El ahogamiento seco o secundario asusta mucho a los padres, pero no existe: una pediatra nos lo explica

El ahogamiento seco o secundario asusta mucho a los padres, pero no existe: una pediatra nos lo explica
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Desgraciadamente, todos los veranos leemos en las noticias que algún niño murió por ahogamiento. Y es que los ahogamientos son la segunda causa de muerte por accidente en niños y de daño cerebral en adolescentes. Según datos de la OMS, el 90% de las muertes por ahogamiento no intencional se concentra en los países de ingresos bajos y medianos, pero es una circunstancia que vemos en todos los países. En nuestro país, en 2021 según el Instituto Nacional de Estadística, fallecieron 38 niños menores de 14 años por ahogamiento.

Una de las situaciones que más preocupa a los padres es el llamado ahogamiento secundario, algo que, sin embargo, no existe. Se cree que con el ahogamiento seco, si un niño sufre un episodio ahogamiento aún si se recupera, podría incluso morir unas horas o incluso días después.

¿Qué es un ahogamiento?

Entendemos por ahogamiento una insuficiencia respiratoria tras un episodio de sumersión o inmersión en un medio líquido. Esta definición se acordó en 2002 en el primer Congreso Mundial de Ahogamientos.

En nuestro idioma, inmersión y sumersión son términos similares, pero en inglés sumersión se refiere a cuando la cabeza está debajo del agua mientras que inmersión hace referencia a que una parte del cuerpo está cubierta por agua.

¿Qué situaciones se producen en un ahogamiento?

Cuando se produce un ahogamiento, aparece una alteración respiratoria (alteración del patrón respiratorio, apnea, tos al entrar el agua en contacto con las vías aéreas inferiores...) seguido de un laringoespasmo que lleva a una obstrucción de la respiración espontánea (se cierran las cuerdas vocales para impedir la entrada de agua, impidiendo también la respiración).

Si no se resuelve, aparecería hipercapnia (aumento del dióxido de carbono en sangre), hipoxemia (disminución del oxígeno en sangre) y, posteriormente parada respiratoria o cardiorrespiratoria.

¿Qué términos deben desterrarse?

Hay términos que se han usado durante años para referirse a distintos tipos de ahogamiento y que actualmente están en desuso y deben ser evitados.

No debemos hablar de ahogamiento seco (llamado antiguamente así a los ahogamientos en los que no se producía aspiración de líquido), silencioso, secundario, pasivo o tardío. Tampoco debe hablarse de casi ahogamiento (ahogamiento con supervivencia a las 24 horas del suceso).

¿Por qué decimos que no existe ahogamiento seco, ahogamiento secundario o ahogamiento silencioso?

ahogamiento-seco

El ahogamiento se considera un proceso continuo, teniendo lugar la secuencia de la que hemos hablado arriba. Cuando se produce un ahogamiento, los síntomas son prácticamente inmediatos.

De hecho, si aparecen síntomas más allá de 8 horas, sin haber existido dificultad respiratoria inicial, debemos sospechar que se debe a otra patología diferente, distinta del ahogamiento.

¿Cuál es el pronóstico tras un ahogamiento?

La mayoría de los niños que sobreviven a una inmersión tienen una recuperación completa (80-90%). En el resto, se produce una gran afectación neurológica, incluso muerte encefálica.

Los factores que más determinan la evolución parecen ser el tiempo de inmersión (mejor pronóstico si es menor de 5 minutos) y el tipo de reanimación cardiopulmonar (mejor si no necesita o si sólo necesita reanimación básica durante menos de 10 minutos)

¿Cómo evitar los ahogamientos?

En los ahogamientos, es fundamental la prevención. Tenemos dos grupos de edades donde son más frecuentes: menores de 4 años y adolescentes. Una de las mejores formas de prevenirlos es la vigilancia, no debemos apartar la vista de los niños mientras se bañan ni un segundo (fuera móviles) y debemos estar lo más cerca posible de ellos para poder llegar hasta ellos lo más rápido posible si es necesario. En relación a esto, conviene seguir la regla del 10/20: no apartar la vista durante más de 10 segundos y poder llegar al niño/los niños en menos de 20 segundos.

La mayoría de los ahogamientos suceden en piscinas por lo que vallar la zona de la piscina en una buena forma de prevenirlos. La Asociación Española de Pediatría  indica que vallar el perímetro completo de la piscina puede disminuir las muertes por ahogamiento en menores de 5 años en un 95%.

Por otro lado, que los niños aprendan a nadar es fundamental. Existen estudios que indican que enseñar a nadar a los niños entre el año y los 4 años de edad previene el ahogamiento. Además, los niños pequeños que no sepan nadar deben llevar dispositivos adecuados de flotación (que no exime de vigilarles constantemente).

Como hemos visto, tanto el tiempo de inmersión como las maniobras de reanimación son factores pronósticos en el ahogamiento. Por ello, el adiestramiento en maniobras de RCP tanto para padres como para niños, supone una medida efectiva.

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