Viajar en coche con niños: evitando el mareo

Viajar en coche con niños: evitando el mareo
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Seguimos con nuestro especial de Bebés y más dedicado a viajar en coche con niños. Y como tenemos un hijo educado en la responsabilidad, mientras viajamos él intenta distraerse como puede sin molestarnos, esperando pacientemente a que hagamos una parada de las que habíamos previsto junto a él, nos va comentando cosas durante el camino, va canturreando… Y de repente, notamos que ya no dice nada, que está callado. Qué raro… Le preguntamos si se encuentra bien… y aunque nos responde con un mustio “sí” nos encontramos con que su cara ha perdido el color.

Se ha mareado. Y si no hacemos nada acabará vomitando, así que aunque no queramos nos vamos poniendo nerviosos y empezamos a sudar mientras nos preguntamos qué podríamos hacer para evitar… lo que al final acaba pasando. Horror. La ropa que lleva puesta, para lavar. Y la tapicería, hecha un desastre. Y el pobre crío, que no entiende lo que pasa y se ha puesto a llorar como una magdalena. Y acabamos de salir de casa, como quien dice. Qué viajecito nos espera…

¿Cómo podemos evitar que el niño se maree en el coche?

Qué es el mareo y por qué ocurre

El mareo cinético o cinetosis es un trastorno ocasionado en el sistema que regula nuestra percepción del equilibrio. Cuando nos mareamos, sufrimos una desagradable sensación de inestabilidad que viene acompañada de síntomas como sudores fríos, palidez, bostezos, salivación, nauseas y vómitos. Algunos de estos síntomas, como el vómito, se deben a que el centro nervioso que provoca el vómito está situado en el tronco cerebral, muy cerca del órgano del equilibrio.

En sí, el mareo cinético se produce cuando la información que recibe el sistema nervioso central desde la vista, desde el oído y desde el sistema osteomuscular no cuadra. La sensación de movimiento que proviene de la vista no se corresponde con la sensación de aceleración que proviene del oído interno ni con la sensación de posición del cuerpo que proviene de nuestros huesos y músculos, y esto nos produce una pérdida de orientación y equilibrio que denominamos mareo cinético.

Hay personas más predispuestas que otras al mareo cinético. Este desarreglo es poco frecuente en niños menores de dos años, debido a la inmadurez de su sistema nervioso central, y la sensibilidad al mareo suele disminuir a partir de los 12 años, aunque hay personas que más allá de esta edad siguen mareándose de por vida. También es cierto que algunos factores emocionales como el miedo o la ansiedad pueden actuar junto con el movimiento para propiciar un episodio de cinetosis. De hecho, incluso puede ocurrir que si un niño sabe que es propenso al mareo acabe mareado más fácilmente por sufrir ansiedad cinetósica anticipatoria, así que la tranquilidad va a ser uno de nuestros mejores aliados contra el mareo.

Distraerse sin fijar la atención

Como los síntomas del mareo se presentan de forma gradual pero se desencadenan de forma muy veloz, lo ideal es combatir las causas desde la raíz. Por eso, si sabemos que el mareo se produce por una descoordinación entre las diversas informaciones que dan la vista, el oído y el sistema osteomuscular, lo mejor será trabajar para que esa información no sea tan incoherente.

Así, se suele recomendar que el niño mire hacia el horizonte por el parabrisas, por la parte anterior del coche, y si puede ser con la cabeza algo elevada, ya que así disminuye la sensación visual de velocidad. También se suele aconsejar que el niño no fije la vista en un libro o en una pantalla de DVD, por ejemplo, ya que la mirada fija y concentrada no cuadra con la sensación de movimiento que percibe el oído interno. Y también se habla de hacer más paradas de la cuenta, de un lado para que el niño se airee y además para que se mueva físicamente, lo que pondrá en paz al sistema osteomuscular con el oído interno.

Por otra parte, es bueno que fomentemos la tranquilidad del niño distrayéndolo de la sensación de mareo jugando a que cuente coches de un determinado color o al veo-veo, o que se ponga a cantar… lo que sea, menos centrarse en el mareo. En general, este tipo de medidas contribuirán a evitar el mareo del niño, pero no son las únicas que podemos llevar a cabo.

Planificando la prevención del mareo

Más de una cosa de las que podemos hacer para prevenir el mareo comienzan antes del viaje, incluso mucho antes. Es cuestión de tenerlas presentes.

Si llevamos el coche limpio por dentro, sin fuertes olores de tabaco, de comida o incluso de algunos ambientadores que pueden resultar francamente molestos, si mantenemos el habitáculo fresco con la ayuda del aire acondicionado y si abrimos las ventanas de vez en cuando para que se renueve el aire, estaremos evitando en buena medida la aparición de mareos.

También se suele decir que una dieta ligera ayuda a evitar el mareo. En general, hay que evitar sobrecargar el estómago del niño antes de viajar. Es preferible que coma alimentos secos y ricos en hidratos de carbono y que no tome bebidas gaseosas ni leche, y si durante el viaje el niño tiene hambre le podemos dar alguna galleta o algún bastón de pan, siempre en poca cantidad.

Además, con nuestro estilo de conducción podemos llegar a evitar el mareo… o podemos propiciarlo. En general, si minimizamos la sensación alterna de aceleración y desaceleración y si somos suaves con los mandos, estaremos evitando mareos. A mayor velocidad, mayor suavidad. Si nos dedicamos a acelerar fuertemente para luego frenar bruscamente y soltando de repente el freno nos vamos a hundir el acelerador mientras damos volantazos… más vale que nos preparemos para lo peor.

Y si todo esto falla…

En caso de que el niño se duerma, puede despertarse con ganas de vomitar, ya que la información incoherente de vista, oído y sistema osteomuscular habrá ido descoordinando al organismo de nuestro hijo durante el sueño. Por eso, hay que tener prevista esta circunstancia y estar preparados para ayudarle en caso necesario.

Normalmente, habrá que llevar agua, toallitas y algunas bolsas en una zona cercana al asiento del niño. Si viajamos con él en la parte posterior del vehículo, deberemos estar preparados para actuar rápidamente, puesto que el vómito puede aparecer de forma súbita y precipitada, y si el niño es mayor, podemos haberle enseñado a usar una bolsa por si acaso.

Por otra parte, cuando el niño vomita pierde agua y sales minerales, por lo que es recomendable que se rehidrate bebiendo un agua azucarada a pequeñas dosis, pero frecuentes. Además, el pequeño agradecerá que le coloquemos un paño húmedo sobre la frente, lo que le refrescará y le ayudará a pasar el mal trago.

Y todo, con mucha calma, que los nervios no harán más que empeorar la situación. Después de todo, él no tiene la culpa de marearse en el coche, y además se encuentra mal.

Foto | wwhyte1968
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