Desorden de estrés postraumático por el parto

Desorden de estrés postraumático por el parto
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Creo que existe la posibilidad de sufrir un desorden de estrés postraumático como consecuencia del parto. Hay mujeres que pueden sufrir algunos de los síntomas únicamente pero no todos.

El síndrome de estrés postraumático es aquel conjunto de síntomas que se desarrollan o mejor dicho, se pueden desarrollar, tras una experiencia traumática. Generalmente lo conocemos en relación a accidentes, muertes violentas, delitos, guerra o violaciones. Pero también puede desarrollarse a consecuencia de un parto especialmente complicado.

Las personas que lo sufren se encuentran en una situación sin salida. Están angustiados, están enfadados. Les han pasado cosas muy dolorosas y sufren. Después de un acontecimiento traumático se pasa por diversas fases y se reacciona en función de la personalidad de cada uno y de la magnitud del trauma.

Algunas personas se descontrolan, o, por el contrario, muestran un excesivo control de las emociones. También se puede tener vivencias intrusivas, momentos de omisión, momentos en que se niega lo que ha pasado, o momentos de estupor. Estos estados se alternan con estados de buen funcionamiento mental. Muy a menudo se acompaña de insomnio, sentimientos de tristeza, angustia, y desesperanza.

Como decía lo conocemos en relación con acontecimientos violentos o de enorme destrucció. Sin embargo, una experiencia traumática puede ser cualquiera que implice la amenaza de la muerte o de lesión seria para un individuo o una persona querida.

En este sentido se entenderá que el desorden de estrés postraumático pueda desarrollarse como consecuencia de un parto. La madre ha podido sentirse violentada, humillada, temer por su propia vida o la de su hijo. La respuesta es el miedo, la sensación de desamparo o el horror.

Se puede llegar a revivir la experiencia con recuerdos, pesadillas o pensamientos obsesivos. La reacción puede ser experimentar ansiedad o pánico cuando se recuerda el acontecimiento. Pero también negar y evitar cualquier cosa que recuerde el trauma es una reacción habitual.

Puede que no quieran hablar del hecho, pero las mujeres a veces pasan una etapa en la que hablan continuamente de la experiencia traumática. Las víctimas de este síndrome pueden sentirse enojadas, irritables y desarrollar un estado de alerta hiperactivo.

Para los que las acompañan, especialmente para la familia, es importante tener presente que sus reacciones son las normales tras una experiencia traumática. No es que la mujer que pasa este proceso no sea capaz de hacer frente a lo sucedido o que le esté dando demasiada importancia. Hay que entender y respetar el dolor que sufre.

Un parto, un embarazo o un postparto en el que se ha vivido miedo por la propia vida o salud o por la del hijo pueden ser grave. En relación al nacimiento llegan a suceder cosas que traumatizarían a cualquiera. Si ella se siente de ese modo o se detectan síntomas preocupantes no es conveniente minimizar la situación.

A veces no se trata de un hecho concreto de gran trascendencia, aunque el miedo a la muerte o la pérdida de la salud son los principales. También el perder el control sobre la propia vida o cuerpo, la hostilidad de aquellos que tienen poder sobre ti o la ausencia de un completo consentimiento informado en los procedimientos médicos llegan a ser vividos con enorme repercusión.

Consideremos que el miedo por la vida o la salud de un hijo son factores que pueden ser devastadores. Pues también lo son con un neonato o con un bebé que no ha nacido todavía. La separación del bebé es una de las circunstancias que se viven con mayor sufrimiento.

No existen muchos estudios sobre este tema, pero personalmente, a medida que voy conociendo mejor mujeres que han tenido experiencias negativas en relación con su parto más me convenzo de que sería muy importante que se profundizara en este tema. Sobre todo pienso en mujeres que son diagnosticadas de depresión postparto, pero que desarrollan parte de los mismos síntomas que personas que sufren este síndrome.

Los padres también
pueden experimentarlo. El sufrimiento de la pareja y el miedo por su salud y su vida dejan huella. Y esto sucede también si hablamos del hijo. Que el problema de salud se supere no elimina la huella que puede dejar el miedo en los padres.

Pero el entorno no entiende esto. A una mujer que ha tenido un problema serio en su embarazo o su parto, a una mujer que ha estado a punto de perder a su hijo, o que sencillamente se ha sentido maltratada en esos momentos raramente se la acepta. Le dicen que debe dar las gracias si todo ha ido bien, que su hijo está vivo y que eso debe bastarle para olvidar lo malo. Pero ella no tiene que vivirlo de ese modo. Si no se comprende su sentimiento, su aislamiento y su culpabilidad pueden acrecentarse.

No solucionar lo sucedido y los sentimientos relacionados con el trauma puede convertirse en un problema grave que crearía gran tensión en las relaciones personales. Si los profesionales se limitan a prescribir medicación la solución del problema no llega. Puede ser que en esos casos sean necesarias otras medidas de apoyo psicológico, y sobre todo, lograr un diagnóstico certero que no minimice el trauma sufrido.

En España no hay grupos que trabajen específicamente en este sentido, pero la Asociación El Parto es Nuestro, mantiene una página y varias listas de correo que podrían ser de enorme utilidad a las familias que se encuentren reflejadas en lo que he explicado.

En Inglaterra si hay una Asociación que trabaja en este campo de forma activa. Se trata de The Birth Trauma Association y su página está llena de recursos e historias de enorme interés.

Más información | El Parto es Nuestro, The Birth Trauma Association

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