La dieta blanda es cosa del pasado: no es necesaria ni cura antes la gastroenteritis

La dieta blanda es cosa del pasado: no es necesaria ni cura antes la gastroenteritis
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Cuando un niño (o adulto) tiene gastroenteritis, una de las primeras medidas a tomar era (y es en muchos casos), la dieta blanda o dieta astringente. De hecho, en los colegios está la opción de que padres y profesores soliciten dieta blanda para comer si uno de sus niños está "con la tripa suelta". Pero, ¿funciona en realidad? ¿Es necesaria? Qué dice la ciencia.

¿Qué es una gastroenteritis?

La gastroenteritis es una inflamación del estómago y los intestinos. Se define como una disminución de la consistencia de las heces y/o un aumento del número, y puede ir acompañada de vómitos, fiebre y/o dolor abdominal. La causa más frecuente son los virus, aunque también pueden estar producidas por bacterias, parásitos o alimentos contaminados.

La mayoría de gastroenteritis se curan sin necesidad de tratamiento. Lo principal es prevenir la deshidratación. Cuanto más pequeño es el niño, mayor es el riesgo de que se deshidrate.

¿En qué consiste la dieta blanda? ¿Y la dieta astringente?

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La dieta blanda es una dieta para que descanse el estómago y los intestinos, es decir, para que tengan que trabajar lo menos posible. Los alimentos que incluye son cereales refinados (es decir, no integrales) como pan blanco, arroz o cuscús, carnes magras y pescados blancos hervidos o cocinados al horno o a la plancha, huevos, lácteos naturales (como yogur o queso fresco), frutas cocidas o asadas, caldos...

La dieta astringente es aquella diseñada para frenar la diarrea y contiene alimentos similares a los de la dieta blanda: carnes y pescados blancos, zanahoria y patata hervidas, arroz y pan blanco, plátano...

En la literatura anglosajona aparece en este contexto de gastroenteritis la dieta BRAT, que es similar y cuyo acrónimo corresponde a: plátanos (Bananas), arroz (Rice), zumo de manzana (Apple juice) y tostadas o biscotes (Toast).

¿Qué puede y debe comer un niño/a con gastroenteritis?

La recomendación actual es que, salvo gastroenteritis asociadas a deshidratación severa, la alimentación se reinicie cuanto antes y se habla de una dieta normal para la edad.

Hace ya tiempo que las principales sociedades científicas pediátricas (Academia Americana de Pediatría, Asociación Europea de Nutrición, Gastroenterología y Hepatología Pediátrica, Asociación Española de Pediatría...etc), no recomiendan dieta blanda o astringente para la gastroenteritis.

No hay ninguna evidencia científica que avale modificar sustancialmente la dieta habitual como tratamiento de una gastroenteritis.

Los alimentos ricos en carbohidratos complejos (como pan, pasta, arroz, patatas), las frutas y las verduras y la carne y el pescado blancos, se toleran mejor que los alimentos ricos en azúcares simples y los que contienen mucha grasa.

Los alimentos ricos en azúcares simples, especialmente zumos comerciales, refrescos o bebidas para deportistas deben evitarse, pues tienen alta osmolaridad y pueden empeorar la diarrea.

Respecto a las grasas, con moderación y sensatez. Hay autores que indican que pueden disminuir la motilidad intestinal (y mejorar entonces la diarrea) y aportan calorías (necesarias).

En cuanto a la lactosa, la mayoría de niños en nuestro medio con gastroenteritis aguda toleran sin problema la leche y otros alimentos con lactosa, así que no hay que eliminar la lactosa de la dieta. Tampoco hay que diluir la fórmula (los biberones siempre siempre se deben preparar igual). Los lactantes que tomen leche materna deben continuar haciéndolo.

Resumiendo, los niños con gastroenteritis pueden comer una dieta similar a la habitual, evitando alimentos azucarados (como zumos y refrescos, que, dicho sea de paso, no deberían formar parte de la dieta habitual de los niños) y aquellos con alto contenido en grasa.

Los niños con gastroenteritis pueden comer una dieta similar a la habitual, evitando alimentos azucarados y aquellos con alto contenido en grasa.

¿Es contraproducente la dieta blanda o astringente?

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Hemos visto que las dietas blandas o astringentes no son necesarias. Sin embargo, la "tradición" de preparar comidas especiales para las gastroenteritis está muy arraigada. ¿Son nocivas o podemos continuar con ellas aunque sepamos que no son necesarias?

Antaño, el manejo de la gastroenteritis consistía en rehidratar y dejar el aparato digestivo "en reposo" durante 24 horas o más. Hay multitud de estudios que han comparado esta práctica antigua con reintroducir la alimentación normal de forma temprana y se ha visto que, lejos de empeorar la gastroenteritis, podría tener múltiples beneficios.

Así, la alimentación precoz induce enzimas digestivas, promueve la recuperación de disacaridasas (enzimas digestivas que pueden perderse por la gastroenteritis), mejora la absorción de nutrientes, reduce la duración de la diarrea, mejora el estado nutricional y mantiene el crecimiento. En resumen, todo ventajas.

Y, ¿quién comerá antes y mejor? ¿El niño al que le ofrezcamos lo que come habitualmente o aquel al que le demos un poco de arroz blanco con pescadito hervido y patata o zanahoria cocida? Lógicamente el primero. Así que, mantener la dieta habitual puede hacer que los niños tengan más ganas por comer (aprovecho para remarcar que nunca hay que obligarles a comer, debemos ofrecer la alimentación sin obligar).

Además, las dietas específicas muchas veces son demasiado restrictivas y aportan pocas calorías, y se ha visto que mantener el mismo aporte calórico es beneficioso.

Mantener la dieta habitual puede hacer que los niños tengan más ganas por comer, evitando dietas restrictivas en nutrientes.

Así que, si mi hijo/a tiene gastroenteritis...

- Lo principal es prevenir la deshidratación. Para ello, debemos reponer las pérdidas (vómitos y diarrea); y la mejor manera de hacerlo es con suero de rehidratación oral, de venta en farmacias y con una composición muy concreta (nada de hacer preparados caseros).

- Ofrecer una dieta normal sin forzar, evitando alimentos ricos en azúcares simples o con alto contenido en grasas. No debe retirarse la lactosa de inicio. Reiniciar la alimentación de manera precoz tiene claros beneficios.

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