Los dispositivos móviles, enemigos de los ángeles de la guarda

Los dispositivos móviles, enemigos de los ángeles de la guarda
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¿Es posible que últimamente los ángeles de la guarda no tengan tanta ayuda paterna? Los niños juegan en el parque mientras sus madres o padres están pendientes del teléfono. Lo mismo sucede en casa: las pantallas de los móviles o tabletas nos tienen cada vez más atentos a lo que sucede en ellos y no a nuestro alrededor. Y eso puede traducirse en accidentes infantiles.

En los últimos años se ha detectado un preocupante ascenso de las lesiones en niños, y muchos médicos consideran que este aumento está directamente relacionado con el creciente uso de dispositivos móviles por parte de los padres, lo cual apoyaría la tesis de que no podemos hacer dos cosas a la vez.

No me extrañaría que muchos de estos profesionales que han llegado a dicha conclusión sean médicos que ven llegar a Urgencias a niños heridos y a sus padres pegados al teléfono… Y si está comprobado que el uso del teléfono provoca más accidentes conduciendo o cruzando una calle, ¿no es lógico pensar que también nos despistamos a la hora de vigilar a nuestros hijos?

He sido testigo de cómo el simple hecho de hablar por teléfono puede llevarnos a descuidos con nuestros hijos, con lo cual fijar la vista en la pantalla, ya sea para escribir un mensaje, ya sea para leer o ver un vídeo, va a hacer que estemos mucho menos pendientes de los pequeños. Y, aunque no siempre se cumple, normalmente cuantos más ojos hay, más vigilados están los niños. Claro, que tienen que ser ojos atentos a los niños y no a otros menesteres.

Los accidentes infantiles en aumento tras años de descenso

Las lesiones no mortales a los niños menores de cinco años aumentaron un 12% entre 2007 y 2010, después de caer durante gran parte de la década anterior, según los datos más recientes de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, con base en los registros de las salas de Urgencias.

Por otro lado, el número de estadounidenses mayores de 13 años que poseen un smartphone o teléfono inteligente ha crecido de casi nueve millones a mediados de 2007 a 63 millones a finales de 2010 y 114 millones en julio de 2012, según una investigación de comScore.

Los expertos en seguridad infantil señalan que las tasas de lesión había disminuido por lo menos desde la década de 1970, gracias sobre todo a medidas que hacían más seguros los parques, las escaleras, nuestras casas, las piscinas… Era alentador ver cómo las cifras bajaban desde entonces, tendencia que cambió hacia 2007.

Tomando datos desde 2002, se percibe un aumento de entre el 6% y el 105% en distintos casos de lesiones infantiles, según estadísticas de la Comisión de Seguridad del Consumidor del gobierno de Estados Unidos, que rastrea las lesiones por tipo de producto.

El aumento más preocupante es el de riesgo de ahogamiento (cuando el niño está a punto de asfixiarse) y el relacionado con los accidentes en piscinas, pero todos los accidentes aumentan considerablemente respecto a años anteriores: caídas, golpes, heridas…

Por ejemplo, las lesiones durante los juegos infantiles entre los niños menores de cinco años aumentaron un 17% entre 2007 y 2010, después de tendencia a la baja de los últimos cinco años. Las lesiones que involucran material de puericultura, tales como cambiadores, cunas… se incrementaron un 31% entre los niños menores de cinco años.

envenenamiento

Otras posibles razones del aumento de lesiones

Los especialistas dicen que no hay estudios ni estadísticas formales para establecer una conexión cierta entre el dispositivo móvil que nos distrae y las lesiones infantiles. Lo que existe es una asociación, y precisamente por ello habría que intentar investigar y esclarecer si existe una relación causa-consecuencia comprobable.

Pero el caso es que podría haber otros factores implicados en el aumento de lesiones, como un comportamiento más temerario de los niños (aunque hay estudios que señalan que esa mayor asunción se riesgos se debe precisamente a que los niños no se sienten observados) o una mayor tendencia a llevar a los niños a Urgencias, por eso sería bueno investigar a fondo las causas.

Incluso la crisis y los recortes en el presupuesto de los colegios podrían influir en las crecientes cifras según algunos, aunque el hecho de que las edades comprendidas entre los cinco y los nueve años hayan sufrido un aumento menor de las lesiones comparado con el grupo de niños más pequeños (que aún no van al cole) tal vez contradiga esta opción.

De cualquier forma, resulta difícil establecer que una distracción del padre o la madre fue la responsable del accidente, porque no es fácil que el progenitor lo reconozca, ni que se le pregunte sobre ello en el hospital, a no ser que haya signos de sospecha de negligencia.

Y esa negligencia, a veces hay que explicarla ante un juez, como en casos reales de muerte de los pequeños porque la madre o el padre estaba mirando el teléfono y no a su hijo. Parece ser que en los archivos policiales no faltan casos de este tipo.

Además los padres subestimamos tanto el tiempo como el grado de atención que dedicamos a nuestros dispositivos móviles, según ha estudiado Barbara Morrongiello, profesora de psicología en la Universidad de Guelph en Canadá. Según esta experta que ha observado a 62 familias con niños de dos años de edad el 67% de las lesiones ocurrieron cuando un padre no estaba supervisando o sólo estaba escuchando de manera intermitente. Las cifras descienden a un 10% cuando un padre estaba mirando. ¿No merece la pena hacer el “esfuerzo”?

Psicólogos y sociólogos comprueban que la atención puesta en los dispositivos móviles provocan que disminuyamos la atención en lo que nos rodea, incluso la vista se desenfoca para “borrar” lo que no está en la pantalla y se pierde conciencia de ello. En definitiva, la capacidad de reaccionar para evitar un accidente disminuye drásticamente.

No sé si os parecen datos suficientes para considerar que los dispositivos móviles son enemigos de los ángeles de la guarda. No sé si alguna vez habéis dejado de contestar al teléfono porque estabais con el bebé. O si le habéis dicho al interlocutor que era un mal momento y que llamara más tarde. O si habéis dejado el WhatsApp o ese correo electrónico, que tampoco sería tan urgente, para después.

Parece difícil en los tiempos que corren, pero yo, por si acaso, me lo pensaré bien antes de quitarles el ojo a las pequeñas para ponerlo sobre las pantallas, y sobre todo en situaciones de mayor riesgo donde un despiste puede ser fatal.

Más información | The Wall Street Journal
Fotos | Caitlinator y Felixe en Flickr-CC
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