¿Sabías que la repetición en los niños es muy beneficiosa para su desarrollo? Te contamos por qué.
Si tienes niños cerca, seguro que has vivido ese momento: escuchas una frase que se repite, una pregunta que se vuelve eco constante o una acción que vuelve a suceder una y otra vez.
Puede parecer un bucle infinito, un déjà vu de paciencia para padres y cuidadores. Pero aquí está la verdad: esa repetición no es una mera ocurrencia. Es la manera en la que el cerebro infantil aprende, se fortalece y se adapta al mundo que lo rodea.
Podríamos decir que la repetición es el lenguaje de la mente en crecimiento, y entender por qué sucede puede cambiar por completo nuestra mirada cuando los niños se repiten; de la frustración al asombro.
La repetición como motor del aprendizaje: lo que dice la ciencia
Un estudio de Bjork y Bjork (2011), publicado en Psychological Review, nos cuenta que la repetición activa procesos esenciales para la consolidación de la memoria.
Cuando el niño repite una palabra, una acción o una pregunta, no solo está diciendo lo mismo; está reforzando conexiones neuronales que “graban” esa información en su cerebro. Es como si estuviera trazando un mapa cada vez más detallado en la región del hipocampo, clave para aprender y recordar.
Otro estudio de Tse et al. (2011), publicado en Science, destaca que la repetición y la experiencia previa facilitan la consolidación de nuevas memorias en el hipocampo y neocorteza, reforzando las conexiones y facilitando el aprendizaje rápido y duradero.
La repetición fortalece las conexiones neuronales
Imagina la siguiente situación: estás enseñando a un niño pequeño a decir “gracias”. Al principio, la palabra se le escapa, la pronuncia con dudas, o ni siquiera la dice. Pero, cuando insiste, repitiendo “gracias” una y otra vez, está esculpiendo su capacidad para entender no solo cómo se dice, sino cuándo y por qué usarla.
Cada repetición fortalece esas conexiones neuronales. Por eso, aunque a veces nos canse o nos parezca que solo está “fastidiando”, lo cierto es que está construyendo algo enorme dentro: una herramienta para relacionarse con el mundo.
La necesidad emocional que hay detrás
Pero la repetición no es solo cerebral, también es emocional. Los niños buscan seguridad y comprensión en un mundo que a veces les parece enorme y confuso. Por eso repiten preguntas como “¿por qué?” una y otra vez, o quieren que leas el mismo cuento todas las noches.
Ese acto repetido es un ritual que les aporta tranquilidad, les permite anticipar y entender mejor el entorno y sentirse acompañados en su aprendizaje. La paciencia y el acompañamiento emocional son tan importantes como la ciencia detrás del proceso.
¿Y nosotros, los adultos?
En lugar de ver esas repeticiones como molestias, podemos reinterpretarlas. Cada repetición es una ventana para conectarnos, para validar su curiosidad y para acompañar su cerebro en plena obra.
No es necesario corregir ni frenar, sino acompañar con respuestas que inviten a pensar un poco más, como:
- “¿Qué te hace pensar eso?”
- “¿Quieres que lo hagamos juntos de nuevo para que sea más fácil?”
Celebrar cada intento, por pequeño que parezca, es darle un empujón gigante al aprendizaje.
La belleza oculta en cada “otra vez”
La próxima vez que escuches “otra vez”, intenta respirar profundo y mirar más allá. Ese niño está haciendo algo tan complejo como aprender a caminar, solo que con palabras, ideas y emociones. Está construyendo su cerebro, ladrillo a ladrillo, palabra a palabra.
En cada repetición, hay una pequeña victoria neuronal, un triunfo que hoy puede ser invisible, pero que mañana será la base para que ese niño se convierta en un adulto seguro, curioso y capaz. Y si eso no es magia, ¿qué lo es?
Foto | Portada (Freepik)
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