Con este bebé, ya somos 8.000 millones de habitantes en el mundo: cada vez tenemos menos hijos y vivimos más

Con este bebé, ya somos 8.000 millones de habitantes en el mundo: cada vez tenemos menos hijos y vivimos más
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Sin saber que sería el protagonista del día, ayer ha llegado al mundo en Santo Domingo (República Dominicana) Damián, el habitante número 8.000 millones del planeta.

La ONU ya calculaba que el 15 de noviembre la población mundial alcanzaría simbólicamente este hito demográfico, que el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) visibiliza bajo el lema 8 Mil Millones Más Fuertes.

Sin embargo, Naciones Unidas también alerta que a la par de ese progreso ha crecido la desigualdad, y las crisis y los conflictos se han multiplicado.

Se ralentiza el crecimiento de la población

La población mundial tardó unos 12 años en pasar de 7000 a 8000 millones, pero se prevé que los próximos 1000 millones tarden unos 14,5 años (2037), lo que refleja la ralentización del crecimiento mundial.

Según las previsiones, la población mundial seguirá creciendo hasta alcanzar los 10.400 millones en la década de 2080 y se mantendrá en ese nivel hasta 2100. Las cifras y las previsiones indicarían que las alarmas de superpoblación se van apagando.

En la década de 1960 la tasa de crecimiento anual de la población era de un 2,3%, mientras que en 2022 se sitúa por debajo del 1%, concretamente un 0,8%.

China es el país más poblado del mundo con 1.452 millones de habitantes, pero India (actualmente con 1.412 habitantes) irá achicando esta diferencia y acabará quitándole el podio el año que viene.

Crecimiento desigual. Más de la mitad del crecimiento previsto de aquí a 2050 lo concentran solo ocho países: Egipto, Etiopía, India, Filipinas, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo y Tanzania.

Cada vez tenemos menos hijos

Si bien la fecundidad varía según los países y las regiones del planeta, en términos globales la tasa de fecundidad mundial, es decir el número de hijos por mujer, se está desacelerando.

Cada vez hay menos nacimientos en el mundo, y sumado a un aumento de la esperanza de vida que impulsa el crecimiento de poblaciones de edad más avanzada, hace que la población infantil (niños de entre 0 y 14 años ) esté disminuyendo.

Actualmente, dos tercios de la población mundial vive en un entorno de baja fecundidad, con menos de 2,1 nacimientos por mujer (en España es de 1,19 hijos por mujer). En cambio, el crecimiento de la población se concentra cada vez más en los países más pobres del mundo, la mayoría de ellos en África subsahariana.

En 1950, la fecundidad se situaba en cinco hijos por mujer; en 2022 se sitúa en 2,3 hijos por mujer, y se calcula que en 2050 se reduzca a 2,1 hijos por mujer.

Cada vez vivimos más

8mil-millones

Por otro lado, las personas son más longevas. Gracias al aumento de la esperanza de vida, vivimos cada vez más, lo que contribuye a que se haya producido un vertiginoso crecimiento de la población durante el último siglo. Sin embargo, hay enormes disparidades.

De aquí a 2050, el aumento mundial de la población menor de 65 años se producirá íntegramente en los países de renta baja y media-baja, ya que el crecimiento de la población en los países de renta alta y media-alta se producirá únicamente entre los mayores de 65 años.

En 2019, la esperanza de vida se situaba en los 72,8 años; en 2050 se prevé que llegará a los 77,2 años.

Una curiosidad es que nacen más niños que niñas (106 niños por cada 100 niñas), pero las mujeres viven más que los hombres en casi todos los lugares del mundo.

A medida que disminuye la fecundidad y aumenta la esperanza de vida, la población mundial envejece con rapidez.

Un abismo entre ricos y pobres

Una de las grandes preocupaciones es que la desigualdad entre los que más tienen y los que menos tienen es cada vez más evidente.

“Si no superamos el enorme abismo entre ricos y pobres, tendremos un mundo de 8000 millones de habitantes lleno de tensiones y desconfianza, crisis y conflictos”, dice António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas.

Llaman a cambiar el rumbo por medio de una solidaridad, para fomentar un desarrollo sostenible que garantice los derechos humanos en todo el mundo sin dejar a nadie atrás.

Foto | EFE/Orlando Barría

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