Cinco consejos para enseñar a los niños identificar y trabajar las emociones a través de los cuentos

La educación emocional de nuestros hijos es clave para fortalecer su personalidad y su desarrollo como individuos sociales. Aprender a reconocer lo que sienten y saber gestionarlo hará que los niños manejen mejor las situaciones cotidianas.

Aunque hace unos años no se le daba tanta importancia a este aspecto, en la actualidad se considera  primordial para criar hijos felices, de ahí que dispongamos cada vez de más recursos para educar emocionalmente. Los cuentos son uno de estos recursos, pues ayudan a los niños a entender sus emociones, ponerles nombre y hablar sobre ellas.

Stelii empresa francesa líder en cuentacuentos con su dispositivo Mi Fábrica de Historias, junto a Anne Clerc-Georgy, doctora en ciencias de la educación, nos proponen cinco consejos para que los niños desarrollen su capacidad de gestionar sus emociones de forma sencilla a través de los cuentos.

Los cuentos, un maravilloso recurso para aprender sobre las emociones

Reconocer o distinguir las emociones propias y ajenas es difícil y requiere de un aprendizaje que debe comenzar desde temprana edad. Como en otros aspectos, el ejemplo de los padres es fundamental, aunque también podemos ayudarnos de recursos educativos para enseñar a los niños a entender y manejar sus emociones.

Por ejemplo, las tarjetas para identificar emociones son especialmente útiles cuando los peques no saben expresar con palabras cómo se sienten o cuando se bloquean ante una situación que les genera frustración. Por su parte, otros recursos como los juegos en equipo, los juegos de simulación o los de roles resultan perfectos para ponerse en el lugar del otro y entender cómo se siente.

Las manualidades son otra de las ideas fantásticas que os hemos compartido para ayudar a los peques a autorregularse emocionalmente o también para expresar cómo se sienten de una forma creativa.

Pero quizá, uno de los recursos por excelencia para aprender sobre emociones sean los cuentos. Y es que a través de la historia de sus protagonistas, los niños aprenden a vivir diferentes situaciones que despiertan en ellos emociones diversas y que a su vez les sirve de "entrenamiento" para la vida real.

¿Cómo aprender sobre las emociones a través de los cuentos?

Aunque hay cuentos específicos que giran en torno a las diferentes emociones (aprender a reconocerlas y ponerles nombre, saber identificarlas cuando se manifiestan, aprender a manejarlas...), la realidad es que prácticamente cualquier cuento infantil que leamos a nuestros hijos puede servirnos de excusa para hablar sobre emociones.

He aquí algunas pautas que podrían ayudar a convertir la lectura en una valiosa lección emocional:

1) Habla de tus propias emociones de forma abierta

Para animar a los niños a hablar sobre sus emociones comienza expresando tú cómo te sientes tras haber leído la historia, qué emociones te han despertado sus protagonistas, qué hubieras sentido de haberte encontrado en una situación similar a la narrada, cómo hubieras gestionado esa emoción...

Es importante y bueno para los niños ver que sus padres también sienten las mismas emociones y las comparten con ellos.

Por ejemplo, podrías decir "cuando el protagonista de la historia se ha perdido en la ciudad me ha producido tristeza. Y si me hubiera pasado a mí lo mismo creo que hubiera sentido mucho miedo".

Para explicar a tu peque las diferentes formas de gestionar las emociones, puedes decir algo así como: "el niño del cuento está enfadado y se ha puesto a gritar. Yo en su lugar hubiera tratado de calmarme dando un paseo, escuchando música relajante o haciendo respiraciones".

Estos son solo algunos ejemplos de situaciones que pueden ayudar a los niños a entender las emociones que despierta la historia narrada en el cuento y cómo manejar esos sentimientos.

2) Pregunta al niño sobre sus emociones

Siguiendo nuestro ejemplo podemos lanzar la misma pregunta a nuestro hijo para animarle a hablar sobre las emociones que cree que están experimentando los protagonistas del cuento, así como lo que ellos sentirían si vivieran una situación similar.

De este modo no solo estaremos fomentando el desarrollo de la empatía, sino también el reconocimiento de las propias emociones.

Por ejemplo: "el protagonista del cuento estaba nervioso en su primer día de cole, ¿qué sentiste tú cuando comenzaste el cole por primera vez?", "¿Qué otras situaciones te ponen nervioso?", "¿Qué haces cuándo te sientes nervioso?", "¿Qué te ayuda a calmarte?"...

3) La empatía con los protagonistas del cuento

Todo protagonista de cuento vive una historia y experimenta una serie de emociones que resultarán más o menos familiares para los más pequeños, pues las emociones son universales a todos.

Así, cuando leemos un cuento a nuestro hijo es fácil que enseguida se percate de que lo que está sintiendo su protagonista en un momento dado también le ocurre a él/ella.

Por ejemplo, si el protagonista de una historia muestra ira, enfado, frustración o tristeza, el niño entenderá que estos sentimientos que  también experimenta a menudo son normales y habituales, y que se suelen producir cuando algo no sale como estaba previsto.

Por otro lado, al no recriminar estas emociones sino hablar de ellas con naturalidad, nuestros hijos aprenderán a aceptarlas e identificarlas en su cuerpo y mente cuando se produzcan.

4) Poner nombre a las emociones

A través de los cuentos relatamos unos hechos y ponemos nombre a las emociones de sus protagonistas, ayudando de este modo a los niños a entender e identificar lo que sienten los personajes del cuento.

Este ejercicio es especialmente útil en el caso de los más pequeños, pues a menudo carecen de recursos lingüísticos para expresar cómo se sienten o poner nombre a la emoción que experimentan.

5) Jugar a imitar a los personajes de los cuentos

Recopila las historias y cuentos que más gustan a tus peques y jugad juntos a representarlas. Cada uno debe hacer un papel y expresar de la mejor forma posible las diferentes emociones que se suceden a lo largo de la historia, utilizando no solo la palabra, sino también muecas faciales, gestos corporales, entonación...

En definitiva, leer o escuchar cuentos es una oportunidad fantástica para hablar sobre los sentimientos de los protagonistas, practicar el reconocimiento de las propias emociones y  desarrollar la empatía poniéndose en el lugar del otro.

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