¿Confías en la homeopatía para las dolencias de tus hijos?

¿Confías en la homeopatía para las dolencias de tus hijos?
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La homeopatía es un sistema de medicina alternativa, caracterizado por el uso de remedios carentes de ingredientes químicamente activos y considerado por una gran parte de la comunidad médica y científica una pseudociencia, ya que no tienen base experimental ni científica sólida.

Sin embargo la homeopatía ha registrado un crecimiento importante en los últimos años, también aplicada en niños, y cada vez es más aceptada en algunos países. Incluso es financiada o cubierta por algunos sistemas de sanidad pública o seguridad social.

Muchos padres perciben la homeopatía como segura y sin efectos tóxicos, ya que emplea ingredientes naturales, y son frecuentes las consultas y los tratamientos homeopáticos por problemas respiratorios y cutáneos.

Aunque, según mi opinión, también aumenta la demanda de homeopatía ante la búsqueda de soluciones a determinados problemas como los cólicos del lactante que no tienen remedio claro en la medicina tradicional (aunque sí hay otros medios para calmarlos), se “prueba suerte” con la homeopatía.

Con la fortuna de que el mismo efecto placebo puede dar resultados positivos en ocasiones. Precisamente porque la homeopatía no ha sido capaz de demostrar por medios objetivos una efectividad específica, es decir, mayor que la del efecto placebo, la posición dominante en la literatura científica es considerar la homeopatía como una pseudociencia.

La Medicina Basada en la Evidencia o en pruebas (“Evidence based medicine”) fue un término acuñado en Canadá en los años 80 para describir la estrategia de aprendizaje en la que se subraya la importancia de la revisión de las pruebas procedentes de la investigación, y de la interpretación cautelosa de la información clínica derivada de observaciones no sistemáticas.

El concepto fue dado a conocer en el año 1991 a través de un editorial en la revista ACP (American College of Physicians) Journal Club, primera revista que empezó a publicar resúmenes estructurados de estudios relevantes procedentes de otras revistas. Su difusión se amplió y fue definida en el año 1996 por el Dr. David Sackett como la utilización consciente, explícita y crítica de las mejores pruebas disponibles para tomar decisiones médicas.

Integra tanto la experiencia del profesional como las pruebas disponibles revisando la literatura médica (es decir hechos científicamente probados). Existen diferentes grados de evidencia científica, y parece ser que la homeopatía no cumple ninguno.

homeopatia

Incluso hay algunas campañas que pretenden alertar acerca de los engaños que se pueden producir mediante algunas soluciones “mágicas” a determinadas enfermedades pues, no lo olvidemos, detrás de la homeopatía también hay negocio. En el Reino Unido hay protestas de la comunidad médica para que no se destinen recursos públicos a la homeopatía.

Sin embargo, al mismo tiempo hay cursos universitarios postgrado sobre homeopatía y muchos médicos han recetado alguna vez algún tratamiento homeopático.

Todo este auge se inscribe en un movimiento de “medicalización” general de nuestra sociedad, que busca soluciones médicas (u homeopáticas) a cuestiones que en principio no requieren dichos tratamientos. Y en un entorno en el que la falta de tiempo que hace que la solución más rápida sea la que proporciona una pastilla, o unas hierbas…

La OMS defiende el uso de la “Medicina tradicional, complementaria y alternativa” (que incluye prácticas tan diversas como la acupuntura, la medicina unani árabe, medicinas indígenas…) pero únicamente cuando han demostrado su utilidad para el paciente y representan un riesgo mínimo y sobre todo en países con escasos recursos, aunque advierte del mal uso que se puede hacer de las medicinas alternativas y posibles reacciones adversas. El término “homeopatía” no es empleado en los documentos que hablan sobre estas medicinas tradicionales, pues se trata de conceptos diferentes.

Lo que creo que más se puede “salvar” de la homeopatía es una de sus premisas que debería aceptarse y aplicarse más en las consultas médicas “al uso”: la importancia de la vertiente emocional del paciente, la unificación del estado físico y mental de la persona.

Personalmente nunca he empleado remedios homeopáticos ni para mis dolencias ni para las de mis bebés, y aunque se suele argumentar que no hace daño, tampoco lo hace un vaso de agua, que es más barato, y si tiene la misma efectividad (según las pruebas), pues es como para pensárselo…

Conforme voy leyendo e informándome acerca de estos métodos, no aumenta mi confianza en ellos. ¿Cuál es vuestra experiencia con la homeopatía?

Más información | Genciencia, Diario de una mamá pediatra
Foto | oonaghs_eye (Flickr)
En Bebés y más | Medicina alternativa para la población infantil, Publicación sobre homeopatía para niños

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