El Plan de Parto: ese documento que debería considerarse sagrado y parece papel del WC

Durante muchos años, décadas, las mujeres han ido a los hospitales a dar a luz con confianza porque "los médicos saben lo que tienen que hacer" y nadie se ha visto en la necesidad de llevarles la contraria, por más instrumentalizados que fueran los partos y por más que se hicieran cosas por protocolo que no eran necesarias ni en realidad beneficiosas.

Como las cosas de palacio van despacio, vivimos ahora un extraño momento en el que muchas mujeres tienen más información que muchos profesionales y en el que los nuevos ginecólogos y las nuevas comadronas entran a trabajar con unos conocimientos y teorías que en muchos hospitales no solo no se llevan a cabo, sino que son vistas como inútiles, excesivamente modernas y "de risa".

Ante esta situación, con el fin de que las mujeres expresaran sus deseos en relación al parto, se empezó a utilizar el Plan de Parto, un documento que debería considerarse sagrado (debería ser obligatorio, yo creo) y que en realidad, ahora mismo, parece papel del WC.

La brecha entre el conocimiento de los profesionales nuevos y los antiguos

Venimos de la atención médica paternalista, esa en la que la salud es responsabilidad de los médicos y los pacientes son sujetos pasivos. El médico tiene el conocimiento, es quien decide y quien te dice lo que tienes que hacer y lo que no tienes que hacer. Y si no lo haces, te echa bronca.

Venimos de ahí, pero estamos en un proceso de cambio en el que la atención médica debe basarse en la información, en la prevención, en ofrecer al usuario (o paciente) los conocimientos para que sea él quien decida qué hacer.

Esto es lo que debe suceder cuando una mujer va a dar a luz: recibir información adecuada, actual y veraz para que pueda tomar las decisiones pertinentes.

Este es, en teoría, el modo que tienen de trabajar los nuevos profesionales, los que salen de las universidades, preparados para ser actores secundarios en los partos. ¿El problema? Que cuando llegan a un hospital a trabajar se encuentran con un montón de profesionales actores principales, algunos tratando de llevarse un "Óscar de la Academia", que no solo no dejan que las mujeres escojan, sino que dan información errónea o sesgada (para que la decisión final sea en realidad de ellos) y que, además, ridiculizan a los nuevos, los que han llegado para cambiar las cosas.

El Plan de Parto tenía que solucionar esto

Hasta que todo cambie, a las mujeres se les dijo que son ellas las que tienen que tomar las decisiones y se empezó a ofrecer la posibilidad de que hicieran un plan de parto en el que dijeran qué parto querían, si querían con epidural, si lo querían sin epidural. Si querían ser informadas de todo, en todo momento, o si preferían que la información la recibiera otra persona. Si querían que se les rasurara o no, se les pusiera un enema o no. Si querían tener libertad de movimientos o no. Si tenían intención de estar con el bebé piel con piel nada más nacer o no. Y así con muchas actuaciones que, en realidad, son beneficiosas para la mujer y el bebé.

¿Por qué? Pues porque como parece que los nuevos protocolos no llegan a los hospitales, que siguen haciendo muchas cosas muy mal, las madres decidieron que no podían esperar más, que si los cambios no llegaban desde arriba, tendrían que llegar desde abajo, desde dentro, desde las interesadas, y empezaron a crear dichos documentos para que los profesionales supieran desde el principio qué deseaban y para que, una vez allí, no tuvieran que estar explicando sus inquietudes y decisiones.

Pero el Plan de Parto sigue siendo ridiculizado

Seguro que no en todas partes, no se puede generalizar, pero en muchos hospitales es visto como un documento inútil, un documento del que reírse, un documento a ridiculizar, porque "ellas qué sabrán qué hay que hacer en un parto".

Nosotros mismos hicimos un plan de parto para nuestro segundo hijo y la comadrona se lo miró con bastante reparo. "¿No quieres epidural? Bueno, pero si te pones nerviosa te la pondremos". ¿Perdona? Ya te lo dirá ella cuando esté ahí, en el hospital, si la quiere o no. Nadie le tiene que poner o dejar de poner nada sin que ella lo diga y nadie tiene que decidir si está más o menos nerviosa.

Debería ser sagrado. Debería ser obligatorio. Los profesionales de un hospital deberían recibir, al llegar una mujer, su historial con sus datos y su plan de parto, para ver cómo quiere dar a luz, y hacer todo lo posible por llevar a cabo sus deseos (siempre que no llegue diciendo que quiere una cesárea, claro, que no es una opción, sino una intervención de relativa urgencia).

Debería serlo, pero no lo es. Y es una pena, porque muchas mujeres siguen siendo tratadas como "locas que leen cuatro chorradas en internet y se creen que ya lo saben todo" y todo porque sienten amenazada su aura de poder. ¿Sabéis esos policías, guardas de seguridad y militares que en el momento de ponerse un uniforme se crecen y abusan de su poder? Pues con muchos profesionales de bata blanca pasa lo mismo.

Ya vale. Ya está bien. Adelante con los planes de parto. Adelante con las reclamaciones. Y adelante con la lucha desde abajo. Solo así las mujeres darán a luz como tienen que hacerlo y los bebés nacerán como tienen que hacerlo (y no como los demás quieren que nazcan).

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En Bebés y más | El primer Plan de Parto y Nacimiento nacional: una gran ayuda para dar a luz, Guía del Plan de Parto (Dilatación), Guía del Plan de Parto (monitorización)

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