Cuatro frases positivas que los niños necesitan escuchar para educar con éxito, según una experta en crianza

Cuatro frases positivas que los niños necesitan escuchar para educar con éxito, según una experta en crianza
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Lo que decimos a nuestros hijos, y sobre todo, cómo se lo decimos, importa, y mucho. Así lo defiende Erika Katz, experta en crianza y autora del libro "Coach Parenting".

"Como padres, nos desesperamos y nos enfadamos, especialmente cuando hay varios hijos y suceden muchas cosas". Así lo afirmó la experta en unas declaraciones para CNBC. Pero insiste en que debemos tener cuidado de no usar un tono que en realidad, ellos no merecen.

Katz recomienda cuatro frases positivas que podemos usar con ellos en cuatro situaciones diversas. Te contamos cuáles son y por qué son claves para favorecer nuestra conexión con ellos y reforzar su autoconfianza.

Cuatro frases positivas para usar con tus hijos en cuatro situaciones

La empatía y la amabilidad son elementos claves para comunicarnos con nuestros hijos. Hemos de huir siempre de regañarlos en público y de avergonzarles, porque esto puede afectar su autoestima, autoconfianza y motivación, justamente los elementos que necesitan para afrontar las dificultades de la vida con éxito y desarrollar la resiliencia.

En relación a todo ello, Katz plantea cuatro escenarios en los que podemos sentirnos frustrados con nuestros hijos y cuatro frases positivas que podemos usar. Según la experta de Harvard, al interactuar con ellos, lo mejor es adoptar un enfoque alentador y basado en la empatía, el cual podemos seguir a través de estar cuatro frases:

1. "¡Lo has hecho genial! ¿Por qué no hacemos también esto...?"

Esta frase la podemos usar sobre todo cuando empiezan con sus tareas o responsabilidades pero no logran acabarlas todas. A través de esta frase reforzamos lo que sí han hecho bien, y es una forma de motivarlos para seguir haciéndolo, a través de priorizar y reconocer su esfuerzo más que el resultado.

Y a través de la segunda parte de la frase, les ofrecemos nuestro apoyo a la hora de intentar acabar las cosas. Katz enfatiza la idea de empezar con lo positivo antes de llegar a lo negativo.

Según ella, este enfoque es el más eficaz cuando se trata de corregir los comportamientos de nuestros hijos. Se trata de encontrar lo bueno que hayan hecho (que seguro que está, de alguna forma), antes de pasar a comentar lo "negativo" o lo que pueden mejorar.

2. "Sé que estás enfadado, pero no puedes [golpear, morder, pegar...]"

Esta frase la usaremos cuando muestren un comportamiento agresivo. Con esta primera parte de la frase, estamos validando su emoción ("sé que estás enfadado"), pero no su conducta, que no es apropiada ("no puedes...").

Esto es claro que lo entiendan; que tienen derecho a sentirse enfadados pero no a hacer daño o a actuar de determinadas formas. Según la experta, no hay que invalidar las emociones desagradables o que cuestan más de canalizar, sino enseñar a gestionarlas.

3. "¡Hiciste [esta tarea] muy bien! Sé que puedes hacer también esta otra"

La podemos usar cuando muestren dificultades en alguna tarea o actividad, cuando se bloqueen o los deberes les resulten difíciles, por ejemplo. Se trata de, a pesar de ello, reconocer las cosas que sí han sido capaces de hacer, los objetivos que sí han podido lograr.

Recordar sus logros y su capacidad de esfuerzo es demostrarles confianza, y una forma de cultivar la suya propia, de que vean que alguien cree en ellos y puedan, así, intentar aquello que ahora ven como imposible o difícil.

4. "Te pido disculpas. No me he dado cuenta de cómo te sentías"

La aplicaremos cuando, como adultos, no hemos gestionado bien nuestras emociones y eso ha repercutido en la respuesta que hemos tenido con ellos. Es fundamental que los padres se disculpen cuando se han equivocado (igual que le piden eso a sus hijos), porque además, de esta forma los niños sienten que sus emociones también importan.

Pedir perdón es una forma de priorizar que se sientan realmente escuchados, y una forma de decirles a los niños que los adultos también se equivocan, y que no pasa nada. Aunque reconocer el error cueste, es nuestra responsabilidad dejar el orgullo a un lado (y además, haciéndolo estamos siendo buenos modelos para nuestros hijos).

Foto | Portada (Freepik)

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