Cada niño es diferente

Cada niño es diferente
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Cada niño es diferente. También somos diferentes cada uno de nosotros, sus padres. Por ese motivo las generalizaciones no son posibles en el terreno, tan amplio, del comportamiento humano.

El temperamento

En el temperamento de cada persona influyen muchos aspectos biológicos, que se consideran de carácter genético, como son el funcionamiento del sistema nervioso y de sus hormonas.

Además, por supuesto, las experiencias y el entorno van a influir también en la manera enla que actuamos ante las circunstancias, dando lugar a la infinita variedad de personas, con personalidad y carácter diferente.

Incluso en los bebés podemos identificar características diferentes desde muy temprana edad. En algunos casos podemos achacarlas a su nacimiento, y sobre todo a momentos traumáticos que hayan podido vivir en esos primeros días, en un parto angustioso o con situaciones que violenten la naturaleza o en la separación de la madre.

Pero no solamente es eso, también nuestra manera de tratarlos, adecuando el cuidado a sus necesidades generales y específicas, podrán hacer que su estrés sea mayor o menor.
Sin embargo, y aparte de todo esto, es indiscutible que todos los niños son diferentes.

Los hay tranquilos, plácidos, que se contentan con todo lo que les propongamos, que duermen relajados y que apenas lloran. Otros tendrán una mayor actividad, serán risueños, inquisitivos, investigadores, sonrientes. Otros se enfadarán con más facilidad, desbordándonos con sus demandas y cambios de humor.

Igual que algunos de nosotros somos más expansivos, habladores, caprichosos, empáticos, con tendencia a la cólera, tímidos, reservados, soñadores… también lo serán nuestros hijos y parte de nuestra labor de padres es reconocer y respetar sus características particulares, guiándolos para aprender a vivir en sociedad y grata relación con los demás, pero siempre desde el respeto y el cariño.

Los cambios en el comportamiento

El entorno va a influir poderosamente en la formación del carácter de cada niño, pero partiendo de su temperamento. A medida que crezca se va a ir enfrentando a retos y cambios enormes, los más importantes de su vida.

Comunicarse, hablar, moverse de manera autónoma, descubrir los alimentos, son esos primeros hitos en el desarrollo que pueden modificar un comportamiento general y que lo harán de manera positiva si son acompañados por sus padres generosos, pacientes y entregados.

Quizá el momento más duro para el niño pequeño es el descubrimiento del yo. Es decir, de que es una persona independiente de su madre, alguien con capacidad de decidir. Y da miedo, mucho miedo. Por un lado quieren tomar decisiones, a veces sin entender de que se trata. Han descubierto el poder del “no”.

Y con el “no” comienza una etapa desconcertante. Ese niño amable y complaciente tiene rabietas. Nada le parece bien. Quiere comer pero nada de lo que le des le gusta. Quiere irse a jugar pero no quiere que te separes pero quiere que te separes. Vamos, que no sabe lo que quiere porque está descubriendo la capacidad de querer algo por si mismo.

Cuando más hayamos sido capaces de dejarle decidir conforme a sus necesidades cuando era un bebé más llevadera es esta etapa. Pero influyen muchos factores, algunos externos como nuestra propia organización familiar, cansancio, preocupaciones, ayuda que recibamos.

Nuestro carácter también influye y si somos personas impacientes o que se enfadan con facilidad les será más complicado llegar a conectarse con nosotros y que entendamos que está casi volviéndose loco de incertidumbre, emoción, miedo y alegría al abrirse a la experiencia de construir su personalidad y su capacidad de decir si o no a las cosas.

Todos los niños son diferentes

Consejos, siempre paciencia, descanso, ayuda y formación en habilidades paternales y evolución natural de la psicología infantil.

Seguiremos hablando de los temperamentos y las circunstancias externas que influyen, también, en el comportamiento de nuestros hijos. Y es que cada niño y cada familia es diferente, pero todos necesitamos aceptación, empatía, respeto y amor.

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