No añores las vacaciones que tenías antes de tener hijos, porque luego anhelarás las que estás viviendo ahora

Bajas a la playa cargado como un sherpa rumbo a la conquista del Everest. La palabra "mamá" es la que más escuchas a lo largo del día (y seguramente sueñes con ella mientras duermes). Si sales del hotel debes pensar en comidas, planes, mudas de ropa, agua, toallitas, protector solar, sombreros (vuelta al modo sherpa), porque si te dejas algo, puedes estar segura de que eso es precisamente lo que te va a hacer falta.

Seguramente si eres padre o madre, esto te suena de algo y puede que vengan a tu mente esos momentos de paz y tranquilidad en los que una toalla y una revista era todo lo que necesitabas para pasar el día. Pero cuidado: al igual que sucede con los brazos esto tiene trampa, porque va a llegar un momento (y más pronto de lo que te imaginas), que lo echarás de menos y se te encogerá el corazón al recordarlo.

Las vacaciones son un momento fundamental para ellos (y para nosotros como familia)

En este ritmo de vida tan frenético que llevamos, las vacaciones son uno de los pocos momentos en los que realmente podemos disfrutar del tiempo en familia de una forma relajada. Es verdad que el encajar las vacaciones del colegio con las del trabajo puede resultar muy estresante (especialmente si no tenemos familia en la que apoyarnos), y por eso es fundamental exprimir al máximo el tiempo que podamos estar juntos sin prisas y sin móviles. Ellos también se merecen (y necesitan), disfrutar de sus padres sin que estemos mirando el reloj y sin que les digamos que ahora mismo no podemos jugar.

Los niños también se merecen (y necesitan), disfrutar de sus padres sin que estemos mirando el reloj y sin que les digamos que ahora mismo no podemos jugar.

La niñez es una etapa clave en su desarrollo y en la formación de su personalidad. Todo aquello que reciban en este momento será fundamental para que se conviertan en unos adultos felices, equilibrados y seguros. Soy madre y sé que implicarte al máximo puede llegar a ser agotador, especialmente cuando tenemos tantas obligaciones y queremos cumplir con todas a la vez. Por eso concibo las vacaciones como el período necesario para "recargarnos" con el amor de nuestros hijos y reforzar nuestros vínculos como familia. Si eso es lo que quiero vivir cuando sean adolescentes, eso es lo que debo cultivar en su niñez.

No necesitas llegar al futuro para darte cuenta

Muchas veces solemos mirar hacia atrás y pensar en que sabiendo lo que sabemos ahora, haríamos muchas cosas de forma distinta: en el postparto, con las visitas, como madres de bebés de brazos... y esto también sucederá cuando tengamos hijos adolescentes o adultos y nos topemos con la imagen de unos padres haciendo castillos de arena en la playa con sus hijos. Pensarás que tú fuiste uno de ellos y que ojalá pudieses devolver el tiempo para poder tenerles tan cerquita, para que te pidieran jugar con ellos y reírte al convertirte en un tiburón que come pies pequeñitos en el mar.

Por eso, si aún te piden jugar, te piden hacer castillos, te piden que te conviertas en tiburón o en lo que sea, vívelo de la manera más intensa porque al final eso es lo que queda en tu corazón y en el de tus hijos. No esperes a tener todo el tiempo del mundo para pensar en el pasado: el presente está aquí, tiene la sonrisa de tu hijo y depende de ti el disfrutarlo.

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