Cuando un niño inicia sus andanzas de juego con otros niños, suelen producirse peleas por los juguetes y aparece una frase muy conocida por todos los padres “es mío”, la verdad es que no quiere compartir nada. No hay que pensar que son egoístas, ya que están empezando a aprender lo que significa compartir.
La inmadurez evolutiva en un niño de tres años limita la capacidad de compartir los juguetes o cualquier cosa que él considere suya. Además el desarrollo del “yo” en su personalidad le hace captar un nuevo concepto, el de la posesión y si a esto añadimos que el niño todavía no es capaz de empatizar (ponerse en el lugar del otro niño), la negación será aplastante con respecto a dejarle el juguete, el resultado será una apariencia totalmente egocéntrica y egoísta.
A los padres sólo nos queda un camino, la comprensión y la enseñanza para que esta actitud cambie poco a poco. Nunca hay que mostrar una actitud extrema, no hay que ser muy permisivos ni tampoco muy prohibitivos, no debemos reñir al niño constantemente. Hay que hacer una suma de paciencia y comprensión y enseñar a nuestro hijo a compartir y a disfrutar del beneficio de este hecho. Siempre que un niño por iniciativa propia comparta algún juguete con otro niño hay que elogiarle para que entienda que nos agrada su comportamiento, además, esto potenciará que desarrolle más deprisa la capacidad de compartir y el sentido empático.
Para fomentar el hecho de compartir, un buen sistema es proponer a los niños que jueguen en conjunto, ya sea elaborando una torre con piezas desmontables, pintando en una pizarra o elaborando juntos un puzzle.
Lo importante es que por parte de los padres exista comprensión e interés por que nuestro hijo aprenda a ser sociable y que nuestra actuación sea la adecuada para favorecer el adecuado desarrollo psicológico del niño.
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