Los padres que crían con inteligencia emocional hacen estas siete cosas

Poder criar hijos sanos y estables requiere de un gran compromiso como padres, y eso implica hacernos responsables de nuestra propia salud emocional. Por eso es cada vez más común que los padres se interesen por aprender a tener inteligencia emocional y se preocupen por adquirir cada vez más y mejores herramientas.

La inteligencia emocional engloba aquellas habilidades que nos permiten identificar, entender y gestionar nuestras emociones, y que nos ayudan a relacionarnos de forma sana, nutritiva y asertiva con los demás.

Cuando aplicamos estas herramientas durante la crianza, les damos a nuestros hijos la posibilidad de entenderse también mejor ellos, de autorregularse y de gozar de una buena autoestima.

¿Qué es la inteligencia emocional?

Fueron dos psicólogos americanos, Peter Salovey y John Mayer, los primeros en hablar de este concepto, en 1990. La definieron a través de una serie de habilidades:

"La habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud;
la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento;
la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional;
la habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual".

En la crianza se pueden aplicar estas habilidades, de diversas formas. Hablamos de siete cosas que hacen los padres que educan a través de la inteligencia emocional.

1. Escuchan sin juzgar

Una de las cualidades más destacables de los padres que tienen inteligencia emocional es su capacidad para escuchar a sus hijos. Y no se trata solo de prestarles atención mientras hablan (la llamada escucha activa), sino también de validar lo que ellos expresan sin juzgarlos.

Cuentan con una maravillosa capacidad para poder conversar con sus hijos, al mismo tiempo que les ofrecen un espacio seguro y amoroso en el que se pueden expresar sin miedos y sin sentir que van a ser tratados mal de alguna forma.

Tener inteligencia emocional implica escuchar a los niños con atención sin juzgarles y validando sus emociones.

2. Permiten la exploración

La inteligencia emocional nos permite como padres ver más allá de los miedos y las propias limitaciones, lo que se traduce en la capacidad para poder dejar a los hijos crecer y que exploren su mundo sin pasarles a ellos temores propios o miedos infundados.

Esto ayuda a que nuestros hijos cultiven su autonomía, crezcan y se desarrollen en todos los sentidos, y a que aprendan cuáles son sus capacidades (lo que favorece el autoconocimiento).

Dejarles explorar libremente, a su vez, también les permite desarrollar sus potenciales, siempre acompañados amorosamente por sus padres, quienes les dejan ser sin intervenir a menos que sea necesario por su seguridad y la de terceros.

3. Apoyan los intereses de su hijo

En el mismo orden de ideas anterior, los padres con inteligencia emocional son capaces de verse y evaluarse a sí mismos para comprender sus miedos y limitaciones autoimpuestas.

Y esto les permite entender que sus hijos necesitan vivir sus propias vidas y experiencias, experiencias que pueden ser diferentes a las de ellos. Es decir, verlos como seres independientes y únicos.

Así, hablamos de padres que apoyan a sus hijos en sus intereses y motivaciones, y que les animan a seguir adelante o a probar cosas nuevas. No tratan de imponerles actividades a sus hijos; dejan que ellos mismos expresen sus intereses y los exploren.

4. Ponen límites claros

Otro aspecto fundamental para educar a través de la inteligencia emocional es el tema de los límites. Y es que, este tipo de inteligencia no solo implica dejar ser a los hijos y apoyarlos incondicionalmente.

También, ser capaces de establecer límites, normas y reglas claras en casa y fuera de ella para que los hijos estén salvos y seguros en todo momento. Además, es bien sabido que parte fundamental para el proceso de desarrollo de un niño sano y estable está en el establecimiento de normas y patrones conductuales basados en límites puestos de manera clara.

Deben ser límites bien explicados, fáciles de comprender, coherentes y estables, pero a su vez, flexibles (los iremos adaptando en función del momento).

Educar a través de la inteligencia emocional, además de conllevar dejar a los niños ser y apoyarles incondicionalmente, también implica poner límites.

5. Son empáticos

La empatía es otra clave de la inteligencia emocional que nos permite ponernos en el lugar de nuestros hijos y ayudarles desde ahí, desde ese lugar en el que ellos son niños y sienten, se enfadan, se ponen tristes... Esto nos ayuda a entenderles y a imaginarnos cómo se están sintiendo para poder ofrecerles lo que necesitan.

Por ello es tan importante a veces mirar a nuestros hijos con ojos de niño, e intentar conectar con ese yo de la infancia (ese niño interior) que también vivió estos momentos de pataletas, de enfados, de confusión y también de alegrías. Porque desde ahí, creamos una conexión única con nuestros hijos que nos lleva a que confien más en nosotros y a que nos vean como alguien capaz de sostenerles en los momentos difíciles.

6. Les ayudan a nombrar y gestionar sus emociones

Gozar de una buena inteligencia emocional nos permite reconocer nuestras propias emociones y gestionarlas de forma adecuada. Por ello, enseñar a los niños a hacerlo también es otra de las cosas que hacen los padres con una buena inteligencia emocional.

Hay algunas herramientas que nos pueden ayudar a ello, como: el juego, las manualidades, la caja de la calma (para ayudarles a tranquilizarse), la técnica del semáforo o la técnica de la tortuga.

7. Les ayudan a conocerse

El autoconocimiento es clave para gozar de una buena autoestima, otro elemento básico de la inteligencia emocional. Los niños que se conocen bien a sí mismos y que se aceptan tienen más probabilidades de sentirse bien consigo mismos, porque aprenden a reconocer lo que no les hace sentir bien (lo que a su vez, les ayuda a poner límites), a conocer sus gustos, aficiones y talentos, a sentirse realizados con ello, etc.

Por ello, animemos a nuestros hijos a conocerse y a querersee tal y como son, aceptando sus debilidades y sabiéndose únicos y especiales.

Aprender a conocernos para educar con consciencia

El trabajo de ser padres es complejo y amerita que aprendamos a hacer una introspección constante hacia nosotros mismos para saber cómo estamos y poder sanar nuestras heridas y temores.

Nosotros también hemos sido niños, y si aprendemos a reconocer esas heridas o esos traumas, esos patrones que nuestros padres tuvieron con nosotros y que no queremos volver a repetir, el camino de la paternidad puede ser un poco más amable.

Todo esto nos ayudará a transmitirles a nuestros hijos una serie de valores y pautas de gestión emocional eficaces y a conectar con ellos de verdad, y para esto la inteligencia emocional es una de las más valiosas herramientas.

Fotos | Portada (Freepik)

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