Cómo hacer la carta a Papá Noel y los Reyes Magos con menos consumismo y más sentido común

La carta a Papá Noel y a los Reyes Magos puede ser una oportunidad para enseñar valores sin perder la magia de la Navidad

Laura Ruiz Mitjana

Hay un momento del año en el que muchos padres sienten una mezcla de ternura y sudores fríos: cuando llega la carta a Papá Noel y a los Reyes Magos. Esa lista que nuestros hijos elaboran con una ilusión preciosa… y a veces con una extensión que haría temblar al mismo Baltasar. 

Entre la publicidad, las conversaciones en el colegio y el bombardeo de catálogos, es normal que acaben pidiendo media tienda. Pero aquí viene la buena noticia: la carta puede convertirse en una herramienta educativa maravillosa para trabajar el autocontrol, la gratitud, la paciencia y el sentido común.

Como psicóloga y como adulta que también se emociona viendo luces y turrones, te propongo una mirada más consciente para redactar esta carta: con la misma magia pero con mayor profundidad.

Claves para escribir una carta de Papa Noel y los Reyes más consciente y llena de valores

1. Antes de escribir: una pequeña conversación 

Antes de sacar el papel bonito, vale la pena sentarse con tu hijo y explicarle algo fundamental: los regalos son solo una parte de la Navidad. Que Papá Noel y los Reyes siempre intentan traer cosas especiales, pero no todo lo que aparece en los anuncios es necesario ni encaja con cada familia. Esta conversación corta y tranquila ayuda a regular expectativas y a poner un marco realista sin romper la ilusión.

Un truco que funciona muy bien es hablar de “regalos que duran”: aquellos que se usarán muchas veces, que fomentan la creatividad, el juego libre o el movimiento. No hace falta que les digas “eso no”, sino “¿qué cosas te gustaría que te acompañaran durante mucho tiempo?”.

2. La regla de los 4 regalos revisada con cariño

Quizá has oído la regla de las tres E para regalar o la famosa regla de los 4 regalos: algo para leer, algo para vestir, algo que desees y algo que necesites (aunque puede ser otra variante). Es una guía útil, pero puedes darle una vuelta con una versión más humana que podría ser:

  • Un regalo para jugar mucho.
  • Uno que te haga aprender o imaginar.
  • Uno para cuidarte (ropa, objetos personales, algo que te haga sentir bien).
  • Y uno “mágico”, simplemente porque te hace ilusión.

Esta estructura ayuda a los niños a jerarquizar, a elegir y a entender que la carta no es un saco sin fondo. Y también da pie a conversaciones preciosas sobre qué les importa de verdad.

3. Incluir deseos no materiales

Aquí está la parte más bonita y menos utilizada. Anima a tu hijo a incluir deseos que no puedan envolverse: más tiempo en familia, una excursión juntos, cocinar su receta favorita, una tarde de juegos de mesa, un “día especial” con cada progenitor... 

Los niños se sorprenden al descubrir que estos deseos también cuentan y que la magia no está solo en los objetos. Además, estos regalos experienciales tienen un impacto emocional mucho mayor: alimentan vínculo, autoestima y recuerdos compartidos.

4. Aprovechar la carta para entrenar la toma de decisiones

Pedir que elija solo tres o cuatro regalos no es limitarle: es entrenar una habilidad vital. Cuando un niño debe escoger, conecta con lo que le gusta, lo que le sirve y lo que realmente desea. Esto fortalece la tolerancia a la frustración y la capacidad de posponer recompensas.

Puedes acompañarlo con preguntas como:

  • “¿Cuál usarías más?”
  • “¿Cuál te hace ilusión de verdad y cuál es más por moda?”
  • “¿Qué te ayudaría a jugar de manera diferente?”

Sin juicio ni sermones, solo curiosidad.

5. Revisar la carta juntos… y darle un toque cálido

Una vez escrita, leedla juntos. Valida su esfuerzo: “Te has pensado muy bien qué pedir, eso demuestra que estás creciendo”. Ese tipo de mensajes alimentan su autoconcepto y disminuyen el foco en los objetos.

Y dale un cierre ritual: poner la carta en el árbol, en el balcón, en un sobre bonito… Lo simbólico le da valor y ayuda a los niños a sentir seguridad.

6. El mensaje que queda después

La carta navideña es una excusa perfecta para sembrar valores: gratitud, sencillez, reflexión, cuidado del planeta y sentido común. No estamos luchando contra la magia, sino contra la idea de que la felicidad cabe en un paquete.

Cuando acompañamos a nuestros hijos a escribir una carta más consciente, les enseñamos, sin discursos, que las cosas importantes no siempre se compran y que la ilusión puede convivir con límites sanos. En el fondo, ese es el mejor regalo que podemos hacerles.

Foto de portada | Imagen de Freepik

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