Las cinco fases del parto: qué sucederá en cada momento explicado paso a paso

Si te encuentras en el último trimestre de embarazo y se acerca el parto, te interesará saber cómo se desarrollará el nacimiento de tu bebé y qué pasará en cada momento para llegar lo más preparada posible.

Su suele llamar parto al momento en el que nace el bebé, pero lo cierto es que el parto comienza mucho antes. Consta de cinco fases, cuatro más la ultima -cuando tienes por fin a tu bebé en brazos- que debe ser considerada como parte del proceso. Te contamos qué sucede en el parto paso a paso.

Fase uno: Dilatación precoz o latente

La primera fase del parto es la de dilatación, en la que podemos diferenciar un primer momento de dilatación precoz, latente o pasiva, que es cuando se inicia la apertura del cuello uterino.

Esta etapa suele ser la más larga y por suerte la menos intensa; de hecho, la mayoría de mujeres ni se percatarán de su incipiente dilatación hasta que el ginecólogo las explore en sus consultas anteriores al parto.

El borramiento, ablandamiento y la dilatación del cuello uterino hasta los 3 centímetros que caracterizan esta etapa pueden alcanzarse en un periodo de días o semanas sin que se produzcan contracciones molestas.

La oxitocina pasa suavemente a la sangre y la mujer empieza a tener contracciones poco perceptibles. Estas contracciones son habituales a partir de la semana 35 de gestación, pero no llegan a ser regulares, progresivas ni intensas como para pensar que ha llegado el momento del parto y acudir a la clínica. Sin embargo, sí son una señal de que se acerca el día.

Los síntomas que se pueden percibir son dolor de espalda (ya sea con cada contracción o de modo constante), dolor pélvico similar al de la menstruación, indigestión, diarrea, sensación de calor en el abdomen...

En buena medida la calidad de nuestro parto puede depender de esta etapa, ya que no es lo mismo llegar a las verdaderas contracciones con tres centímetros "de ventaja" y con el cuello del útero borrado, es decir, ya adelgazado y acortado.

Fase dos: Dilatación activa

La dilatación precoz o latente da paso a la fase de dilatación activa. Aquí el cuello del útero pasará de 3 a 10 centímetros de dilatación para abrir el canal del parto y permitir la salida del bebé.

En esta fase, las contracciones ya son rítmicas, fuertes y más seguidas, aunque en cada mujer su intensidad y ritmo variarán, dando como resultado dilataciones de muy distinta duración. Se puede dilatar un centímetro por hora, pero también se puede avanzar más rápidamente, especialmente si ya se ha parido con anterioridad.

Se dilatará hasta llegar aproximadamente a los 10 centímetros, que será cuando el bebé ya podrá asomar la cabecita y salir en la fase siguiente, el expulsivo. En este momento conviene poner en práctica todas las técnicas para aliviar el dolor, como la respiración y otras técnicas no farmacológicas, o de decidir si queremos la epidural.

También es importante la actitud mental y de relajación, ya que pude ayudar a superar una dilatación angustiosa y hacerla más llevadera. El padre tiene un papel fundamental en este sentido y también el personal hospitalario que nos acompañe si es el caso.

El dolor que acompaña a esta fase es debido a que los esfuerzos del útero son muy concentrados y cuando el útero se contrae fuertemente tiende a expulsar toda la sangre que hay en sus fibras musculares, que son exprimidas. La ausencia de sangre produce falta de oxígeno en el músculo y eso es lo que determina el dolor.

Cuando la contracción termina el músculo se expande, se relaja y vuelve a recibir el riego sanguíneo, oxigenándose de nuevo, siendo cuando cesa momentáneamente el dolor.

En este periodo de borramiento y dilatación se suele romper la bolsa amniótica y se pueden diferenciar 2 etapas: la dilatación acelerada hasta los 5-6 centímetros y la dilatación avanzada hasta los 10 centímetros. Veamos cada una de estas etapas.

Dilatación hasta los 5-6 cms.

Estamos en un periodo de aceleración es en el que las contracciones empiezan a hacerse más dolorosas. Pasamos de los centímetros iniciales conseguidos en la fase de dilatación latente al verdadero trabajo del parto. Durante las contracciones el dolor es considerable, y puede que la madre no pueda hablar mientras las sufre o necesite apretar algo con sus manos. A muchas mujeres les ayuda concentrarse en los trabajos de respiración. Cada madre sobrellevará estos momentos de modo distinto, y la percepción del dolor además tampoco será la misma ni localizada en los mismos lugares (puede ser más intenso en el abdomen, en los riñones, extenderse por las piernas...).

Entre contracción y contracción, por lo general el dolor desaparece y la madre puede aprovechar para seguir con sus técnicas de alivio del dolor y relajándose, porque conviene tomar fuerzas de cara a la etapa siguiente en la que no tendremos descanso.

Es en estos momentos cuando se suele administrar la epidural en el caso de que la madre lo desee, ya que después de los 5 centímetros el proceso va a ir mucho más rápido.

Dilatación de 5-6 a 10 cms

También recibe el nombre de dilatación activa avanzada o dilatación de transición, ya que nos lleva a la siguiente fase, la expulsión. Ésta es la etapa de velocidad máxima, cuando se dilata en poco tiempo a gran velocidad y aumenta la sensación de dolor debido al incremento de la intensidad de las contracciones. Es probable que la madre ya encuentre pocos momentos de ausencia de dolor, ya que las contracciones prácticamente surgen encadenadas unas a otras, aunque siempre se ha de intentar mantener la calma.

En estos momentos el personal hospitalario suele considerar que la administración de la epidural ya no es conveniente. Pensemos que es habitual que los últimos 3 centímetros de dilatación se den en 15 o 20 minutos. Y es que el bebé está a punto de nacer.

La madre habitualmente siente una gran presión sobre la parte baja de la espalda y/o sobre el perineo, lo cual le provoca unas ganas intensas de empujar, y aunque aún no es el momento de hacerlo, sólo habrá que esperar muy poco tiempo más. Si empujamos cuando la cérvix aún no está totalmente dilatada podríamos provocar que se hinchara, lo cual podría alargar el parto.

En lugar de pensar en lo que nos queda, podemos mirar atrás y ver todo lo que ya hemos pasado, el gran camino que ya hemos recorrido. Sacar fuerzas de flaqueza y mantener el ánimo. En pocos minutos verás por primera vez a tu bebé.

Fase tres: Expulsión

Si en las primeras fases del parto las contracciones tenían la función del abrir y alargar el cuello del útero, durante el periodo de expulsión son una especie de fuerza de propulsión más que ayuda a nacer al bebé. Se asocian al pujo y van acompañadas de una sensación de presión debida a que la cabeza del bebé oprime el recto.

Las contracciones de esta etapa son más regulares que las anteriores, duran entre 60 y 90 segundos y pueden estar más distanciadas. La percepción del dolor en estos momentos es muy distinta según la mujer, a veces se sienten como contracciones más dolorosas que las anteriores, a veces el hecho de empujar hace que se sienta menos el dolor.

Las sensaciones de las madres en estos momentos son muy diversas, pueden ir desde la recuperación de energías al saber que ya pueden empujar y comenzar su participación más activa en el parto, a la sensación de abatimiento por el cansancio y los dolores. Pero lo que importa es no decaer y pensar que quedan pocos minutos para ver a nuestro bebé.

Existen varias posturas para llevar a cabo esta etapa de expulsión, y cada vez se hace más evidente que la postura tradicional hospitalaria, tumbada en la mesa de partos con las piernas separadas y los pies sobre unos estribos colocados en el extremo de la mesa, es una opción más, no siempre la más idónea como hemos visto. El parto vertical, sentada o en cuclillas, es otra opción.

Para empujar, en cada contracción la madre debe inspirar profundamente, retener la respiración y empujar dos o tres veces, descansando hasta la siguiente contracción.

Si fuera necesario durante esta etapa, se practicaría la episiotomía, una incisión en el periné para favorecer el paso del bebé, y aunque esta técnica se aplica de modo rutinario en muchas ocasiones, esta aplicación no está aceptada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A lo largo de esta fase el bebé progresa por etapas. En los partos en que el bebé viene posicionado de cabeza, la cabeza comienza a salir del útero, atraviesa la pelvis y, una vez que los músculos que separan la vagina del recto (perineo) se distienden, la vagina se dilata y la cabeza aparece por la vulva. Cuando la cabeza está liberada, salen los hombros y finalmente el resto del cuerpo. Se ha producido el nacimiento, ya podemos ver por primera vez a nuestro bebé.

Esta fase de expulsión puede ser de duración muy variable, aproximadamente entre 30 y 60 minutos cuando se trata del primer parto y entre 15 y 30 minutos cuando se han tenido otros partos. Si la fase expulsiva se prolonga, y si la madre está sufriendo intensamente, ésta puede sentir frustración, o la necesidad de que el sufrimiento acabe, en una especie de "desesperación", una reacción normal y transitoria que los profesionales y acompañantes pueden ayudar a mitigar con su comprensión y consejos.

Fase cuatro: Alumbramiento

Después de la salida del bebé, y mientras se le están dando los primeros cuidados y se coloca sobre el pecho de la madre, las contracciones uterinas vuelven para conseguir la expulsión de la placenta, membranas y el resto del cordón.

En esta fase de alumbramiento no es necesario recurrir específicamente a un factor de ayuda externo, tan solo habrá que mantener el cuerpo en reposo, lo cual no resultará difícil tras el esfuerzo y cuando al fin estamos con nuestro bebé.

Las contracciones, que en esta etapa no son apenas dolorosas, harán el resto, y entre 5 minutos y 1 hora después de nacer el bebé se expulsará la placenta. Ésta pasa al segmento inferior del útero y hasta la vagina, con lo que puede ser extraída. Una vez expulsada la placenta, el médico se ocupará de suturar cualquier desgarro o la episiotomía en el caso de que se haya practicado.

Si la madre ha dado a luz con anestesia epidural, apenas notará las molestias. De no ser así, percibirá unos dolores semejantes a los del periodo de dilatación, pero menos intensos y duraderos.

En esta etapa las sensaciones de la madre pueden ser muy variadas, pero en general el cansancio y el dolor da paso a la felicidad por tener al bebé ya con nosotros. Hambre, sed, escalofríos, temblores, impaciencia, relajación, ansiedad... cada madre describirá estos momentos de un modo diferente, pero probablemente en lo que coincidan es que todo el sufrimiento anterior se olvida.

Tras comprobar que el útero se ha contraído bien y que no sangra en exceso, el personal hospitalario limpia y desinfecta la zona genital de la madre. Después, la trasladan a su cuarto, o a una sala de observación si se le ha administrado alguna anestesia.

Fase cinco: Postparto inmediato

Lo ideal es que la madre se le permitiera establecer los primeros vínculos con el bebé gracias a un contacto directo y a un ambiente lo más íntimo y relajado posible.

Tras la expulsión y mientras se produce el alumbramiento de la placenta, el bebé es colocado en el pecho de la madre para que establecer un primer vínculo. Es un momento muy emotivo, la primera vez que tienes a tu bebé en contacto piel con piel con tu cuerpo, sintiendo su calor, su olor, viendo su carita por primera vez.

El poder del instinto es tan fuerte que si se coloca al bebé en el abdomen de la madre, este es capaz de reptar hasta el pecho sin ayuda ninguna.

En algunos hospitales tras la primera toma de contacto se llevan al bebé para limpiarlo, pesarlo y hacerle las primeras pruebas, entre ellos el Test de Apgar, pero se recomienda que este protocolo se realice cerca de la madre, para evitar separarlos.

La primera hora tras el parto, incluso se habla de las primeras dos horas son sagradas para la madre y el bebé. Es un período especialmente sensitivo en el que el contacto precoz entre la madre y el bebé tiene efectos positivos tanto inmediatos como a largo plazo. En esos momentos se establece lo que se conoce como impronta afectiva que favorece el vínculo entre los dos y la instauración de la lactancia materna

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