidades, como sus padres que somos.

De hecho es que hay escuelas a las que casi me asombra que los niños se adapten por la rigidez de sus normas y lo anticuado de sus sistemas pedagógicos. Por tanto también tendríamos que valorar si ese colegio es el adecuado para nuestro hijo o no es adecuado según nuestro parámetros. Yo no estoy dispuesta a aceptar los castigos, por ejemplo, bajo ninguna circunstancia los uso y no podría permitir que otra persona los decidiera usar y menos con los argumentos que recuerdo que los usaban.

De todos modos, cada niño es diferente y no hay una ley universal que obligue a los seres humanos a adaptarse felices al colegio que les haya tocado aunque otros vayan encantados. Los niños que no se adaptan o los que se aburren en el cole o no les gusta sencillamente son tan sanos emocionalmente y serán tan seguros de ellos mismos como los otros si respetamos su capacidad para sentir. Todos queremos que nuestros hijos sean felices, pero la felicidad no se puede forzar.

Por supuesto también hay que hablar de las cosas agradables que harán en el cole, pero no como algo que deba compensarles necesariamente. La clave es no mentir y darle al niño la posibilidad de experimentar, juzgar y expresar libremente. Quizá no consigamos que se adapte mejor, pero si que confie más en nosotros y en él mismo, lo que es indispensable para adaptarse a la vida.

Recuerdo que a mi hijo lo de las canciones y las fichas de colorines le parecía una tortura, asi que decirle lo divertido que era no habría servido más que para que me considerara una mentirosa y una manipuladora. Y yo no podía mentirle y llegar a soportar la escuela era lo máximo que podíamos conseguir.

Respeto al niño y sinceridad

A estos niños que no se ha adaptado aún, a ellos especialmente, hay apoyarlos en lo negativo, ayudarles a buscar soluciones ante los problemas, valorándolos ecuánimes pero no negándole al niño la razón sistemáticamente. También valorar lo positivo que encuentren ellos en el colegio, que lo habrá, aunque el conjunto no les guste. Creo que esta es una manera correcta y honesta de ayudarles a adaptarse al colegio si no lo han hecho aún. Respeto al niño y sinceridad ante todo.

En el peor de los casos, si el niño no se adapta a un espacio como la escuela, siempre se sentirá mejor si en su casa lo comprenden y respetan sus sentimientos, no si le hacen sentir mal por no disfrutar de ella.

Y siempre, si es posible para la familia, queda una solución, educarlo en casa. Yo me arrepiento de no haber escuchado a mi hijo cuando era más pequeño y no haberle hecho pasar por una experiencia que nunca le hizo feliz. Y conozco a muchas personas que no fueron al colegio a los tres añitos y os aseguro que luego se adaptaron, mejor o peor, pero independientemente de la edad de su comienzo en el sistema.

Pero ya se que no es solución que la mayoría quiera o pueda adoptar, asi que mejor ayudemos a los niños que no se han adaptado aún al cole a hacerlo con todas las posibilidades a nuestro alcance: acompañamiento físico en la escuela si es posible, acompañamiento y reconocimiento emocional de sus sentimientos negativos, juegos que les hagan acostumbrarse y disfrutar de las actividades nuevas y fomentando la relación con los compañeros fuera del aula, quedando con otras familias para que los niños jueguen en otro entorno y sus lazos de amistad se fortalezcan.

Esperamos que estas ideas y reflexiones os ayuden a lo más importante: ayudar a vuestros hijos, si aún no se han adaptado al colegio, a vivir esa situación con serenidad y respeto.

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