Si deseamos dejar de gritar a nuestros hijos la primera pauta es descubrir que situaciones son las que más habitualmente provocan los gritos. Y una de ellas, es, sin duda, las situaciones de peligro.
Cuando están en peligro es casi imposible no gritar, de hecho,el grito más natural es que evita un peligro real y grande, para eso nace el grito. Ese grito es casi imposible de eliminar por completo, pues es instintivo y sirve para alertar del peligro y que el niño se pare. Es natural y no debemos confundirnos al valorarlo. A veces hasta es necesario.
Gritar en situaciones de peligro
Para que realmente responda a su función debería ser algo totalmente excepcional. De hecho, si lo usamos demasiado pierde su razón de ser y acostumbramos al niño a que no nos atienda.
Siempre es preferible detener con suavidad la accion peligrosa y hacerlo estando presentes fisicamente, pero, la realidad es que puede haber situaciones en las que estáis demasiado lejos para detener al niño y la voz os hace llegar.
Un niño que va a cruzar una calle corriendo puede ser detenido con un grito, un niño que mete los dedos en un enchufe o se nos ha colado en la cocina asomándose al fuego, un niño que va a saltar desde un lugar demasiado alto o que se asoma a la ventana sacando todo el cuerpo, está en un riesgo vital y nadie puede reprocharse gritar en ese momento. Lo que no tiene sentido es castigar, pues el niño necesita comprender consecuencias reales y directas, no una penalización.
La culpabilidad por no evitar el peligro
Otra cosa es que sepamos luego calmarnos y no estallar en una avalancha de reproches o comentarios insultantes. Eso si no debemos jamás hacerlo.
Además, si nos hemos dado un susto horrible y hemos sentido que nuestro hijo estaba en peligro mortal, nos sentimos desbordados y sobre todo culpables por no haber estado más atentos o no haber sido bastante buenos padres para educar al niño en su autocuidado.
Atención con esto. Debemos guardarnos esa culpabilidad que nos hace estar tan enfadados con nosotros mismos y que nos desboca. Sin reproches a tí mismo ni al niño, evitaste el peligro y ahora soluciona el que no se repita. Analiza los riesgos y busca la manera de evitarlos.
Prevenir los peligros
En la medida de lo posible y adecuándolo a la edad del niño, cuando estemos tranquilos, hay que explicarle las razones por las que esa conducta era tan peligrosa. Sin aterrorizarlo ni hacerle sentir mal, es necesario que le informemos de que aquello podía tener consecuencias funestas.
Es indispensable ayudarles a que ellos asimilen la necesidad de esas normas básicas de seguridad que son las que, al final, él mismo irá adoptando en su comportamiento. Y los gritos no enseñan eso.
En cuanto el niño tenga edad de comprender nuestras indicaciones podemos, además, hacerlo copartícipe realizando juntos una lista de normas de seguridad básicas. Entre ellas podemos incluir el que sepa usar el teléfono para pedir ayuda en caso de emergencia e instrucciones claras para que, si nos sucediera algo, supiera pedir ayuda. Esto a veces les asusta, pero no hay que buscar que tengan miedo, sino que sepan como ayudarnos si, por ejemplo, nos mareásemos, especialmente si pasamos ratos que el niño está solo en casa con un solo adulto.
La mejor herramienta, es la prevención, evitar que haya a su alcance cosas potencialmente mortales o venenosas. Y tengamos en cuenta que la mayoría de los accidentes que sufren los niños suceden en el hogar, por lo que vamos a trabajar a fondo para hacer de nuestra casa un lugar seguro.
Ejercicio de prevención de peligros en el hogar
Haz una cosa. Es una tarea práctica. Muy concreta. Realizarla nos ayuda a evitar futuras situaciones de riesgo y también nos ayuda a recuperar el equilibrio al ser proactivos.
Toma papel y boli. Haz un mapa de tu casa esquemático. Señala sobre el papel posibles fuentes de riesgo real. Haz eso el primer día.
Los dias siguientes recorre las habitaciones de tu casa y analiza cuantos peligros hay en cada una que puedan ser accesibles directamente al niño y cuales son posibles, y las consecuencias de cada uno si suceden. Haz una lista por cada habitación, escríbelo todo y luego busca soluciones a cada uno de ellos. Pon especial atención a la cocina.
Si no hay solución apunta que puedes hacer para minimizarlos. Elimina los objetos superfluos peligrosos que puedan estar a su alcance e introduce medidas de seguridad en los inevitables.
Si te abruma la tarea haz una habitacion al dia, implica a tu pareja. Dedica unos 15 minutos máximo a cada habitacion. Hazlo por escrito, imaginate como un ingeniero de la NASA solucionando posibles fallos.
El problema es que nuestras casas, a pesar de ser bastante seguras, si tienen muchos elementos y estamos tan abrumadas por la abundancia de objetos que percibimos muchos peligros. Debemos valorar cuales son reales.
Mantener objetos punzantes o de cristal en lugares inaccesibles para los niños, eliminar la posibilidad de que el niño mueva algún mueble que pueda acercara a una ventana, poner cierres de seguridad, cerrar las llaves de paso del videt, no tener a su altura ninguna clase de tóxicos, medicamentos o productos de limpieza en ninguna habitación, son medidas de seguridad muy importantes.
Realizar esta tarea te ayudará a evitar los peligros, mejorar la seguridad de tu hijo y además, como resultado indirecto, hará que esa razón inevitable de los gritos se minimice.
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