Siete verdades científicas por las que ser optimistas en cuanto al cambio climático, según una investigadora de Oxford. Hay esperanza

Siete verdades científicas por las que ser optimistas en cuanto al cambio climático, según una investigadora de Oxford. Hay esperanza
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La perspectiva sobre el cambio climático puede parecer sombría, pero la  investigadora de datos Hannah Ritchie, de la Universidad de Oxford, nos ofrece una visión esperanzadora.

En un artículo en The Times, la científica analiza las advertencias apocalípticas para explicar el progreso que hemos logrado y las acciones que cada uno de nosotros puede tomar. Según ella, aunque los desafíos son enormes, el progreso es evidente y las soluciones están al alcance. Descubre qué siete puntos clave nos dan motivos para mantener la esperanza.

1) Nos distraemos con las cosas pequeñas

A menudo, nos enfocamos en detalles menores cuando se trata de reducir nuestra huella de carbono, como el uso de pajitas de plástico o el reciclaje ocasional. Sin embargo, según la experta de Oxford, subestimamos el impacto de decisiones de más peso, como cambiar a una dieta basada en plantas, reducir el desperdicio de alimentos, comprar energía limpia y conducir y volar menos.

En la siguiente tabla aparecen algunos cambios de comportamiento que muestran ahorros reales de emisiones frente al porcentaje de personas que lo perciben como ecológicamente importante.

Por ejemplo, vemos cómo una dieta basada en plantas supone un ahorro de 2,2 toneladas de CO2, pero solo el 14% de la población lo percibe como ecológicamente importante (frente al 59% de la población que le da importancia al reciclaje, cuando en realidad solo supone un 0,2 de toneladas ahorradas).

Tabla
Table: The Times and The Sunday Times Source: Wynes and Nicholas (2017); Poore and Nemecek (2018); Ipsos Mori

Así, estos cambios en nuestro estilo de vida no solo reducen nuestra propia huella de carbono, sino que también envían un mensaje clave a los gobiernos y a la industria sobre nuestras preferencias y prioridades como consumidores.

2) El mito de "lo local" y "lo orgánico"

Es común asociar lo "local" y "orgánico" con prácticas más amigables con el medio ambiente. En relación a ello, en una encuesta de Ipsos se preguntó a 21.000 adultos en 30 países si una dieta local de carne y lácteos tenía una huella de carbono menor que una dieta vegetariana en la que algunos alimentos eran importados.

En todos los países (excepto en la India) la gente pensaba que la carne local era la mejor. Pero esta percepción puede ser engañosa. La distancia recorrida por los alimentos o el uso de métodos agrícolas orgánicos no son necesariamente indicadores confiables de su impacto ambiental.

Y de hecho, la producción de carne local puede tener una huella de carbono significativamente mayor que la de ciertos productos importados. Es esencial repensar nuestras concepciones sobre lo que realmente constituye un comportamiento ambientalmente responsable.

3) Hemos resuelto grandes problemas antes

La historia nos ofrece ejemplos inspiradores de cómo la colaboración internacional y la acción concertada pueden abordar retos ambientales complejos, según la científica.

Desde el agotamiento de la capa de ozono hasta la reducción de la lluvia ácida, hemos demostrado que es posible enfrentar y superar problemas ambientales aparentemente insuperables. Estos logros pasados deberían servir como recordatorio de nuestro potencial para abordar el cambio climático con éxito si actuamos de forma decisiva y coordinada.

4) El mundo ha superado el pico de emisiones por persona, y las emisiones totales deberían alcanzar su punto máximo pronto

A pesar de que las emisiones de carbono continúan aumentando, la tasa de crecimiento se ha desacelerado en comparación con décadas anteriores. Además, hemos alcanzado un punto de inflexión en el que las emisiones per cápita han alcanzado su máximo, y se espera que las emisiones totales sigan esta tendencia en un futuro próximo.

Concretamente, The Global Carbon Project estima que aumentaron aproximadamente un 1% el año pasado. Sin embargo, están aumentando mucho más lentamente que en los años 1990 y principios de los 2000, señala la Dra. Richtie.

Las emisiones globales por persona alcanzaron su punto máximo en 2012. Durante los últimos cinco a diez años, las emisiones han llegado a un largo estancamiento. Estos indicadores positivos sugieren que estamos avanzando hacia una trayectoria más sostenible en términos de emisiones globales de carbono.

5) Las acciones individuales influyen en el sistema

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Imagen de wirestock en Freepik

Hannah Ritchie asegura que cambiar nuestro comportamiento tiene impacto más allá de la reducción de la huella de carbono. Por ejemplo, al elegir productos con bajas emisiones, enviamos señales claras al mercado y a los gobiernos sobre nuestras preferencias.

Y al optar por vehículos eléctricos, demandamos más infraestructura de carga y mostramos a los fabricantes hacia dónde dirigir sus esfuerzos. Lo mismo sucede con la alimentación: al preferir hamburguesas de origen vegetal, impulsamos la innovación y la oferta de productos más sostenibles.

Este cambio en el consumo también contribuye a la reducción de precios y hace que tecnologías como los paneles solares o los vehículos eléctricos sean más accesibles para todos. Por ello resulta clave que los consumidores más acomodados lideren este cambio, abaratando la transición para aquellos que les siguen.

6) La tecnología baja en carbono es más barata

La experta de Oxford asegura que, hace una década, las alternativas a los combustibles fósiles eran costosas y poco competitivas. Los coches eléctricos y las bombas de calor eléctricas parecían tener un futuro incierto frente a la gasolina. Diez años después, la situación ha cambiado drásticamente.

El costo de la energía solar y eólica ha disminuido significativamente, convirtiéndose en las opciones más económicas en muchos lugares para la generación de energía. Además, los coches eléctricos han demostrado ser más rentables de mantener que los de gasolina, y sus costos iniciales son cada vez más comparables.

7) 1,5°C no es un punto de inflexión para un calentamiento galopante

Existe una percepción errónea común de que el límite de 1,5°C de calentamiento global es un punto crítico más allá del cual los impactos del cambio climático se vuelven catastróficos e irreversibles.

Sin embargo, la realidad es que los impactos del cambio climático aumentan gradualmente con cada incremento en la temperatura global, sin un umbral específico que marque un punto de no retorno.

Por lo tanto, cada esfuerzo por limitar el calentamiento global, incluso más allá de 1,5°C, tiene el potencial de reducir, y mucho, los impactos negativos del cambio climático y proteger a las comunidades vulnerables.

Foto | Portada (Freepik)

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