Aviso para madres primerizas: nadie se pone de acuerdo

Aviso para madres primerizas: nadie se pone de acuerdo
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Una de las cosas que más rápido aprenden las madres (y padres) cuando tienen un hijo por primera vez es que nadie se pone de acuerdo en lo que al cuidado de bebés se refiere.

Unos te dicen que lo cojas en brazos, otro que ni se te ocurra. Unos te dicen que la teta a demanda, otros que cada tres horas. Unos te dicen que lo dejes llorar por la noche, otros que no es bueno que lloren y a veces aparecen los terceros que te sugieren que te lo metas en la cama.

Esto son sólo tres ejemplos de lo complicado que puede llegar a ser decidir qué camino tomar cuando aparecen las dudas. Es más, los consejos llegan muchas veces incluso cuando no hay dudas, porque parece que cuando se habla de bebés a todo el mundo le gusta opinar.

Son varias las veces que me he encontrado con padres y madres que me acaban diciendo que ya no saben por dónde tirar, porque cada uno le dice una cosa diferente. Os comento el último caso que he vivido, en el que me vi hasta obligado a pedir disculpas por marear tanto a la madre entre todos.

Llega un día a la consulta una madre con su hija de dos meses (soy enfermero de pediatría, para situar a quien no me conozca) y me explica que su hija regurgita mucho y muy a menudo. La niña toma leche materna exclusiva, tiene un peso correcto para su altura y no muestra signos de molestia al echar la leche (si la niña no engorda porque regurgita lo que come, o si el alimento llega a lesionar el esófago hay que tomar medidas), así que le recomiendo que tenga paciencia, pues con el tiempo el cardias (esfínter situado entre el esófago y el estómago) irá madurando hasta poder cerrarse impidiendo que el alimento vuelva hacia arriba.

Me comenta además que duerme muy mal por las noches. Se duerme al pecho y después la deja durmiendo en el moisés, donde permanece entre media hora y una hora, momento en que llora y vuelve a pedir el pecho para hacer dos o tres mamadas y volverse a dormir. Le comento que es posible que quiera simplemente estar cerca suyo, le recomiendo que coleche con la niña para ver qué sucede y le explico las normas para que lo haga de manera segura.

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Dos semanas después me explica contenta que el tema del sueño está solucionado y que desde que duermen juntas hay días que les dan las 11 de la mañana en la cama. Con respecto al tema de las regurgitaciones comenta que una amiga utilizó un jarabe con su hijo y que le fue muy bien. Le explico que no soy médico y que no puedo recetarle nada, pero que en la siguiente revisión de rutina, cuando le tiene que ver la pediatra, se lo comente. De momento que siga con lactancia materna exclusiva, ya que no está indicado hacer nada más.

Unos días después vuelve a la consulta y, echa un mar de dudas, me explica que no sabe qué hacer. Ha acudido a un pediatra privado que le ha recomendado que se saque leche se la espese con cereales sin gluten. La mamá me dice que lo ha hecho, que le ha dado un biberón con cereales y que ha dormido una siesta de 4 horas. Sin embargo, lo que parecía una gran solución, se convierte en una desilusión, puesto que tras despertarse empieza a vomitar copiosamente, más cantidad y más a menudo que lo que regurgitaba antes del “invento”.

Le explico que los cereales no se recomiendan antes de los 4 meses porque los bebés no son capaces de asimilarlos. Su niña tiene dos meses y no le han sentado demasiado bien, así que sólo se me ocurre recomendarle que opte por llevar a la niña en vertical tanto como pueda, ya sea en brazos, en un portabebés o en un foulard (normalmente va casi plana en el cuco), para aprovechar la fuerza de la gravedad como medida antiregurgitación.

Viene a la visita con la pediatra a los 3 meses. En la consulta regurgita leche y, tras ello, pide pecho. La pediatra le explica que vomita porque come demasiado (“está echando leche y pidiéndote a la vez”), que la tiene “sobrealimentada” y que está pasada de peso. Cuando la mamá le dice que por la noche también mama y que duerme con ella en la cama la pediatra le dice que “es como si yo me fuera a dormir con la nevera dentro de mi habitación… comería a todas horas” y le explica que debe darle el pecho cada 3 horas y evitar darle de noche (sustituyendo las tomas por agua si pide).

Momentos después me la cruzo casualmente y me dices suspirando y apenada, que “bueno, pues la tendré que poner a dormir en la cuna y ya veré qué hago cuando tenga hambre”. Me quedo sorprendido y le pido que me explique a qué se refiere.

En ese instante me veo en la tesitura de elegir entre apoyar las recomendaciones de una compañera de trabajo o velar por el bienestar de una niña de 3 meses. Opto por lo segundo y le pido que siga igual y me dé un par de días para consultar su caso con el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

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De este modo puedo crear la duda en la mamá, ya que si un enfermero dice A y una pediatra dice B, las madres suelen optar por B, por tratarse de una pediatra. Sin embargo, sin una pediatra dice B, pero otro pediatra (el de la AEP) dice A, como el enfermero, debe ser la madre quien tome la decisión.

Tal y como espero, el Comité de Lactancia de la AEP dice A, como yo:

Para disminuir los episodios será útil procurar que el niño trague poco aire, alimentándole sin prisas, dar la toma manteniendo al bebé en una posición semierguida y colocándole en un asiento inclinado tras la toma. En general, los niños criados al pecho tienen menos tendencia a regurgitar, porque la leche materna se digiere mejor y más rápidamente que la artificial. No debe de introducirse la alimentación complementaria antes de los 6 meses. La solución de espaciar las tomas es más fácil que empeore la situación ya que el contenido gástrico del bebé es limitado, hará que tome más cantidad y con mas ansiedad, y esto puede hacer que regurgite mas, en estos casos se aconseja mas que nunca la lactancia a demanda y prestar especial atención a los signos precoces de hambre del bebé. Un saludo.

Hablo con la madre y le explico que lo ideal es que continúe del mismo modo que hasta ahora. Entonces me dice que no entiende nada, que no hace más que recibir mensajes contradictorios y que no sabe ya a quién hacer caso. Finalmente me dice que a partir de ahora seguirá mis recomendaciones y no las de la pediatra. Le comento que haga lo que quiera, pero que sobretodo no pierda la confianza con la pediatra en cuanto a patologías se refiere, pues si bien parece no haber acertado con este tema, seguro que es muy capaz de diagnosticar y tratar enfermedades. Acto seguido le pido disculpas por lo sucedido, ya que cada uno le hemos dicho una cosa diferente.

Como veis, tres pediatras y un enfermero han emitido un juicio acerca de la regurgitación del bebé, con tres soluciones diferentes. Si a esto sumamos que la madre de esta madre, la abuela de la niña, recomienda que le de biberón para que vomite menos, añadimos una cuarta solución para una madre que, con 3 meses de “carnet”, tiene la cabeza hecha un lío.

Contradicciones como ésta las hay a diario y las seguirá habiendo por siempre, seguramente. Yo personalmente no he vivido demasiadas como padre (o sí, pero no les hago caso porque tengo las cosas claras), pero me gustaría saber si vosotras y vosotros las habéis vivido. Así que si es así y queréis comentarlo, soy todo oídos (ojos).

Fotos | limaoscarjuliet, surlygirl, Lars Plougmann en Flickr
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