Hablar con un adolescente no consiste en hacer muchas preguntas, sino en saber cómo preguntar sin invadir y que quiera abrirte su mundo
“¿Cómo te ha ido el día?” —“Bien.” “¿Qué has hecho?” —“Nada.” “¿Con quién estabas?” —“Con amigos.” Y fin de la conversación. Es algo muy habitual en la vida de muchos padres y madres de adolescentes: intentar conectar y acabar frustrados por monosílabos.
Pero, ¿y si el problema no fuera lo que el adolescente contesta, sino cómo le preguntamos? Hablar con un adolescente no es una misión imposible, pero requiere un cambio de enfoque. La clave está en dejar de interrogar y empezar a invitar a hablar.
Hablar con adolescentes: siete reglas de oro para hacerlo
1) No preguntes por obligación, pregunta por conexión
Tu hijo adolescente detecta la intención emocional antes que las palabras. Si percibe que le preguntas solo para “controlar”, levantará el muro. Pero si siente que tu interés es genuino, baja la guardia.
Por ejemplo: —“¿Qué tal el examen?” suena a control. —“¿Cómo te sentiste en el examen?” suena a acompañamiento.
La diferencia es mínima en palabras, pero enorme en impacto. No le interesa tanto que revises su agenda, sino que le recuerdes —aunque sea con una frase— que lo que vive te importa de verdad.
2) Evita el momento en que menos quiere hablar: justo al llegar a casa
Muchos padres intentan conversar cuando el adolescente está saturado. Viene de horas de exigencias, tareas, profesores, amigos y notificaciones. Necesita descomprimir, no conversar.
Regla de oro: espera. A veces las mejores conversaciones surgen a las diez de la noche, en la cocina, mientras come algo. Si hablas cuando él está disponible —no solo cuando tú lo estás—, escucharás mucho más de lo que imaginas.
3) Haz preguntas abiertas, pero no infinitas
Haz preguntas abiertas. “¿Qué tal el día?” es tan amplia que da pereza responderla. Pero preguntas como:
- “¿Qué fue lo más raro que pasó hoy?”
- “¿Quién te hizo reír esta semana?”
- “Si tu día fuera una canción, ¿cuál sería?”
...rompen la rutina y despiertan curiosidad. El adolescente no siente que lo examinas, sino que lo estás descubriendo. Y eso cambia el tono de toda la conversación.
4) No invadas, comparte
Hablar con un adolescente no siempre empieza con una pregunta. A veces empieza con una confidencia tuya. Si le dices: —“Hoy he tenido un día horrible, me ha costado concentrarme en todo”, es probable que te devuelva algo parecido a: —“A mí también me pasa a veces.”
Los adolescentes responden mejor cuando sienten reciprocidad, no vigilancia; por eso a veces contar algo propio abre la puerta a su mundo.
5) No quieras respuestas inmediatas
Tu hijo puede no responderte ahora… y hacerlo dentro de tres horas. O mañana. O por mensaje. Su ritmo no siempre coincide con el tuyo. Y eso no significa desinterés, sino que procesa distinto.
Si lanzas una pregunta y no contesta, no insistas con “¿me oyes?” o “¿por qué no me contestas?”. Déjalo respirar. Si tu pregunta fue buena y tu tono, tranquilo, acabará volviendo a ella.
6) Sustituye el “por qué” por el “cómo”
“¿Por qué hiciste eso?” a veces puede activar la defensa. “¿Cómo te sentiste cuando pasó?” abre el diálogo. El por qué juzga; el cómo comprende. Y los adolescentes no necesitan más juicios: ya los reciben a diario, de profesores, redes, amigos y de sí mismos.
7) Usa el entorno a tu favor
Los mejores diálogos con un adolescente no ocurren frente a frente, sino lado a lado: caminando, en el coche, cocinando juntos... El movimiento físico suaviza la tensión y el silencio se vuelve cómodo, no incómodo. En ese clima, las palabras fluyen solas.
Hablar menos, escuchar mejor
Hacerle preguntas a un adolescente no es una técnica, es un acto de respeto. Significa decirle: “Te veo, te escucho, quiero entenderte”. Y cuando ellos sienten eso, responden. Quizá no con discursos, pero sí con pequeños gestos que valen mucho más: una mirada, una sonrisa, una confidencia inesperada.
En el fondo, la conversación perfecta con un adolescente no es la que tiene muchas palabras, sino la que deja un mensaje claro: “Contigo puedo ser yo, sin miedo a que me analices.”
Foto | Portada (Freepik)
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