En Bebés y más y seguro que en muchos otros medios habréis podido leer más de una vez algún caso de un parto en la calle, asistido por la policía, por técnicos de ambulancia por alguna señora que pasaba por ahí, que sabía un poco porque fue madre de seis hijos.
El caso es que en este tipo de noticias se suele hablar de “comadronas a la fuerza”, de “héroes de la calle” o adjetivos similares para describir el trabajo realizado por los asistentes al parto, que según se suele explicar “toman las riendas” de lo que está sucediendo.
La realidad es que para dar a luz a un bebé no hace falta la policía, la ambulancia ni la señora que ha dado a luz a seis chiquillos, sino calma, tranquilidad y una mujer embarazada a punto de dar a luz. La protagonista, pese a que siempre le roban el protagonismo, es la madre, la madre y su bebé, porque ellos dos son los que se lo guisan y se lo comen.
Ya me diréis qué trabajo de comadrona puede hacer un policía o la señora que pasaba por ahí. Seguro que se les agradece el acercarse a ayudar (sólo faltaba que no lo hicieran), pero señores periodistas, es un poco cansino leer estas noticias, una tras otra, otorgando todo el protagonismo de la escena a los actores secundarios.
Un parto es un acto fisiológico que en muchas culturas se hace en soledad. La mujer se va, se ausenta y sólo aparece cuando ha dado a luz. No digo que esté bien ni mal hacerlo así, sólo digo que la mayoría de veces en que un bebé nace en la calle es porque la cosa va tan rodada que podría haber nacido en cualquier sitio sin la ayuda de nadie.
El protagonismo entonces le pertenece totalmente a la madre y a su bebé, por demostrar que parir no tiene por qué ser tan difícil y que no hace falta que las riendas de un parto pasen a manos de nadie si todo va bien. Son ella y su bebé los que hacen la noticia posible y, sin embargo, no hacen más que aparecer en la foto los que decidieron ayudar, como si sin su presencia el bebé no hubiera nacido o no lo hubiera hecho en condiciones.
Foto | La Rioja
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