Los bloques siguen siendo el mejor regalo que le puedes comprar a un niño por Navidad
Juegos y juguetes

Los bloques siguen siendo el mejor regalo que le puedes comprar a un niño por Navidad

La Navidad está a la vuelta de la esquina y son muchos los que ya estarán pensando en qué regalarles a sus hijos, sobrinos, nietos y amigos. Si no lo han hecho ya, pronto empezarán a salir listas con los mejores regalos para el 2017 y estarán llenas de los últimos cachivaches y dispositivos electrónicos.

El fin de estas listas es intentar persuadir a los padres de niños pequeños para que les proporcionen lo mejor al comienzo de sus vidas y puedan tener las mejores ventajas cuando vayan a a la escuela, adquiriendo para ello lo último en tecnología.

Algo que no aparece en estas listas navideñas y que debería estar en los primeros puestos en cuanto a material de aprendizaje son los bloques: un juguete para niños que existe desde hace mucho tiempo y son pocos los juguetes que sean tan beneficiosos para desarrollar todas las capacidades de un niño. Cualquier maestro de infantil sabe que estos juguetes ayudan a desarrollar muchas habilidades entre las que se incluyen las habilidades motrices, sociales, de lenguaje y cognitivas.

Los bloques ayudan a desarrollar las capacidades de razonamiento espacial

Jugando con los bloques, los niños experimentan apilándolos, poniéndolos en equilibrio o construyendo cosas. Mientras juegan aprenden a compartir y a respetar las construcciones de otros niños, así como a pedir los bloques que necesiten y a describir lo que están creando. Quizás lo más importante es que los niños desarrollan la capacidad de resolución de problemas, así como su creatividad e imaginación cuando crean sus obras maestras. Por último, no podemos olvidar la perseverancia que supone cuando los niños intentan una y otra vez construir la torre más alta o el castillo más complejo.

Poca gente sabe que los bloques también fomentan el razonamiento espacial, la habilidad para manipular objetos mentalmente o para pensar de forma que relacionen el espacio con la posición, el área y el tamaño de las cosas. Utilizamos el razonamiento espacial a diario cuando leemos un mapa, aparcamos el coche de vacaciones, montamos un mueble o cortamos un pastel en trozos iguales.

Las habilidades de razonamiento espacial están vinculadas a la capacidad matemática y a los niños con buenas habilidades espaciales se les suelen dar mejor las matemáticas. Mucha gente desconoce estos datos, pero una buena capacidad matemática en los primeros años es un mejor indicador de buenos resultados posteriores en la escuela que aprender a leer temprano o tener buenas capacidades socio-emocionales. Jugar con bloques les ayuda a los niños a entender muchos conceptos matemáticos sobre números, medidas y geometría y cuando juegan con los bloques cuentan, miden, calculan, marcan, transforman y aprenden sobre simetría.

Puede que lo que más les vaya a sorprender a los lectores es la investigación que muestra que las habilidades de razonamiento espacial son el mejor indicador de si los niños acabarán estudiando una carrera relacionada con la ciencia, la tecnología, la ingeniería o las matemáticas (STEM). Las habilidades espaciales son muy importantes en las profesiones relacionadas con estas ramas del conocimiento porque necesitan cualidades como, por ejemplo, crear y analizar imágenes de rayos x o ultrasonidos, diseños de ingeniería y de arquitectura o secciones transversales de sistemas de calefacción y de fontanería.

Los bloques también ayudan a desarrollar el lenguaje espacial

Jugar con bloques también fomenta el lenguaje espacial porque cuando los niños juegan con bloques escuchan y producen palabras relacionadas con el razonamiento espacial que incluyen conceptos como debajo de, encima de, al lado de, detrás de, etc.

Un estudio demostró que jugar con bloques hacía que se utilizase más lenguaje espacial que cualquier otro tipo de juego, entre los que se incluían jugar con muñecos, jugar a las casitas, a ir de tiendas, a ir al colegio, a ir al zoo, a las cocinitas o planificar un baile.

Otra investigación analizó el lenguaje espacial y se llegó a la conclusión que cuantas más palabras espaciales escuchaban los niños, más palabras espaciales decían y obtenían mejores resultados en las tareas espaciales. En este estudio, los investigadores observaron el lenguaje relacionado con las caracerísticas y propiedades espaciales de los objetos como sus dimensiones (cómo de grandes, anchos y altos son), sus formas (rectángulo, círculo, cuadrado...) y otras propiedades espaciales (si está doblado, en punta, curvado, etc.).

Diferentes bloques para diferentes edades y etapas

La mejor forma de hacer que tus hijos jueguen con bloques es jugar con ellos.

Hay muchos tipos de bloques para niños entre los que se incluyen los MegaBloks para niños muy pequeños, los de Duplo, los bloques de madera o los bloques en forma de gofre para preescolares y los de Eco bricks o los de Lego para los niños más mayores.

Pero se trata solo de pautas y sugerencias. Por ejemplo, mis hijas de diez y catorce años todavía juegan con bloques de madera. La principal razón por la que los bloques son juguetes tan duraderos es que son "partes sueltas" que se pueden mover, ordenar, combinar, separar y juntar de muchas maneras diferentes. Frobel, el alemán que fundó las primeras guarderías, hizo una lista de diez regalos para niños, seis de los cuales eran bloques.

La mejor manera de hacer que los niños jueguen con bloques es jugar con ellos y enseñarles que también te interesan y te entusiasman los bloques. Una amiga mia tiene como norma jugar media hora todas las tardes con bloques de Duplo con sus hijos pequeños de cinco, tres y un año y dice que es su momento favorito del día.

Así que la próxima vez que te llegue una lista de los mejores juguetes para regalar, acuérdate de que probablemente falta el mejor juguete de todos.

Autoras: Kym Simoncini, Profesora adjunta de Educación Infantil y Primaria, Universidad de Canberra, y Kevin Larkin, Profesor titular de Educación Matemática, Universidad Griffith.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

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