La alergia a la leche de vaca es la más habitual en la edad infantil. Es por esta razón que se recomienda no dar lácteos derivados de la leche de vaca hasta que los bebés tengan al menos 12 meses. Sin embargo, un estudio reciente muestra que podría ser beneficioso, a nivel alergénico, ofrecer leche de vaca a los recién nacidos menores de 2 semanas.
El estudio se ha llevado a cabo en la Universidad Tel Aviv, en Israel, y el hallazgo apareció por casualidad. El equipo trataba de mostrar simplemente el número de niños con alergia y determinar la frecuencia con que aparece, además de observar cuántos niños eran intolerantes a la soja.
Se estudiaron 13.000 bebés y se observó que 66 eran alérgicos a la leche de vaca (un 0,5%), cifra menor de lo esperada, ya que se estima que entre un 1 y un 3% suelen serlo. Sin embargo, lo llamativo de dicho estudio es que se dieron cuenta que los bebés alimentados con leche de vaca a los 15 días o más de vida tuvieron 19 veces más riesgo de padecer alergia a la leche que los que habían sido expuestos en las dos primeras semanas de vida.
Kari Nadeau, de la Stanford University, en California, que no participó en el estudio, comentó:
Es bueno saber que dar a los bebés pequeñas cantidades de leche vacuna en las primeras semanas de vida ayudaría a evitar que, más adelante, el sistema inmune reconozca a la proteína de la leche como una sustancia extraña contra la que debe reaccionar.
Sin embargo añade que son necesarios más estudios para saber cómo abordar dicho hallazgo.
Los autores del estudio comentaron que los resultados no desalientan la lactancia materna, sino que recomiendan complementarla con leche vacuna antes de tiempo.
Lo cierto es que se trata de un estudio interesante, ya que muestra que ofrecer leche de vaca a bebés recién nacidos disminuye mucho el riesgo de alergia a la leche de vaca. Sin embargo aparecen algunos interrogantes al respecto y algunas consideraciones que deberían valorarse antes de hacer ninguna recomendación:
- Un bebé que toma leche materna a demanda no debería suplementar dicha alimentación a menos que fuera realmente necesario. Si así se decidiera, debería ofrecerse con vasito o jeringa, para evitar una posible confusión entre la tetina de un biberón y el pezón que pudiera hacer fracasar la lactancia.
- Sería necesario establecer qué cantidad de leche de vaca deben tomar los bebés para que se produzca el beneficio, ya que cuanta más leche de vaca se ofrezca, menos leche materna tomarán.
- La reducción del riesgo de alergia parece un beneficio claro, sin embargo no parece que hayan sido valorados los riesgos a corto o largo plazo de dar proteínas de leche de vaca a un bebé de menos de dos semanas (teniendo en cuenta que la concentración es mucho mayor que en la leche materna y que el tipo de proteína es muy diferente).
- Si en el estudio realizado hallaron que sólo un 0,5% de los niños presentaban alergia a la leche de vaca (y otros estudios hablan de un 1 a un 3%), habría que valorar hasta qué punto es necesario ofrecer leche de vaca a todos los niños (al 100%) si muy pocos van a padecer realmente la enfermedad.
- Finalmente, hay que tener en cuenta que el hecho de ofrecer leche de vaca a los bebés recién nacidos disminuye el riesgo de padecer alergia, pero no lo elimina. Cabe la posibilidad de que, al tomarla repetidamente, un bebé empiece a sufrir erupciones, vómitos e incluso otros síntomas más graves (yo preferiría que mi hijo padeciera dichos síntomas con un año de vida a que lo hiciera con menos de dos semanas).
Vía | Medlne Plus
Foto | Flickr – Crimfants
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