Esta es la etapa de máximo conflicto con los padres en la adolescencia: cómo superarla sin desesperar

La adolescencia es la etapa que transcurre desde la pubertad hasta la edad adulta, en la que suceden intensos cambios tanto físicos como psicológicos, emocionales y sociales. La OMS la define como el período de crecimiento que se produce entre los 10 y 19 años, pero también sabemos que es una etapa que cada vez se alarga más y podría extenderse hasta los 21 años.

También sabemos que es una etapa que tiene muy mala prensa. Se suele decir de los adolescentes que están en la "edad del pavo", que pasan de todo y demás comentarios y estereotipos, que no nos gustan nada. Es evidente que es una etapa conflictiva con los padres, pero no dejan de ser años maravillosos de descubrimiento en los que los hijos necesitan de nuestro cariño y acompañamiento para llegar a ser adultos plenos y felices.

Las tres etapas de la adolescencia

La SEPEAP (Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria) señala tres etapas en las que se puede dividir la adolescencia. Aunque hay que mencionar que cada persona es diferente y no se puede encasillar sistemáticamente a todos por su edad, la clasificación genérica según los comportamientos en cada etapa es:

  • Adolescencia temprana: abarca aproximadamente desde los 10 hasta los 13 años. Marca el inicio de la inicio de la pubertad y se da ese importante paso de la niñez a la adolescencia, etapa en la que se producen los mayores cambios físicos que afectan al crecimiento y maduración sexual. También empiezan a mostrar menos interés por los padres y cambian su comportamiento y su humor.
  • Adolescencia media: entre los 14 y los 17 años. Es una etapa caracterizada, sobre todo, por los conflictos familiares, debido a la importancia que adquiere el grupo. Se vuelven más independientes, con personalidad e intereses propios, aunque los padres todavía son muy importantes.
  • Adolescencia tardía: de 18 a los 21 años. Es una etapa en la que culmina el desarrollo físico y sexual, y comienzan a alcanzar cierta maduración psicológica. Está caracterizada por la reaceptación de los valores paternos y por asumir las tareas y responsabilidades propias de la edad adulta.

¿Cuál es la etapa más problemática en la adolescencia?

La adolescencia media, entre los 14 y los 17 años es la época de máximo conflicto de los adolescentes con los padres, ya que tienen afán de contradicción, menciona la SEPEAP.

¿De dónde viene este afán de contradicción? Por un lado, nuestros hijos adolescentes nos siguen necesitando, pero por el otro están configurando su propia personalidad e identidad, y es normal que tengan comportamientos desafiantes ante las figuras de autoridad, especialmente hacia los padres.

Pueden mostrar algunas actitudes narcisistas ("Esto ya lo sabía", "tú no tienes ni idea") y mostrarse cerrados a las opiniones de los demás, así como una necesidad de demostrar que son indestructibles y únicos, que incluso hace que les cueste empatizar a veces con otras personas.

No debemos olvidar que la emocionalidad exacerbada en la adolescencia contribuye a que nuestros hijos puedan vivir las cosas de forma muy intensa y que no puedan relativizar la realidad.

Es normal que en busca de afianzar su personalidad empiecen a probar cuáles son los límites, lo cuestionen todo y se rebelen contra los padres desafiando esos límites. Aunque pueda ser estresante para los padres, es en esos momentos de rebeldía, cuando tienen comportamientos desafiantes, cuando más necesitan ser comprendidos y saberse amados y respetados por nosotros.

Cómo superar los conflictos con los hijos adolescentes sin desesperar

  • La comunicación con tu adolescente es clave: es la base de la relación entre padres e hijos, y durante la adolescencia es especialmente importante no perderla, ya que suelen meterse más hacia dentro y prefieren contar las cosas a sus amigos antes que a sus padres. Comunícate con tu hijo de forma fluida y eficaz. No supongas. Pregunta con preguntas abiertas que no se puedan contestar con un "sí" o un "no" para dar lugar a la conversación. Escucha para que tu hijo pueda confiar en ti y saber que puede recurrir a sus padres ante cualquier problema.
  • Acompaña sin invadir ni juzgar: se vuelven más celosos de su intimidad, así que respeta sus espacios íntimos, y si quieres que recurran a ti, elimina los sermones y los juicios.
  • Sé cariñoso pero firme: educa con calma y cariño pero nunca hay que tolerar faltas de respeto ni comportamientos agresivos, y poner límites cuando sea necesario.
  • Ten paciencia: respeta sus tiempos y sus procesos. Hay que entender que nuestros tiempos y los de ellos no son siempre los mismos. No desesperes si sientes que te ignora o no llegáis a nada.
  • Pide ayuda si lo consideras necesario: hay veces en las que la situación puede sobrepasarnos y necesites buscar ayuda profesional.

Foto portada |Freepik

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