¿Por qué los bebés no tienen miedo a las alturas?

¿Por qué los bebés no tienen miedo a las alturas?
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Por más esfuerzo que hago no logro recordar el título de una película en la que un bebé gatea impávido sobre los andamios de un rascacielos a cientos de metros de altura. Pero bueno, el caso es que el bebé no demostraba tener miedo en absoluto. ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué los bebés no tienen miedo a las alturas?

Nada tiene que ver lo alto que pueda estar. Si colocamos a un bebé de pocos meses al borde de una cama, de un cambiador o de una mesa no sentirá miedo. Aún no ha desarrollado la sensación de inseguridad ni comprende que estar a cierta distancia del suelo puede ser peligroso. Esa sensación aparecerá cuando comience a moverse.

Una cuestión de percepción visual y movimiento

Cuando el bebé empieza a gatear cambia su propiocepción, es decir, la percepción visual que posee el individuo de su propio movimiento.

La evolución que se da entre el no tener miedo a las alturas y empezar a tenerlos es precisamente ese cambio que se produce cuando el bebé empieza a moverse por sí mismo. Empieza a tener sensación de miedo cuando aprende a gatear.

Cuando empieza a practicar y perfeccionar el gateo el bebé va siendo más consciente de sus propios movimientos y de lo que sucede alrededor (por dónde se mueve, dónde hay riesgo, dónde no...) Pero como os digo es un entrenamiento, aunque queramos evitarlo, en su exploración del mundo se golpeará, se quedará atascado, se caerá, y también es parte del proceso.

Según investigadores de la Universidad de California en Berkeley, que han realizado un estudio sobre el origen del miedo a las alturas, el acto de impulsarse le enseña al cerebro a estar atento a lo que hay en su campo de visión periférica para ajustar su equilibrio.

Ese pequeño gesto de impulsarse hacia adelante para avanzar le hace ser más cauto a la hora de moverse.

Su campo de visión está muy relacionado con todo esto. Un bebé recién nacido ve a una distancia de 20-25 centímetros mientras que su ángulo de visión es de 40 grados, cuando el de los adultos es de 180. Durante el primer año su visión se irá desarrollando y su campo visual irá aumentando, teniendo cada vez más noción de lo que le rodea y por ende, también del peligro.

Los científicos creen que esa podría ser la clave de por qué una persona que se asoma a la ventana de un avión no siente vértigo, porque su visión periférica es limitada y es igual casi todo el tiempo, al contrario de un helicóptero, por ejemplo, donde esa persona sí podría marearse ya que la visión es más amplia y hay mucho más movimiento.

Digamos que es una combinación de aumento del campo de visión más movimiento. El bebé que ve limitado y se mueve poco no siente miedo, mientras que a medida que va creciendo su campo visual se amplía, empieza a moverse, y siente miedo.

Bebés conejillos de indias

Los científicos han realizado varias pruebas con los bebés. Una consistió en introducir a los pequeños que no gateaban en pequeños kartings que se movían con mandos similares a los de los juegos electrónicos. Después de tres semanas, los bebés fueron colocados en el borde de una superficie de poco más de un metro de altura.

Al ser colocados ante el peligro y haber experimentado previamente la sensación de impulsarse en los kartings, el latido de su corazón se incrementó, lo que sugiere que sintieron miedo, mientras que los que no gateaban y no habían sido expuestos al movimiento no registraron cambios en sus latidos.

Otra de las pruebas podéis verla en el siguiente vídeo. En una superficie elevada dividida en dos partes (una acristalada y la otra no, simulando un borde) se colocó a dos bebés: uno que recién empezaba a gatear y otro un gateador experimentado que incluso hasta se pone de pie. El primero no duda atravesar la superficie acristalada para llegar a su madre que le espera al otro extermo, mientras que el segundo es más cauto y prefiere ir por la parte pintada, una zona más segura.

Como el resto de los miedos en los niños, el miedo a las alturas es también una cuestión de evolución. No es un miedo innato, ni siquiera lo es el miedo a las arañas ni a las serpientes. Son adquiridos a medida que van creciendo y desarrollando nuevas percepciones y habilidades.

Vía | New Scientist Foto | Emiliano en Flickr En Bebés y más | De repente tiene miedo a muchas cosas que antes no le asustaban, Los miedos que siente el bebé

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