La fatiga pandémica también afecta a los niños: cómo ayudarles a gestionar sus emociones y mejorar la convivencia familiar

Mañana finaliza el Estado de Alarma en España, tras 14 meses de limitaciones y restricciones a la movilidad y a la vida social como consecuencia de la pandemia de COVID-19. Tanto tiempo viviendo así ha hecho que muchas personas sufran la llamada "fatiga pandémica", caracterizada principalmente por una mayor irritabilidad, ira, desgana y agotamiento mental.

Los niños no son ajenos a estos sentimientos, y es muy probable que en este tiempo hayamos notado cambios en su carácter y su comportamiento, tales como pequeños retrocesos, miedos, mayor necesidad de contacto o cuadros de estrés y rabietas.

Gema Fuentes, psicóloga de los Centros Crece Bien, nos ofrece las claves para ayudar a nuestros hijos a lidiar con la fatiga pandémica y a mejorar el clima de convivencia familiar.

Cómo está afectando pandemia al clima familiar

Hace dos meses recordábamos el primer aniversario de la pandemia. Aquel mes de marzo de 2020, la vida tal y como la conocíamos dejó de existir, y comenzó una etapa especialmente dura a muchos niveles.

El confinamiento estricto del principio afectó a nuestra salud emocional, aunque muy especialmente a la de nuestros niños y adolescentes. Después de aquello vinieron las restricciones de movilidad, el distanciamiento social y las medidas de prevención. Y aunque parece que empieza a verse algo de luz al final del túnel - como habitualmente se suele decir -, es normal sentirse agotados tras tanto tiempo viviendo así.

"La pandemia es una circunstancia única, algo a lo que no nos habíamos enfrentado antes. Hemos sufrido situaciones de incertidumbre y de duelo, hospitalizaciones, restricciones y cambios de vida bruscos que, muy a menudo, han hecho nuestra vida más complicada" - afirma la psicóloga Gema Fuentes.

"Todo ese estrés acumulado durante estos meses nos lleva a sentirnos más fatigados, más cansados, y por supuesto, más irritables".

Para la experta, el hecho de que se haya reducido el contacto con otras personas externas al núcleo familiar y que el tiempo de ocio en familia deba ser compaginado en muchos casos con el trabajo, la crianza y la educación en casa, está provocando que en demasiadas ocasiones volquemos esta irritabilidad con las personas más cercanas.

"En el caso de los adultos hay un aspecto preocupante, pues a veces no nos damos cuenta de que nos estamos enfadando, vamos acumulando tensión y llegado un momento explotamos y terminamos pagándolo con la persona menos adecuada en el momento menos adecuado"

"A los niños les ocurre igual. En el caso de los menores de seis años, por ejemplo, suelen mostrar esta ira de forma más intensa y menos duradera que los adultos, a modo de rabietas"

La correcta gestión emocional es imprescindible para mejorar la convivencia en casa

Como explica Gema Fuentes, una ira y una irritabilidad continuadas llevan asociados sentimientos de culpa, tristeza y/o vergüenza, además de interferir en la atención y la concentración. Todo esto acaba repercutiendo no solo en la buena convivencia familiar, sino también en el rendimiento laboral y educativo.

Para evitar en la medida de lo posible estas situaciones y mejorar la convivencia en el hogar, la psicóloga nos ofrece las siguientes claves:

  • Identificar las emociones es un paso previo fundamental antes de aprender a gestionarlas. En el caso de los más pequeños esta tarea de identificación puede resultar difícil, pues al no dominar el lenguaje les costará expresar lo que sienten. Para ayudarles podemos echar mano de libros, manualidades o tarjetas.

  • Abrazar nuestras emociones y nunca obligar al niño a reprimirlas o negárselas con frases como "no llores", "no te enfades por eso", "eso es una tontería"... Lo que sí debemos procurar es que nuestro hijo disponga de estrategias que le ayuden a desahogarse sin gritar, insultar o pegar a otros.

  • Hacer actividades que nos ayuden a relajarnos. Después de un momento de tensión o un estallido de ira es importante volver a un estado de calma con actividades que nos aporten relax. Una buena opción es tener en casa un rincón de la calma, agradable y tranquilo, donde poder relajarnos.

Y por último, no nos olvidemos de que una correcta educación emocional pasa por un buen ejemplo. En este sentido, cuando estemos enfadados o estresados es bueno que lo hablemos con nuestros hijos para demostrarles que lo que ellos sienten en un momento dado, también lo sentimos los adultos. Igualmente, si estallamos o creemos que no hemos actuado correctamente, pedir perdón debe ser prioritario.

Fotos | iStock

Vía | Gema Fuentes, psicóloga de los Centros Crece Bien

En Bebés y Más | El agotamiento de las madres: cómo lidiar con la fatiga de la pandemia

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