Siete costumbres que tienen los padres de niños que son mentalmente fuertes

Uno de los retos que me he planteado como madre es criar a unas niñas que sean lo suficientemente fuertes a nivel mental para que puedan gestionar el mundo cambiante y complicado que se vislumbra en el futuro.

Cuestiones tan diversas como la aparición de tecnologías que sobrepasan el entendimiento de muchos de nosotros, el repunte del machismo, la crisis climática y hasta la forma en la que se van a tener que relacionar con sus semejantes son solo la punta del iceberg de todo lo que van a tener que enfrentar.

Así como a nivel educativo intentamos allanarles un poco el camino para que puedan desenvolverse mejor, en casa intentamos hacer lo propio para que puedan tener herramientas que les permita gestionar psicológicamente todos esos retos de la mejor manera posible.

Dialogan

Uno de los hábitos que deberíamos cultivar desde que somos pequeños es el diálogo. Saber, querer y poder compartir nuestros pensamientos con los demás (especialmente entre padres e hijos) es fundamental para fortalecer la confianza y aprender escuchando de otros.

Esta es una de las herramientas más importantes con la que podemos contar para tener unos lazos fuertes con nuestros hijos. Es fundamental que ellos sepan que siempre nos tendrán para escucharles sin juzgarles: ese es el mejor refugio que les podemos ofrecer.

Tienen unos hábitos de vida saludables

Cuidar de nuestra salud es algo que también deberíamos aprender desde que somos pequeños: desde alimentarnos bien, hacer deporte y dormir lo suficiente hace que valoremos mejor nuestro cuerpo, nos sintamos mejor y por consiguiente mentalmente seamos más equilibrados.

Obviamente la mejor manera de transmitir estos hábitos saludables es a través del ejemplo. No podemos pedir al niño que coma verduras si nosotros mismo no lo hacemos, o que no esté pegado a la tablet si nosotros vivimos pegados al móvil todo el día.

Le dan importancia al autocuidado

Al hilo del punto anterior, saber que cualquier gesto que tengamos en pro de nuestro bienestar influye directamente en como nos encontramos a nivel físico y mental, es un avance muy importante hacia el equilibrio que deberíamos buscar todos.

Esto nos hace conscientes de saber cuándo necesitamos parar y a dar la importancia que merece el dedicar tiempo a nosotros mismos. Para cuidar bien, nosotros debemos estar bien y eso es algo de lo cual muchas veces no somos conscientes.

Se divierten

Esa felicidad que sentimos cuando nos enteramos que íbamos a ser padres se debería mantener con el tiempo. Sé perfectamente que el agotamiento que produce criar y compaginar esto con el trabajo, la casa y los problemas que surgen en el día a día lo hace complicado, pero no debemos olvidar que la alegría es un sentimiento contagioso.

Si somos unos padres que desprendemos alegría y sabemos desconectar de las preocupaciones diarias para conectar con nuestros hijos, estaremos haciendo algo muy positivo por ellos y por nosotros mismos.

Expresan sus emociones y hablan sobre ellas

Hemos avanzado mucho en educación emocional y eso es algo positivo para las generaciones futuras, aunque aún queda mucho por hacer.

Entender que sentirse triste es normal, que llorar a veces es necesario, que enfadarse también y que no pasa nada porque es algo que nos sucede a todos valida nuestra personalidad. Todos deberíamos ser libres de expresar nuestros sentimientos y la familia es ese núcleo en donde debemos aprender a hacerlo.

Son positivos

El optimismo correlaciona con una mejor salud mental y física. Si nuestra mente es capaz de manejar de manera más eficiente determinadas  situaciones, podemos gozar de una capacidad de adaptación que nos es muy útil para afrontar la vida cuando somos adultos.

Tienen buenas relaciones sociales

La pandemia nos ha demostrado que tener una buena salud mental pasa por tener y cultivar buenas relaciones con los demás, y que si esto no se tiene, nuestra estabilidad emocional se puede ver seriamente afectada.

Para los niños es fundamental saber hacer amigos y mantenerlos, por eso es bueno que nosotros mismos lo enseñemos con el ejemplo, al igual que ocurre con los otros puntos que hemos mencionado. No hay mejor escuela que las experiencias que nos transmiten nuestros padres.

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