Contar un cuento no es tan fácil como parece

Contar un cuento no es tan fácil como parece
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Pongámonos en situación: estamos con nuestro hijo y estamos dispuestos a contarle el cuento que ha elegido. Lo abrimos y empezamos lo que serán apenas cinco fugaces minutos de historia. Cerramos el libro y, antes de que podamos devolverlo a su sitio, nuestro pequeño nos dice: "así no se hace".

Aunque a nosotros nos parezca que lo hemos hecho genial, hay una enorme diferencia entre contar un cuento y leer un cuento. Y es que, contar cuentos no es tan fácil como parece.

Los niños prefieren que les contemos los cuentos, no que se los leamos. Y cuando les contamos bien un cuento ellos nos lo hacen saber.

¿Cómo contar bien un cuento?

Contar un cuento posee muchísimas más ventajas que simplemente leerlo. Por ejemplo, narrar un cuento nos da gran libertad de interpretación, lo que hace que un mismo cuento no parezca el mismo si se cambia la situación.

Otro aspecto importante es la expresividad del narrador. Todo nuestro cuerpo (ojos, manos, boca, voz...) debe ser lo suficientemente expresivo como para que el que nos esté escuchando pueda disfrutar de la historia.

Para poder recrearnos con el relato debemos jugar con nuestra voz, con nuestra mirada, con nuestros gestos, la cual nos ayudará a expresar con más intensidad y claridad los sentimientos.

Gracias a nuestro énfasis al utilizar todos los recursos, será más fácil lograr captar la atención del pequeño. En la lectura, el niño sólo tiene que limitarse a recibir los estímulos, mientras que cuando le contamos el cuento, debe interpretar y procesar la información recibida.

La atención también se ve incrementada gracias a la emotividad y sensibilidad del cuentacuentos. A esto, además, debemos sumarle el encanto de la personalidad del narrador, lo que hace la conexión con el oyente sea más rápida e intensa que sólo leyendo.

Un efecto añadido que puede acompañar a una buena narración es el uso de soportes visuales: muñecos, dibujos..., que también ayudan a potenciar la expresividad de quien esté contando la historia.

Beneficios de contar bien un cuento

La suma de todos estos factores anteriormente citados nos da como resultado que el niño se introduce por completo dentro de la historia, comprendiéndola muchísimo mejor que si tan sólo se le lee.

No debemos olvidar que la realidad de nuestros hijos es distinta a la nuestra, y que sus necesidades y dificultades se resuelven de forma diferente. Por ejemplo, cada final feliz de una historia significa la superación de un problema interno (celos del hermano, miedo a la oscuridad...).

Gracias a los cuentos nuestros hijos se identifican con los personajes, mediante los cuales proyectan sus sentimientos internos (buenos o malos), ofreciéndoles posibles soluciones para ellos.

¿Para qué sirve contar cuentos?

Son muchos los objetivos que se pueden abarcar con la narración de cuentos. Si bien el entretenimiento del niño puede ser el más usado por la mayoría de los padres cuando se le cuenta una historia, hay que tener presente que no es el único.

No debemos olvidar que los cuentos generan situaciones de comunicación, ya sea verbal ("otra vez", "¡cuidado con el lobo!", "¿y qué pasó después?"...) como no verbal (curiosidad, movimientos corporales, control del ritmo, reconocimiento de sonidos y ruidos, potenciar la imaginación...)

Conclusión

Aunque parezca mentira, contar un cuento no es tan fácil como parece, ya que la narración de historias a los pequeños de la casa es todo un arte.

Foto | San Jose Library en Flickr En Bebés y más | Cómo contar un cuento

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