Evitar los riesgos asociados a la circulación en ciudades con nuestro propio ejemplo

Evitar los riesgos asociados a la circulación en ciudades con nuestro propio ejemplo
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No somos pocos los que pensamos que las ciudades no están hechas para los niños, al menos en lo tocante a posibilidades de movilidad: no en pocas ocasiones sufrimos las consecuencias de un tráfico denso, invasión por parte de los automóviles de espacios que debieran estar destinados a viandantes, y (por supuesto) la evitación de los riesgos asociados, que muchas veces convierten los paseos en situaciones estresantes intentando no poner en peligro a los niños.

Las limitaciones físicas y psicológicas que convierten a los pequeños en peatones de riesgo se van superando con el crecimiento. Entre los siete y los nueve años son capaces de aprender, recordar y ejecutar con cierta eficiencia las reglas de seguridad peatonal, sin embargo sería difícil llegar a este punto sin la guía de padres y docentes. Recordemos en este punto que el grupo de edad comprendido entre los cinco y los nueve años son los más vulnerables a sufrir accidentes de tráfico.

Según la Sociedad Argentina de Pediatría, los niños no son adultos en pequeños, poseyendo características propias y diferenciadoras.

Además de hablar de los riesgos, también tendremos en cuenta que las ciudades se han vuelto sitios hostiles, inseguros e insanos, sobre todo para niños. Los peques cada vez caminan menos, y van a la escuela en auto o transportes, cuando antes tenían la posibilidad de ir caminando. Esto atenta, contra su salud física, pues contribuye en forma importante al sedentarismo y a la obesidad, les quita su derecho a jugar afuera y a compartir el espacio público.

¿Qué características diferencian a los niños de los adultos como peatones?

Los niños no son adultos en pequeño, y es importante recordar características que le son propias: no comprenden el lenguaje ni la simbología vial, les cuesta distinguir derecha de izquierda. Tampoco son capaces de prestar atención a los múltiples estímulos del tránsito: cruzar por las líneas demarcadas, mirar el semáforo como corresponde, calcular la velocidad, escuchar e interpretar los ruidos del tránsito, y calcular con qué velocidad cruzar la calle.

Por otra parte tienden al pensamiento mágico: no tienen idea del peligro y de la muerte y suelen imitar a superhéroes de ficción. Son ágiles, inquietos, rápidos, y muchas veces se mueven en forma impredecible, van en busca de la pelota que se fue a la calle por mencionar un ejemplo muy frecuente

Recomendaciones a familias y docentes para ejercer como guías responsables de los pequeños:

  • Los niños menores de siete años deben circular acompañados, y en especial los menores de 4 años deben ser llevados de la mano.

  • Los niños tienden a imitar a los adultos, por eso es importante educar con el ejemplo.

  • Cuando no se pueda caminar por la vereda por reparaciones, obras en construcción y vehículos mal estacionados no debe dudarse en retroceder a la esquina y cruzar la senda peatonal, utilizando la vereda opuesta.

  • En relación a la salida de vehículos, la mayoría de los parkings con plazas de estacionamiento públicas disponen señales luminosas; la problemática se da en los garajes de casas particulares que carecen (muchas veces) de las mismas, por ello estaremos atentos a esta circunstancia. Y también educaremos a los niños para que se fijen en otras señales evidentes (movimiento del portón automático o sonido de coches saliendo).

  • El cruce de las calles debe hacerse por los pasos de cebra. Si existieran semáforos debe atenderse a sus indicaciones y si un lugar tiene pasarelas no dudaremos en utilizarlas.

Al cruzar la calle con un bebé en brazos o en un cochecito, y otro niño tomado de la mano, debemos estar concentrados y poseer una buena aptitud física para afrontar eventuales emergencias. Por ello esta tarea en concreto no debiera ser realizada por ancianos o adolescentes. Tampoco debe bajarse el cochecito a la calle hasta no tener habilitado el paso.

  • En zonas rurales o semi rurales nos vemos obligados, por la falta de veredas, a caminar sobre el pavimento, lo que está lejos de ser lo ideal.

Si no existe otra posibilidad, la circulación en estas circunstancias debe hacerse siempre en el sentido contrario al tránsito y de día, lo que permitirá ver con anticipación cualquier vehículo. Cuando un vehículo se aproxima, los adultos deben colocarse con los niños en el borde de la calle o carretera, e incluso si es posible fuera de ella.

  • El uso de auriculares para caminar o correr disminuye la percepción de cualquier señal sonora y contribuye a la desconcentración. Su uso debe limitarse a parques, plazas o paseos.

Es muy importante repensar en una nueva cultura ciudadana, más respetuosa de todos los habitantes, y muy especialmente de los más vulnerables: democratizar el tránsito, hacerlo para todos, recuperar el derecho a transitar a pie, pensar en los peatones y protegerlos, limitar el uso del transporte automotor en ciertas áreas, y valorizar el espacio público para los ciudadanos de a pie (subcomisión de prevención de lesiones, Sociedad Argentina de Pediatría)

Imagen | WellspringCS Vía | Zona Pediátrica Fuente | Sociedad Argentina de Pediatría En Peques y Más | Recuperar el espacio de los niños en la ciudad y alternativas a la utilización del automóvil, Desde la Fundación Mapfre se indica que profesores y alumnos tienen que mejorar sus conocimientos en seguridad vial, Educación Vial

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