La AEP publica un tríptico para defender la lactancia materna cuando el bebé o niño es hospitalizado
Lactancia

La AEP publica un tríptico para defender la lactancia materna cuando el bebé o niño es hospitalizado

Los hospitales son aquellos centros sanitarios en los que uno entra enfermo con la intención de salir con el mayor nivel de salud posible, a menos que seas un bebé amamantado. Y digo a menos, porque en ese caso son muchos los hospitales que parecen tener entre sus directrices la de tratar de estropear la lactancia poniendo todas las trabas posibles a la madre.

Ante esta situación, que ahora detallaremos un poco más, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha publicado un magnífico tríptico, breve y conciso, para informar a las madres de cuáles son sus derechos, de cuáles son los derechos de sus bebés e hijos, y para informar de lo mismo a los profesionales hospitalarios, que muchas veces actúan sin ninguna mala intención, pero dejándose llevar por lo que siempre se ha hecho (cuando prácticamente todos los bebés tomaban biberón), que podría ser muy negativo en la situación actual, cuando la mayoría toma pecho.

¿Cómo va un hospital a hacer lo posible por estropear la lactancia?

Obviamente no es la finalidad. Nadie te dice "ya que lo ingresas, vamos a conseguir que dejes el pecho", pero con su funcionamiento y con las dificultades que llegan a ocasionar en la dinámica familiar acaban consiguiéndolo de rebote.

Ya hace unos meses os contamos el posparto de una madre que tuvo que quedarse a cuidar de su bebé durmiendo en un saco. A ella le dieron el alta después del parto pero no a su hija, que se tuvo que quedar unos días más, y en vez de facilitarle las cosas se lo pusieron de lo más difícil. No tenía dónde quedarse con ella, le decían que se sacara la leche para luego las enfermeras dársela a la niña por la noche y que si con lo que se sacaba no era suficiente ya le darían leche artificial.

Es decir, una madre iniciando una lactancia materna a demanda cuyo consejo es extraer la leche para darla en biberón y hacer lactancia mixta, todo por no permitirle estar con su bebé. Si esto no es entorpecer la lactancia, ya me contarán.

Pues esto mismo sucede en muchos hospitales del estado español, y probablemente del mundo, a diario. Bebés o niños que son amamantados, que son cuidados gran parte del día por sus madres, que en el momento de tener que ingresar se ven forzados a una separación que ni ellos desean, ni sus madres tampoco. Y muchas veces da igual que la madre diga que puede estar las horas que haga falta, es que no le dejan, pese a que eso sea lo mejor para el bebé, todo porque se sigue funcionando como si el bebé pudiera quedarse al cuidado de las enfermeras, que cada tres horas pueden darle un biberón de leche artificial.

Es un derecho de los niños

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Esto lo hemos de tener siempre claro: cuando defendemos el acompañamiento de nuestros hijos no lo hacemos porque sea un derecho nuestro, que también, sino porque es un derecho de los niños. Esto lo ha querido dejar claro la AEP en el tríptico al hacer hincapié en lo complicado que es para una familia el ingreso de un hijo, y más si está siendo amamantado, porque el alimento lo recibe de la madre, y a demanda.

Tal y como defiende la Carta Europea de los Niños Hospitalizados, que data del año 1986: "si el bebé requiere ser hospitalizado, la madre debería poder ingresar con él o, al menos, permanecer con su hijo las veinticuatro horas".

Es salud para el bebé o niño

Ese ingreso de la madre, o su disponibilidad, permitiría que le pudiera amamantar cuando el bebé tuviera hambre, a demanda, y además en muchas otras situaciones: un hospital no es un entorno conocido para un niño y suelen percibirlo como una amenaza: las personas que le atienden le pinchan, le hacen pruebas, le separan de su madre, le hacen daño y no es capaz de entender por qué.

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En una situación tan estresante, es de vital importancia que el bebé pueda estar con su madre porque, como digo, no sólo mamará cuando tenga hambre, sino cada vez que alguien se le acerque. Y lejos de ser un problema, como muchos profesionales dicen ("si te lo pones a la teta no puedo"), en muchas intervenciones es un beneficio porque el niño está más tranquilo y porque la "tetanalgesia" funciona disminuyendo el dolor de la intervención.

Por otra parte, las madres que dan pecho tienen una ventaja que conocen bien: en situación de enfermerdad, los niños suelen negarse a comer prácticamente de todo, excepto del pecho. Quizás no sea así en todos los casos, pero cuando no se encuentran bien, ven la comida y sienten aquello de "uff, ¿ahora comer?", el pecho no suelen rechazarlo porque no lo ven como tal: ellos ven a mamá, no comida. Ellos ven un abrazo, no alimento. Y estando malitos se recuperan antes si comen y están mejor hidratados.

Es una cuestión de respeto

Finalmente, queda decir el que yo creo que debería ser el punto primordial, que es precisamente el que queda más olvidado, o al que menos importancia se le da desde estas instituciones de salud: es una cuestión de respeto. El niño tiene un problema de salud, y su alimentación habitual es el pecho: lactancia materna. Cuando los padres acuden a un hospital con un niño es porque confían en la atención que recibirán y porque requieren de unos cuidados que en casa no pueden llevarse a cabo. Pero el bebé sigue siendo suyo, y en consecuencia siguen siendo ellos los que tienen que decidir qué y cómo comer en cada momento (a menos que sea algo negativo).

Dicho de otro modo, de igual modo que cuando la dieta de un niño se adapta por motivos religiosos, la dieta de los bebés tiene que adaptarse por motivos familiares: si un bebé toma pecho y su madre quiere amamantarle, tiene que poder. La gente del hospital no es nadie para cambiar esa decisión de la madre, y menos por motivos de organización interna. El niño es de los padres, siempre.

Más información | AEP
Foto | Michael Bentley en Flickr
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