¿La elección de los juguetes para tus hijos determina parte de su desarrollo?

¿La elección de los juguetes para tus hijos determina parte de su desarrollo?
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Los niños aprenden jugando. Desde los primeros días de nacido hasta la adolescencia, el juego es parte fundamental del desarrollo infantil. Además, éste cobra especial importancia porque se relaciona directamente con su crecimiento. Es decir, sirve de estímulo en los cambios físicos específicos que tienen lugar a lo largo de toda su vida y que se reflejan en el aumento de su tamaño.

Los expertos definen el desarrollo como una progresión ordenada durante la cual el pequeño adquiere conocimientos y habilidades cada vez más refinadas. Conforme el pequeño crece, el juego evoluciona y se torna complejo. En tanto que cada niño se desenvuelve a su propio ritmo, no hay dos que se desarrollen igual ni a la misma velocidad. Y a medida que el pequeño crece, juega de modo diferente. Es decir, la actividad cambia conforme el niño aprende. Sin embargo, la aparición de los distintos tipos de juegos no varía de un niño a otro, solo la edad de comienzo. En este sentido, los juguetes apropiados cobran especial relevancia porque estimulan las habilidades infantiles.

Cuatro tipos diferentes de juego

Los expertos han definidos tres tipos de juegos que se corresponden con las distintas etapas del desarrollo infantil: funcional o de ejercicio, simbólico y con reglas. A partir del primer año de vida aparece también el juego de construcción, que se realiza de modo simultáneo a los otros tres.

Cada uno se corresponde con una etapa distinta de desarrollo del pequeño. Desde que nace y hasta los dos años de edad tiene lugar la etapa sensorial y motriz, y el juego que prevalece es el funcional o de ejercicio. Consiste en repetir una y otra vez una acción que dé un resultado inmediato y placentero.

Juego funcional o de ejercicio

Juguetes Falabella Ba3

Durante los primeros cuatro meses de vida, el bebé juega con lo que tiene a su alcance: su cuerpo. Chupar su mano es una de las conductas más recurrentes, así como mover las manos, las piernas o la cabeza. En esta fase, el pequeño responde a estímulos luminosos y sonoros, por lo que los juguetes apropiados son aquellos que aportan estímulos visuales o auditivos. Por ejemplo, un móvil colgado encima de su cuna o colgantes de colores que emitan algún sonido.

Después de los cuatro meses, el bebé comienza a interactuar con su entorno. Si por accidente tocó un objeto que produjo un sonido que llamó su atención, tratará de sacudir su brazo para hacerlo sonar. Más adelante, lo examina, lo acerca, lo aleja y lo prueba. Si a su alrededor hay otros objetos que le interesen, tratará de moverse para alcanzarlos. Las sonajas, los muñecos de trapo, objetos de plásticos que pueda morder, los cubos con sonidos, los juguetes musicales, por ejemplo, le brindarán estímulo en esta fase. Todos ellos se pueden encontrar en catálogos como los de Falabella.

A partir de los ocho meses y hasta los doce, el pequeño se interesa más por su entorno. Todo aquello que está dentro y fuera de su cuna es un objeto nuevo por explorar. Ahora actúa para conseguir un fin. Gracias a su recién descubierta movilidad, procura desplazarse hasta el objeto que le interesa y sujetarlo. Y si hay algo que se interponga lo apartará. Los juguetes suaves que le permitan sujetarlo que facilitan y aumentan sus movimientos son buenas opciones.

De los 12 a los 18 meses, su motricidad fina se acentúa de modo que el juego se vuelve más instrumental. Ahora, por ejemplo, pasa gratos momentos manipulando una pala de juguete para mover objetos que se encuentren en el arenero. También le llaman la atención los juguetes que emiten sonidos o música cuando se manipulan.

A medida que se aproxima a los 24 meses, el niño juega a realizar una acción de la vida cotidiana de manera simulada. Por ejemplo, hace como si hablara por teléfono o como si comiera de un plato vacío. Los juguetes que le permiten imitar actividades comunes resultan un estímulo adecuado en esta etapa.

El juego simbólico

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También llamado de ficción, es el tipo de juego más representativo de la infancia y se efectúa desde los dos hasta los seis o siete años de edad. Consiste en simular situaciones o interpretar personajes ausentes. Al principio realiza actividades simuladas muy simples. Por ejemplo: da de comer a un muñeco o lo peina.

A medida que el niño crece, el juego avanza. Las representaciones se vuelven complejas y actúa roles. Ya no se limita a imitar las acciones cotidianas realizadas en casa, ahora asume un papel que requiere acciones diversas. Por ejemplo, juega al médico y al paciente y sobre la marcha decide qué hacer: ponerle una inyección o un vendaje, usar un algodón o tomarle la temperatura.

En esta etapa necesita juguetes realistas que lo ayuden a representar su papel; en este caso, un estuche médico que le permita atender a su “paciente”, los cuales pueden sermuñecas o muñecos a los cuales se puede cuidar.

Luego de cumplir los cuatro años, el juego ya no es personal se vuelve colectivo. Al ser capaz de comunicarse, el infante puede jugar con otros chicos de su edad y asumir un papel. La interacción con los demás se convierte en un juego cooperativo que incluye acciones y roles. En tanto más variada es la realidad que conocen, más diverso y complejo es el argumento del juego. Demuestra pues, que comprende cada vez mejor la vida de los adultos.

El juego de reglas

A partir de los 6 o 7 años de edad, el pequeño juegan con reglas en las que cada participante sabe qué hacer. De igual modo, acepta que las reglas no pueden cambiarse porque tienen carácter obligatorio. En este sentido los juegos contribuyen a que el niño aprenda a socializar, a tomar turnos, a acatar normas y a considerar el punto de vista de los demás participantes. A nivel cognitivo, se estimulan la memoria, el lenguaje, el razonamiento y la reflexión. Los juegos y juguetes que requieren la participación de varios participantes lo benefician en gran medida.

El juego de construcción

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Al cumplir los 12 meses de edad, el niño se inicia en el juego de construcción. Curiosamente, primero lo hace de modo vertical y después horizontal. Es decir, primero construye torres al apilar un objeto sobre otros, y después alinea objetos uno tras otro para formar trenes. Cerca de los tres años procura representar un objeto de su entorno: una casa, un avión, un puente. Legos, rompecabezas, bloques, objetos de diferentes materiales, formas y colores que puedan apilarse, encajar y adquirir formas son de gran ayuda para estimular su habilidad motriz fina.

Por otro lado, a partir de los 6 años, el pequeño suele construir para ejercitar sus capacidades cognitivas. Por tanto, hay un incremento en la capacidad de atención y concentración; así como de análisis y síntesis. Además, tiene mayor comprensión del espacio.

El papel de los padres en el juego infantil es clave, puesto que su participación estrecha y fortalece el lazo entre padre-hijo. Permite al papá o mamá conocer más a su hijo, sus gustos y reacciones ante diversas situaciones. Además, la participación del adulto hace que el pequeño se sienta querido y atendido. No obstante, más allá de una intención pedagógica, es importante dejar jugar libremente al niño para que disfrute el juego y la experiencia sea en verdad placentera. Por tanto, los juguetes no tienen que ser didácticos siempre, basta con que estimulen su imaginación y creatividad, de ahí la importancia de elegirlo de acuerdo a la etapa de desarrollo que atraviesa.

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