Quemaduras en bebés y niños: todo lo que necesitas saber sobre sus tipos, prevención y tratamiento

Los accidentes sufridos por los niños en el ámbito doméstico son, por desgracia, más comunes de lo que imaginamos, y entre las lesiones habituales destacan las quemaduras. Desde el volcado accidental de una taza de café, hasta un día de sol sin fotoprotección o un chorro de agua demasiado caliente; lo cierto es que son varios los factores que pueden ocasionar este tipo de daños.

Aunque la mayoría de las quemaduras podrían evitarse con unas medidas de seguridad adecuadas, toda precaución es poca cuando hablamos de niños, por lo que se hace necesario saber cómo actuar correctamente en caso de que se produzcan estas lesiones. Te contamos cuáles son las quemaduras más frecuentes en niños, y qué hacer (y que no) para tratarlas.

Tipos de quemaduras

Según el agente que provoca la quemadura, en el ámbito doméstico y familiar podríamos hablar de los siguientes tipos:

Solares

Las quemaduras producidas por el sol no son exclusivas del verano, sino que también pueden producirse en otras estaciones del año en las que el sol parece calentar menos. Por eso es tan importante prevenirlas con la aplicación de una crema solar adecuada al tipo de piel que tenga el niño, y evitar la exposición solar directa en las horas centrales del día.

Cuando el sol provoca una quemadura, la piel se enrojece, está caliente al tacto y duele, especialmente entre seis y 48 horas después de haberse producido. En algunos casos podrían salir ampollas, y en la mayoría de las ocasiones la piel afectada se acaba pelando.

Es importante recordar que aunque los síntomas de estas quemaduras son temporales, una vez que se produce el daño sus efectos son con frecuencia permanentes, pudiendo ocasionar efectos a largo plazo como cáncer de piel o envejecimiento prematuro de la piel.

Líquidos calientes

Las quemaduras con líquidos calientes son especialmente frecuentes en la cocina, cuando la curiosidad de los niños les lleva a querer examinar lo que se está cocinando, pudiéndose derramar encima de manera accidental la comida. Este tipo de quemaduras suele provocar daños, tanto en la epidermis como en la siguiente capa de la piel, llegándose a producir ampollas.

En otras ocasiones hemos visto quemaduras con agua caliente provocadas por la ducha o la manguera del jardín, especialmente en los meses más calurosos del año en los que la goma llega a calentarse tanto que el agua sale a una temperatura capaz de abrasar la piel del niño.

Vapor

Las quemaduras por vapor son muy dolorosas, pero rara vez revisten gravedad pues suele ser superficiales. En el ámbito doméstico son también comunes en la cocina (por ejemplo, al destapar una cacerola o abrir la puerta del horno en funcionamiento, sin la debida protección), o por el uso indebido de ciertos electrodomésticos como la plancha.

Ante una quemadura con vapor veremos que enseguida el área se pone muy roja e incluso puede apreciarse alguna pequeña ampolla que jamás debemos explotar ni tocar.

Fuego

Los niños pequeños se sienten especialmente atraídos por el fuego (no hay más que ver cómo echan las manitas a las velas de la tarta de cumpleaños sin ser conscientes del peligro), por lo que este tipo de quemaduras en el ámbito doméstico suelen ser frecuentes.

La prevención es la única forma de evitar estas quemaduras: por ejemplo, protegiendo con elementos de seguridad la zona de los fogones de la cocina, sustituyendo las velas que tengamos en casa por velas de LED, y si en invierno recurrimos al uso de chimeneas y estufas es imprescindible protegerlas con rejillas homologadas, que eviten que el niño pueda acercarse.

Otro potencial peligro, especialmente entre los adolescentes, son los artículos de pirotecnia, por lo que si van a manipularlos es recomendable explicarles las medidas de seguridad que deben tener en cuenta.

Ya ya por último, recordemos la importancia de no fumar delante de los niños. No solo porque el humo del tabaco perjudica seriamente su salud presente y futura, sino porque la ceniza de los cigarros es otra de las causas comunes de quemaduras accidentales en niños.

Hielo

Aunque al pensar en los agentes causantes de quemaduras probablemente nunca pensaríamos en el hielo, lo cierto es que este elemento también puede provocar quemaduras.

En el ámbito doméstico, las quemaduras por hielo en niños no suelen ser frecuentes, aunque podrían producirse si juegan con cubos de hielo o se colocan bolsas de frío directamente sobre la piel.

También podría ocurrir que la lesión la provocáramos nosotros de manera accidental, al aplicar hielo sobre un chichón tras una caída. Para evitar que esto ocurra, el frío debe aplicarse solo durante unos minutos y jamás de manera directa sobre la piel.

En las quemaduras por hielo la piel se enrojece y escuece. Para aliviar las molestias debemos calentar la zona cubriéndola con un paño o un vendaje suave, y no aplicar nunca calor directo sobre el área afectada.

Abrasión contra una superficie

Las caídas son muy comunes entre los niños, y aunque en la mayor parte de las ocasiones no revisten gravedad, en otros casos podrían provocar heridas más delicadas que requieran de una mayor atención.

Tal es el caso de las quemaduras por abrasión contra el asfalto, muy típicas cuando se producen accidentes con la bici o los patines/patinetes, por ejemplo, así como las quemaduras por fricción al deslizarse por toboganes o hinchables.

Estas quemaduras son bastante dolorosas, y algunas tardan tiempo en cicatrizar por la zona en la que normalmente se producen. En caso de que la quemadura sea por caída, es importante lavar la herida de inmediato para retirar los restos de tierra y suciedad, y si se trata de una herida que podamos curar nosotros mismos, lo haremos diariamente para evitar que se infecte.

En muchos casos, la prevención de este tipo de heridas es sencilla, y pasaría por el uso de coderas, rodilleras y elementos de protección a la hora de practicar ciertos deportes.

Electricidad

Las quemaduras de origen eléctrico se producen cuando el niño muerde cables enchufados a la corriente, o manipula enchufes sin protección, metiendo los dedos o cualquier otro objeto conductor de electricidad.

En caso de que el niño experimente una descarga eléctrica, debemos atenderle asegurándonos previamente de que no continúa estando en contacto con la fuente de electricidad. Si así fuera, debemos separarle utilizando un objeto de madera o aislante.

Este tipo de quemaduras no suelen apreciarse visualmente, de ahí la importancia de que sea valorado de urgencia en el hospital.

Productos químicos

En el ámbito doméstico, las quemaduras químicas se producen al inhalar o ingerir ciertos productos de limpieza o pilas de botón, así como al derramarse sobre la piel sustancias químicas como la lejía. Este tipo de quemaduras pueden ocasionar un gran daño, tanto externo como interno, de ahí que el niño tenga que ser evaluado de urgencia en el hospital.

Si la quemadura se ha producido en la piel a causa del contacto con un producto químico, lavaremos de inmediato la zona con abundante agua corriente durante al menos diez minutos, y quitaremos la ropa que esté contacto con la zona afectada, con cuidado de no sacudirla para evitar que el producto pueda resbalar y caer a otras partes del cuerpo.

Si se ha producido por ingestión, nunca debemos provocar el vómito al niño, y si es posible llevaremos al hospital la etiqueta del producto que ha ingerido.

Cómo tratar una quemadura

A la hora de tratar una quemadura debemos diferenciar si es de primer grado, segundo o tercero, para actuar de una manera u otra.

Las quemaduras de primer grado las diferenciamos porque solo se enrojece la piel, afectando a una pequeña zona. Se trata de una quemadura superficial que curaremos de la siguiente manera:

  • Sumergiremos la zona afectada en agua fresca (¡pero no muy fría!) durante el tiempo que sea necesario. Con esto pretendemos, no solo aliviar el dolor, sino enfriar la zona y evitar que el calor se propague y pueda dañar las capas más profundas de la piel.

  • Aplicaremos una pomada antiinflamatoria. También podemos cubrir con una gasa estéril durante las siguientes 24 horas.

  • Si el niño tiene dolor podemos administrarle paracetamol o ibuprofeno, y aliviar los síntomas locales con una pomada de aloe vera o crema hidratante durante varias veces al día.

Las quemaduras de segundo grado se caracterizan porque además de enrojecimiento de la piel también aparecen ampollas. Esto indica que además de la superficie, se han visto afectadas otras capas más profundas.

En este caso, procederemos a enfriar la zona como lo haríamos si fuera una quemadura superficial, desinfectaremos con agua y jabón o clorhexidina, y consultaremos con el pediatra, ya que podría ser necesario el uso de una pomada antibiótica.

Las quemaduras de tercer grado afectan a las capas más profundas de la piel, músculos, vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas. Tienen una apariencia entre amarillenta, marrón y negra, y la piel parece áspera. Con frecuencia, el paciente no nota dolor, pues la zona está adormecida debido al daño producido en los nervios. Jamás debemos curar en casa este tipo de quemaduras, y deben ser valoradas de urgencia por un equipo médico, pues en ocasiones podría ser necesaria la hospitalización.

Lo que nunca se debe hacer

A la hora de tratar una quemadura superficial, estas son las cosas que jamás deberíamos hacer:

  • Aplicar hielo en el área afectada, pues esto empeoraría la quemadura.

  • Frotar la quemadura, ya que podrían producirse ampollas.

  • Reventar o tocar las ampollas.

  • Retirar la ropa que cubre la quemadura sin haber mojado previamente la zona. En cualquier caso, si observamos que la ropa parece estar pegada a la piel ¡no la retiraremos!, pues podemos provocar un daño aún mayor.

  • Cubrir una quemadura que supura, pues el vendaje quedaría adherido a la piel aumentando la lesión.

  • Aplicar remedios caseros, tales como talco, grasa o pasta de dientes.

  • En caso de quemadura por abrasión contra el asfalto, no se debe aplicar agua oxigenada ni povidona yoadada, ya que empeoraríamos la lesión y retrasaríamos el proceso de cicatrización. Tampoco se debe dejar la herida al aire.

¿Cuándo es necesario consultar con el médico?

Siempre que tengamos cualquier duda sobre el tratamiento que debemos aplicar para curar la quemadura o si esta ha sido sufrida por un bebé o niño de corta edad, es necesario consultarlo con el pediatra.

Pero además, existen otra serie de signos que deberían ponernos en alerta y que tienen que ser valorados de inmediato por el especialista:

  • Como hemos dicho más arriba, si la quemadura no es superficial sino profunda es necesario que sea examinada y tratada por un médico.

  • Si el área afectada abarca entre cinco y siete centímetros, o más del 5% del cuerpo del niño.

  • Si la quemadura se ha producido en la cara, cuero cabelludo, manos, pies, genitales o grandes articulaciones.

  • Cualquier quemadura producida por electricidad o productos químicos debe ser valorada por un médico.

  • Si el dolor o el enrojecimiento persisten o empeoran durante las siguientes horas tras haberse producido, o si aparece flujo, sangre o supuración en la zona afectada. Estos signos podrían indicar una infección.

Hacer de nuestro hogar un entorno seguro para los niños es la forma más eficaz de prevenir este tipo de accidentes. Entre otras medidas, recuerda proteger enchufes, guardar bajo llave los productos de limpieza o tóxicos, evitar la presencia de los niños mientras se cocina y no poner a su alcance ningún elemento susceptible de ocasionar estas lesiones.

Fotos | iStock

Vía | Healthy Children, En Familia AEP

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