El bebé tira todo al suelo, ¿por qué lo hace?

Si tienes un bebé, apuesto a que esta escena te resulta familiar:

Tu bebé tira al suelo el sonajero que tenía entre las manos. Tú te agachas, lo recoges y se lo vuelves a dar, pero acto seguido lo tira otra vez, y otra, y otra, y otra más... "¿Me está tomando el pelo?", es posible que te preguntes un tanto frustrado.

En absoluto. Tu bebé tira todo al suelo porque está aprendiendo e interactuando contigo, y aunque puede ser cansado para el adulto, supone un excelente ejercicio para él.

Te explicamos cómo trascurre esta fase de su desarrollo y qué puedes hacer si tu bebé está pasando en estos momentos por ella.

El descubrimiento de la causa-efecto: un hito importante en el desarrollo

A partir de los cinco o seis meses, aproximadamente, los bebés empiezan a observar con mucho más detenimiento su entorno, gracias entre otras cosas a la posición incorporada o sentada que su desarrollo físico y motor le permite adoptar.

Es entonces cuando comienzan a observar que prácticamente todo lo que nos rodea funciona bajo el principio de causa y efecto, también conocido como acción-reacción.

La adquisición paulatina de esta noción básica que rige nuestro mundo será vital para su desarrollo, pues resultará básico para conformar sus vivencias y experiencias.

El aprendizaje práctico que adquiere el bebé del principio causa-efecto está basado en su propia experiencia con el entorno y en la interacción constante con él.

Así por ejemplo, inicialmente el bebé se dará cuenta de forma casual que al agitar el sonajero que tiene entre sus manos, este sonará. A partir de ese momento el bebé lo hará sonar una y otra vez, pues ha razonado que para que se produzca el sonido debe moverlo.

Después de esto llegará otra deducción causa-efecto, al darse cuenta de que si lo suelta, el sonajero caerá al suelo, hará ruido y además, producirá un efecto en las personas están a su alrededor, captando especialmente su atención.

Poco a poco irá asimilando otros conceptos más complejos, como la situación del objeto en el espacio, la distancia del objeto (lo lejos que puede llegar según la fuerza que aplica al arrojarlo; lo pequeño que parece según lo lejos que lo haya tirado...), o la forma que tiene el objeto de reaccionar ante la caída (por ejemplo, sonando -como en el caso de los sonajeros-, rompiéndose en varios pedazos, botando -como en el caso de una pelota-, esparciéndose por el suelo -como ocurre cuando arroja una cucharada de papilla-...).

Interactuar con quienes le rodean: una necesidad básica del bebé

Es entonces cuando entra en juego otro importante hito en su desarrollo. Y es que al descubrimiento de la relación causa-efecto, se sumará también el importante avance en su desarrollo social, entre los cinco y los siete meses aproximadamente.

En esta etapa, el bebé ya comienza a manifestar su interés por comunicarse con nosotros mediante balbuceos, escuchándonos atentamente cuando le hablamos e incluso respondiéndonos, a su modo.

Ya hemos comentado en otras ocasiones que el mejor juguete para los niños son sus padres, pero muy especialmente a partir del segundo semestre de vida del bebé, papá y mamá se convierten en su principal referente y fuente de entretenimiento.

Por eso, le gusta tanto comprobar cómo se agachan a recoger el juguete que ha tirado y se lo vuelven a dar, y no duda en repetir la acción de manera incansable, pues es su forma de manifestarnos que le divierte jugar e interactuar con nosotros.

¿Cómo debemos actuar si el bebé tira todo al suelo constantemente?

Lo primero y principal que deben saber los padres es que el bebé no arroja las cosas al suelo una y otra vez por "fastidiar", "desafiar" o "tomar el pelo al adulto", sino que lo hace por los motivos que acabamos de mencionar.

Ahora bien, no vamos a negar que se trata de una fase agotadora para los padres, pues el bebé no parece cansarse nunca y es normal llegar a sentirse frustrado sabiendo que el juguete que acabas de darle lo arrojará de nuevo al suelo de manera inmediata.

En este sentido, es importante tener muy presente que se trata de una fase imprescindible y fundamental en el desarrollo y aprendizaje del niño (además de una fase pasajera que acabará evolucionando), por lo que lejos de evitar que se produzca, deberíamos potenciarla.

Por eso, lo más recomendable es ser paciente e interactuar con el bebé de manera exclusiva (es decir, dedicarle toda nuestra atención), hablando con él mientras jugamos y correspondiendo a sus balbuceos y sonrisas. Con ello, no solo estaremos fomentando su aprendizaje y experimentación, sino también potenciando el juego, el desarrollo social y fortaleciendo nuestro vínculo.

También es importante ofrecer al bebé juguetes u objetos adecuados, que no se rompan ni supongan un peligro si se caen al suelo.

En cuanto a la comida, es normal que en un momento dado el bebé también juegue a lanzarla, pues está experimentando y todavía no entiende con lo que puede y no puede jugar. Si hace eso, explícale de forma amorosa y firme que la comida no debe arrojarse, y muéstrale de manera paciente cómo usar correctamente los cubiertos o cómo manipular los alimentos para que no acaben en el suelo.


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