Retraso del crecimiento intrauterino

Retraso del crecimiento intrauterino
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Como hemos visto en sucesivos artículos, el crecimiento fetal es un fenómeno multifactorial complejo que depende de factores genéticos y ambientales. En algunos casos puede producirse un retraso del crecimiento intrauterino (RCIU), cuando se produce algún desajuste que impide el adecuado desarrollo del feto.

Se refiere al crecimiento deficiente de un bebé mientras está en el útero durante el embarazo, específicamente, que el feto pesa menos del 90% que otros bebés de la misma edad gestacional.

A este fenómeno también se le denomina "crecimiento intrauterino restringido" para definir a un bebé que es más pequeño de lo normal durante el embarazo: los bebés no crecen dentro del útero a la velocidad que deberían y por lo general tienen un peso más bajo al nacer.

La causa más común de problemas de crecimiento del feto está en un mal funcionamiento de la placenta, que es el tejido que transporta el alimento y el oxígeno al bebé. Aunque como hemos visto en múltiples ocasiones, existen otros factores que influyen en el crecimiento fetal, como las alteraciones genéticas, las malformaciones, el consumo de tabaco o drogas y la tensión alta antes o durante la gestación...

Las exposiciones a rayos-X y las infecciones durante el embarazo que afectan al feto, como la rubéola, el citomegalovirus, la toxoplasmosis y la sífilis también pueden incidir en el peso fetal.

Como vemos, hay algunas causas sobre las que no podemos actuar (o se hará médicamente), pero otras responden a hábitos de salud (o más bien de mala salud) de la madre y sí son controlables como el consumo de tabaco, alcohol u otro tipo de drogas que podrían hacer que el bebé no creciera adecuadamente dentro del útero.

Tipos de retraso de crecimiento fetal

Dependiendo de la causa de este retraso, el feto puede ser simétricamente pequeño o tener una cabeza del tamaño normal para su edad gestacional, mientras el resto de su cuerpo es pequeño. En este sentido, se describen tres tipos de RCIU, basándose en la incorporación a la clínica del concepto de las tres fases de crecimiento celular descritas por Winnick:

  • RCIU tipo I o simétrico, se presenta cuando en la fase de hiperplasia celular (que ocurre en las primeras 16 semanas de la vida fetal) se produce un daño con disminución del número total de células. En estos recién nacidos hay un crecimiento simétrico de la cabeza, el abdomen y los huesos largos.

  • RCIU tipo II o asimétrico, se presenta cuando en la fase de hipertrofia celular, que se presenta a partir de las 32 semanas de gestación y dura aproximadamente 8 semanas. Se caracteriza por un crecimiento desproporcionado entre la cabeza y los huesos largos y el abdomen fetal.

  • RCIU tipo III o mixto, ocurre entre las 17 y las 32 semanas de gestación, en la fase de hiperplasia e hipertrofia concominante y la apariencia dependerá del tiempo en el que se produzca la lesión.

Otra clasificación está basada en la etiología o el origen del trastorno:

  • RCIU intrínseca, principalmente por causas que están en el mismo feto, como defectos cromosómicos.
  • RCIU extrínseca, en este caso las causas son elementos externos al feto, como una patología placentaria.
  • RCIU combinada, en la que se presentan una combinación de los factores anteriores.
  • RCIU idiopática, en la que se desconoce la causa del trastorno del crecimiento del feto.
embarazada

Cómo se detecta el retraso del crecimiento fetal

El retraso del crecimiento intrauterino se puede sospechar si el tamaño del útero de la mujer embarazada es pequeño. La afección generalmente se confirma por medio de una ecografía. La medida desde el hueso púbico de la madre hasta la parte superior del útero será más pequeña de lo esperado para la edad gestacional de su bebé. Esta medida se denomina altura del fondo uterino.

Durante el embarazo a lo largo de los distintos controles el médico podrá determinar si el bebé está creciendo con normalidad. La prueba principal para vigilar el crecimiento de un bebé en el útero es la ecografía, que permite tomar una serie de medidas del bebé para poder valorar el peso.

Además, la ecografía permite estudiar el funcionamiento de la placenta mediante una técnica llamada Doppler, que en la actualidad controla la hipertensión o la diabetes en la madre, las malformaciones cardiacas y los problemas con el cordón umbilical y la placenta, los principales factores que pueden poner en peligro la salud del bebé por nacer.

La ecografía también permite determinar la cantidad de líquido amniótico y los movimientos que realiza el bebé porque algunos bebés con retraso de crecimiento intrauterino presentan una disminución de la cantidad de líquido amniótico y de los movimientos. Si se detecta que el bebé es pequeño, las exploraciones ecográficas se realizan con más frecuencia.

Es posible que se necesiten exámenes adicionales para detectar infección o problemas genéticos si se sospecha de dicho retraso del crecimiento intrauterino, ya que el RCIU aumenta el riesgo de que el bebé muera dentro del útero antes de nacer. Si el médico sospecha que la madre podría tener esta afección, se le hará un seguimiento cuidadoso con algunas ecografías del embarazo para medir el crecimiento, los movimientos, la circulación y el líquido alrededor del bebé.

Aunque hemos de señalar que no todos los bebés pequeños presentan retraso del crecimiento en el vientre materno. Solo una tercera parte de los bebés que son pequeños al nacer tienen crecimiento retardado. El resto simplemente son más pequeños de lo normal. Como los adultos, hay niños de distintos tamaños y la genética en este punto tiene bastante que decir para que el bebé sea más o menos grande, sin tener un retraso en el desarrollo.

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